66. Pedacitos de mi

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Brad no tardó en dejarnos tranquilas para descansar, como era de esperar compartía cama y habitación con Demi, y Lux estaba en una habitación contigua. También se presentaron las cinco personas que formaban el personal del chalet. Una de ellas era la nana de Lux, o así al menos se había presentado. Le dio su almuerzo y la llevo a pasear por el jardín antes de llevarla a la piscina interior. Para mi la tarde fue algo más larga, estuve arreglando mi cuarto esperando cualquier momento para poder ver a Lauren pero ni Demi ni ella llegaron hasta después de la cena. Todas las luces del chalet estaban apagadas, todas menos las de la cocina en la que el personal estaba cenando ahora. La entrada de la casa se abrió para dejar pasar el 4x4 negro, Lauren y Demi salieron con unas bolsas negras y ambas entraron en la casa. En unos minutos las dos estaban en la segunda planta susurrando. Me acerqué a la puerta y dejé mi oido contra la puerta para poder escuchar su conversación.

—No olvides recogerlo mañana.

—¿No me acompañas? —No sé si era yo la que me estaba montando una película pero todo apuntaba a que Lauren quería Demi lo más lejos de la casa como posible.

—Tengo cita con el vicepresidente, ya sabes poner buena cara tras la horrible pérdida del presidente.

—Oh, claro.

—Buenas noche Lauren.

—Buenas noches, Demi.

Una puerta se cerró y oi los pasos de Demi llegando hasta mi, me metí bajo las sábanas y fingí estar durmiendo. Demi entro y fue directa al baño. No tardo más de veinte minutos hasta meterse bajo las sábanas conmigo, busco mi cuerpo y por más que intentos fallidos de mi parte, lo encontró.

Abrí los ojos confusa por el olor a coco, odiaba con todo mi ser ese olor y cuando al fin encontré la persona que usaba aquel perfume no hice más que suspirar. Demi estaba alistándose en el baño con la puerta abierta haciendo que el famoso olor a su perfume llegará hasta mi. Cuando al fin salió me miró sonriendo antes de acercarse lista para besarme pero, instintivamente, me eché a un lado haciendo que frunciera el ceño.

—¿Que ocurre?

—Mal aliento, ya sabes de por la mañana. —Dije tapándome la boca con una fina sonrisa y ella asintió sonriendo.

—Te he echado de menos, más de lo que crees, ¿sabes?

—¿Ah si?

—Si, ¿tu no?

—S-Si.. Claro. —Ya sé ahora porque siempre que mentía me pillaban, era pésima mintiendo.

—Tengo unas cuantas cosas que hacer hoy, pero llegaré antes de la cena. Mañana podríamos hacer algo en familia, ya sabes Lux, tu y yo.
—Asentí con una sonrisa en los labios.

—Claro, sería genial.

Demi no tardó en salir de la habitación y no fue hasta que me quedé completamente sola que pude respirar de nuevo. O al menos hasta que la puerta de la habitación se volvio a abrir despacio, haciéndome fruncir el ceño.

—¿Camz? —Escuché susurrar y salté de la cama.

—Entra. —Dije abriendo la puerta antes de cerrarla de nuevo tras ella.
—¿Que haces aqui?¿Estás loca?

—Quería verte, Lux ya se ha ido con su nana y Demi ha salido por la puerta principal.

—¿No tenías algo que hacer?

—Ya esta echó. Así que tenemos toda la mañana para.. Ya sabes, quedarnos en la cama sin hacer nada en absoluto.

—O haciendo de todo sin excepción.

—Tu plan me gusta más. —Dijo riendo antes de agarrarme por las caderas y besarme con dulzura atrayendome cada vez más a su cuerpo.

Sus labios se apoderaban de los míos sin a penas dejarme elección, su lengua entraba en mi boca sin pedir permiso y bailaba con la mía hasta dejarme sin aliento. Sus dedos acariciando mi piel, me apetecía sentirla acariciándome era como fuego sobre mi piel helada.

Al menos hasta que tocaron a la puerta y la voz grave de Brad retumbó preguntando si saldría a desayunar. Lauren rio en voz baja antes de soltarme y bajarse de la cama para esconderse en el baño. Intenté borrar la inmensa sonrisa que sus besos dibujaron sobre mis labios pero era casi imposible.

—Buenos días. —Dije abriendo la puerta, Brad sonrió esperando mi pregunta. —Ahora bajaré a desayunar, gracias.

—De nada.

Cerré de nuevo la puerta y volví a la cama haciendo que Lauren saliera aún riendo por aquello.

—Debería irme. —Dijo entonces y aunque quería que se quedará, asentí. —Nos vemos más tarde. —Dijo antes de besarme de nuevo.

—Eh Lauren. —Dije llamando su atención​ justo antes de que abriese la puerta, mordiéndome el labio despacio. —Te quiero. —Ella tan solo sonrió, pero aquella sonrisa decía mucho más que podían decir las palabras, y salio de la habitación.

Quedé parada unos minutos frente al espejo, completamente desnuda tras la ducha. Observándome por completo. Y entonces me descubrí mirándome. Allí estaba yo, en píe, justo enfrente del espejo donde siempre imaginaba a Lauren a mi lado todo el tiempo que no estuvo.

Entonces sus formas tenían el sentido perfecto, al compas que marcaba el movimiento de los velos que cubrían las ventanas. Como parte de un plan astutamente preparado, la imaginaba siempre con la cantidad justa de luz, la suficiente como para que yo, como una directora de fotografía, pudiese componer el resto.

Me descubrí mirándome y puse el empeño suficiente para descubrirme al detalle. Durante unos minutos centré toda la atención en mis ojos, grandes, de tonos melosos, y fue entonces cuando por primera vez la descubrí en mi. Allí estaba ella, en cada movimiento, en cada parpadeo. Sorprendida decidí continuar con la auto exploración y en cada uno de los pasajes de mi cuerpo pude descubrirla, en algunos más escondida que en otros, pero en casi todos estaba bien presente.

¿Por qué estaba sucediendo?
¿Por qué prácticamente ella y yo formábamos un solo elemento? ¿Un solo ser?

Quizás la había idealizado tanto que de a poquito me fui componiendo con ella hasta descubrir que yo estaba completamente hecha de pedacitos de ella.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora