62. Uno, dos..

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Los minutos pasaban horriblemente despacio, como si de pronto el tiempo hubiera notado mi impaciencia por volver a verla pasar la puerta y hubiera decidido hacer de mi espera un dolor más. Cada ruido, tan pequeño como fuera, hacía que mi cuerpo entero se encogiera y abrazara un poco más a mi hija, quién temblaba entre mis brazos. Un ruido de arma de fuego se escuchó por el mismo piso en el que estábamos y Lux se acercó aún más a mi cuerpo, como si fuera posible.

—¿Lauren va a volver? —Preguntó con una tan fina voz que fue casi imposible para mi escucharla.

—Si. —Contesté justo antes de escuchar la puerta derrumbarse.

La puerta de la habitación de al lado, unos gritos de mujer y los sollozos de un bebé se hicieron escuchar. La mujer suplicó por su vida, después suplico por la de su hijo. Y entonces fue la voz de un hombre, con un acento mexicano, que se escuchó.

—Por favor, dejenos, por favor.
—Lloró la mujer.

Y entonces sus gritos, los sollozos del bebé, todo se quedó en silencio después de dos disparos. Alcé Lux en mis brazos y me encerré en el cuarto baño, antes de meternos a ambas en la bañera. Los golpes siguieron escuchándose, esta vez, en la habitación de enfrente. No pasaron más de cinco minutos cuando otro disparo dejo de nuevo un fino silencio en toda la planta. Sabia que ahora, ese o esos hombres llegarían a nuestra habitación. La fina esperanza de que Lauren llegara antes se volatilizo cuando oí los golpes contra mi puerta. La derrumbarían en poco segundos.

—Quédate aquí, oigas lo que oigas, quédate aquí. —Le dije a Lux cuando vi que agarraba con más fuerza mi camiseta al ver que me movía.

—Mamá.

—Lux, quédate aquí. —Susurré y ella asintió con las lágrimas encaminadas hacia sus mejillas, agarrada al peluche tan fuerte como le era posible.

Los golpes contra la puerta eran cada vez más fuertes y con más impaciencia. Me apoyé contra la pared frente a la puerta y deslice mis pies sobre ella para hacer fuerza e impedir que los golpes derrumbaran la puerta. Unos minutos pasaron hasta que los hombres se cansaron y pasaron a la habitación siguiente, o eso pensé, hasta que Lux apareció detrás de la puerta del baño, con los ojos rojos.

—Mamá. —Dijo con un tono de voz que me partió el alma, pero entonces escuché los pasos de aquel hombre volver hasta nuestra puerta y empujar con todas sus fuerzas.

Tal vez pensaría que no había nadie, y ahora, al oir la voz de Lux sabia que si. Lo sabia, y venía a hacernos lo mismo que le hizo a los demás. Lux se agarró a mi pierna derecha mientras yo seguía empujando la puerta con todas mis fuerzas, esperando que el hombre se cansará.

Dos golpes se escucharon contra la puerta y un disparo, cerré los ojos y alcé mi hija entre mis brazos pero nada pasó.

—Camila, Camz soy yo, abre.

Abrí los ojos tan rápido como su voz llego a mis oídos y abrí la puerta tirándome a su cuello, el corazón aún latiendo tan fuerte por el miedo que parecía que saldria de mi pecho en cualquier instante.

—¿Estáis bien? —Preguntó y asentí sin soltarla, viendo como aquel hombre se hallaba ahora tras Lauren con una bala en la cabeza.

—¿Que pasa Lauren?

—Han matado al presidente, lo han abatido y el pueblo esta.. Se ha iniciado un golpe de estado.

—¿Un golpe de Estado?

—Si, el pueblo se rebela contra el gobierno, y ser de Estados Unidos no viene bien.

—¿Como?

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora