55. Prométeme

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[Camila POV]

Ariana llamó a más de tres hoteles con un acento británico pésimo para coger alguna reserva. Estábamos solas en Londres, sin nada ni nadie. Suerte que aún tenía la tarjeta de crédito que me había dado Demi. Cuando por fin tuvimos una reserva a nombre de Ariana Grande le dije de pasarnos​ por un banco para poder sacar el dinero, pero me miró con el ceño fruncido antes de suspirar.

—La tarjeta es de Demi. Sabrá dónde estamos. —Dijo, y entre abri la boca antes de cerrarla enseguida. —No podemos usar esa tarjeta, Camila.

—Entonces.. ¿Qué usamos?
—Pregunté pérdida.

—Tengo dinero en una tarjeta a nombre de mis padres, antes que fallecieran. Podemos usarla, mientras mandaras esta tarjeta a Ally, y ella sacará dinero en algún estado de Estados Unidos, despistará Demi.
—Explico y asentí escuchando atentamente.

—Pensará que estoy allí donde he sacado el dinero.

—Claro, después Ally solo tendrá que mandarnos el dinero, y listo. —Dijo.

—¿Y ahora? —Pregunte, intentando calmar los sollozos de mi hija.

—Ahora vamos al hotel, ya veremos después. —Contestó.

Ambas salimos del aeropuerto y entramos en un taxi que nos llevo hasta el hotel dónde Ariana había echo la reserva. Cuando entramos en la recepción, un hombre medio calvo nos entregó las llaves y nos fuimos directamente a la habitación. Lux se quedó dormida minutos después de llegar. Ariana llamó Ally con un teléfono prepago, para explicarle lo que debía hacer. Mientras tanto decidí salir a comprar comida en alguna tienda.

—Ahora vuelvo. —Susurré a Ariana para que mi hija no se despertará.

—No te pierdas. —Contestó sonriendo antes de seguir con su llamada.

Salí de la habitación antes de volver a la recepción. El mismo hombre calvo seguía en su puesto, me acerqué enseguida para preguntarle la ubicación se alguna tienda cercana al hotel. El hombre, Paul, me dio tres direcciones distintas. Era padre soltero de dos hijos, la mayor cumplía doce en menos de un mes, y el pequeño tenía seis. Realmente no sé como llegaron esos datos a la conversación, pero no me arrepiento. Paul era buena persona. Caminé casi tres manzanas antes de llegar a una pequeña tienda entre dos calles. Supongo que era una pequeña empresa familiar: Gordon's & Sons.

Buenas tardes. —Saludó una mujer de edad avanzada cuando entré, y le sonreí.

Cogí un carrillo verde de los que estaban amontonados en la entrada y caminé hasta el pasillo para bebés. Deslice mi dedo por las diferentes marcas de leche en polvo hasta dar con la indicada, cinco kilos era más barato y de más larga duración. Cogí dos biberones grandes, un chupete de repuesto ya que con las prisas solo tenía uno y un paquete grande de pañales. Pagué con el dinero que me dió Ariana y me quedé unos segundos mirando el móvil prepago que estaba entre otras cosas. Dudé unos segundos antes de cogerlo y pagarlo también. Salí de la tienda y giré a la izquierda quedándome en un pequeño callejón antes de sacar el móvil y componer el número de Lauren.

Un pitido. Dos. Tres. Cuatro.

—¿Diga?

Mis ojos estaban humedecidos, y mis manos temblaban. Tenía miedo de no poder hablar. Pero tenía que hacerlo.

—¿Hola? —Suspiré la voz temblorosa antes de contestar. —¿Camila?

—¿Por qué?

—Camila, no me llames.

—Lauren, ¿que hice?

—Camila, por favor, es peligroso. Solo.. Olvídame.

—¿Olvidarte? ¿Te escuchas hablar?
—Dije dolida.

—Tu llamaste Demi.. No deberías haberlo echo ahora todo es mil veces más complicado.

—Tu me mentiste, no me dijiste que eras del CNI, que sabías que mi mujer era una narcotraficante. —Grité las lágrimas caminando por mis mejillas.

—Vale. No podemos hacer nada más. Por favor te lo pido.. Haz tu vida de nuevo. Trabaja, compra una casa, cuida de tu hija, enamórate..

—Eso es imposible. No puedo rehacer mi vida lejos de mi familia, de mis amigos, de ti..

—Camila, es por tu bien. Joder, intento protegerte.

—No puedo..

—Camila.

—No puedo hacerlo sin ti. Si al menos tu..

—No. Camila, se acabó. —Dijo fría, y un inmenso dolor en mi pecho apareció.

—¿Se acabó?

—No puedes hablar más conmigo. Prométeme que no volverás a llamarme, nunca más.

—Lauren..

—Promételo.

—Lo prometo.

—Adiós, Camila.

—Lauren.. —Escuché un último suspiro, creo que estaba llorando por qué escuché un sollozo acompañado de su suspiró justo antes de colgarme.

No sé cuánto tiempo me quedé en ese callejón, llorando en silencio, completamente destrozada. Tal vez fueron diez minutos, o una hora, no lo sé con exactitud. Pero cuando me levanté, algo en mi interior cambió.

Todos soñamos con un final feliz. Cuando somos niñas, soñamos con un castillo y un hermoso príncipe azul. En la adolescencia, soñamos con enamorar el chico popular del instituto, el rebelde con pelo negro y ojos verde. Una vez que entramos en la edad adulta, todo cambia. Solo soñamos con encontrar el amor verdadero. El caso es que somos humanos, y los humanos siempre quieren más. Una vez que encontramos el amor verdadero, automáticamente queremos otra cosa, y así hasta que nos morimos. Y algunas personas, se dan cuenta de la trágica realidad, los finales felices no existen. Es bastante simple en realidad. Un final nunca es feliz. El punto final de una historia puede ser tal vez menos dramática, menos dolorosa que otra, pero nunca es feliz del todo.

¿Este es el punto final de mi relación con Lauren?

Algunos dirían que si. Otros, tal vez que no. Yo misma ni lo se. Por que una cosa esta clara, Lauren es el amor de mi vida. Así que hay dos opciones, o el destino me tiene preparadas unas cuantas sorpresas mas con Lauren, o simplemente encontraré otra persona para mi. No una persona que me hara olvidar Lauren, por que eso es imposible, pero una persona que me hara llevar su ausencia con mas facilidad. Y a este mismo momento, solo espero una cosa, que esa persona no tarde demasiado en aparecer.

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A partir de ahora, es decir, de la tercera y última parte de la historia; todos los puntos de vista serán de Camila :).

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora