22. Magia

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[Camila POV]

—Lauren, ¿que quieres cenar?
—Pregunté desde la cocina a gritos. Pero no obtuve respuesta ninguna.
—Lauren. —Repetí, pero nada.

Me acerqué al sofá del salón y vi como estaba sentada tranquilamente embobada con algún partido de algún deporte aburrido. Se veía tan hermosa.. En realidad, ¿Cuando no se veía hermosa? Literalmente nunca. Siempre lo es.

—Hazme caso igual que le haces caso a la televisión. —Dije enrollando mis brazos alrededor de su cuello.

—Te hago caso. —Dijo riendo antes de besar mis labios.

—¿Que miras? —Pregunté curiosa antes de dar la vuelta al sofá y sentarme a su lado.

—Un partido de soccer femenino, ¿me habías llamado? —Asentí sonriendo. —Lo siento, ¿que pasa?

—¿Que quieres cenar?

—Prefiero hacer yo la cena, has tenido un día bastante..

—¿Emocionante?

—Dramático.

—Lo de Shawn.. Llegaste a tiempo y ni siquiera te he dado las gracias.

—Te ha tocado, y eso no se me borra de la cabeza. Hubiera llegado unos minutos antes y ese imbécil ni siquiera hubiera pasado la puerta.
—Dijo gruñiendo antes de cruzarse de brazos con el ceño fruncido.

—Eh.. Sin ti hubiera pasado el peor día de mi vida, pero llegaste Lauren. Gracias. —Dije sonriendo antes de besarla. —No te culpes, ¿bien? Y yo haré la cena.

—Enserio puedo cocinar.

—¿Cuantas veces has cocinado?

—Seria la primera vez pero..

—¿Cuantas primeras veces tienes pendiente Jauregui? —Pregunté riendo antes de levantarme.

—Tantas como tu quieras. —Contestó sonriendo antes de seguirme hasta la cocina. —¿Que hago? —Preguntó remangandose los brazos.

—Corta esto, pero sin hacerte daño eh. —Bromeé y me miro de reojo antes de empezar a cortar la cebolla.

Cogí unos huevos e hice unas tortillas más rápido de lo que solía tardar, comimos en el salón mientras me explicaba como se jugaba al soccer. Los ojos le brillaban, le gustaba ese deporte, pero como médico, como su médico, sé que aún no puede practicarlo, mucho menos teniendo el riñón de su padre.

—Así que.. ¿Dormiré contigo?

—Si. —Sonreí. —Dormir. —Repetí riendo antes de meterme bajo las sábanas una vez duchada y con el pijama. —Cuando quieras.

—Si, si, ya. —Dijo riendo antes de meterse a mi lado. —¿Vas a dormir ya? —Preguntó al ver que apagaba la luz y la miré el ceño fruncido. —Son las once y diez.

—Soy vieja, necesito descansar. —Dije sonriendo y ella borró su sonrisa.

—Primero no eres vieja, dios, eres guapísima. Y segundo mañana es domingo puedes quedarte dormida toda la mañana porque tu turno es de noche.

—Bueno, ¿y que quieres hacer?
—Pregunté la luz ya apagada, apoyada sobre mi mano mirándola.

—Lo que quiero hacer ahora mismo creo que Ally lo definiría como pecado. —Dijo y reí.

—¿Y si vemos una peli? —Pregunté riendo antes de coger el mando del televisor.

—Espero que valga la pena. —Dijo sonriendo.

Se acomodó entre mis brazos y sonreí como tonta al saberla conmigo a ese momento, entre mis brazos, mía. Puse la película que me indico y empezó. No le hacia mucho caso a la película, y es que es bastante complicado controlar tus impulsos sexuales cuando tienes una Lauren Jauregui entre tus brazos, en tu cama y sin sujetador bajo el pijama. Pero.. Sé que es su primera vez y quiero que sea algo especial para ella, quiero hacerle sentir la hermosa chica que es, quiero que se sienta como toda chica debe sentirse la primera vez que hace el amor con la persona que ama.

—Oye, ¿y tu padre? —Preguntó de pronto cuando la protagonista de la película maldicio la existencia de su progenitor.

—Murió hace tiempo, cáncer.

—Oh.. Lo siento Camz.

—¿Camz? —Sonreí.

—Ajá. —Dijo antes de acomodarse de nuevo. —¿Entonces que paso en la cafetería?

—Vino su novio, veintidós años menor que él. —Dije y me miro los ojos abiertos como platos. —Ya sé de donde he sacado los gustos. —Dije riendo y sonrió.

Perdonar nunca es sencillo. Tener rencor es sencillo, odiar es sencillo, pero perdonar es difícil. La gente a veces dice cosas que no piensa o hace cosas que no puede remediar. A veces nosotros hacemos esas cosas y nos consolamos para ahogar el dolor. Tenía miedo, tenía miedo de aprender que mi padre se fue porque ya no me quería. Lo que hizo es lo que fue pero lo que hizo no es lo que pensé. Han pasado casi veinte años desde que él mismo decidió irse, por amor. No lo sabia, pero hoy que lo sé me arrepiento por haberlo odiado tantos años. Aunque ya sea tarde para decirle que lo perdonó, yo sé que he perdonado los errores que cometió en el pasado, cuando lo hace tu corazón es más fuerte. Lo que hizo sigue ahí, lo que hizo permanece porque dejó huellas en mi, pero hoy sé que lo que hizo no fue por mi culpa, ni porque dejo de quererme, sino porque en una sociedad capitalista como la nuestra su amor no podía salir a la calle. Y por no perjudicar a sus hijos, a su familia.. Se fue sin mirar atrás, pero eso no significa que dejara de pensar en nosotros o de querernos. Ahora sé que nunca dejo de quererme, ahora sé que mi padre nunca se fue realmente de mi lado, y hoy tengo un ángel para cuidar de mi. Lo más duro de despedirse es tener que hacerlo cada día. Porque cada día hay que enfrentarse a una misma verdad.. Que la vida es breve, que nuestro tiempo aquí es corto. Y para honrar a los caídos debemos vivir bien nuestra propia vida.

No recuerdo mucho de mi padre, pero una de las cosas que nunca olvidaré sin duda era su obsesión con la magia que vive en los niños. El tenía claro que cuando nacemos todos vemos la magia que esta a nuestro alrededor, en su opinión todos empezamos conociendo la magia. Nacimos con torbellinos, bosques en llamas y cometas dentro de nosotros, nacimos siendo capaces de cantar a los pájaros, de leer las nubes y de ver nuestro destino en un grano de arena. Pero luego la vida hace desaparecer la magia de nuestra alma, porque la educan, le dan unos azotes, la lavan y la peinan. Él siempre me decía que viera la magia del mundo. Aún la veo, todavía la veo.. En el amor. Supongo que solo necesitaba a alguien que me recordará que no debo rendirme por seguir viendo esa magia que nos rodea, y no podía caer con mejor persona que Lauren.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora