57. Negro

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—Lauren esta aquí. —Dijo y fruncí el ceño incapaz de contestar, respiré hondo antes de responder.

Lauren. Estaba aquí.

Entonces, ¿ella era la del 4x4 negro?

—¿Donde aquí?

—En Londres. La vi en el parque, bueno, mejor dicho me vio en el parque.

—¿Lux la vio? —Pregunté pero Ariana se negó.

—Lauren si la vio.

—¿Que hace aquí? —Suspire.

—Quería hablar contigo, le dije que trabajabas, ella.. Ella ha vuelto a por ti, creo.

—¿Ahora? —Dije rabiosa.— Un año, Ariana. Tuve que esperar dos años enteros hasta que ella apareció.. Se quedo en mi vida meses y desapareció un año de nuevo. No soy un juguete de usar y tirar. Soy una persona, con sentimientos. Y tengo Lux.. Ella no puede entrar en mi vida si es para desaparecer de nuevo, no pienso dejarla hacer sufrir mi hija también. La odio, Ariana, la odio.. —Dije estallando en lágrimas entre los brazos de mi mejor amiga. —La odio.. —Repetí, porque tenía que repetirmelo mil veces al día para poder creérmelo.

—Lo sé..

—Mami.. ¿estas bien? —Pregunto Lux posando su manita sobre mi muslo, me sequé las lágrimas rápidamente y asentí.

—Si, cariño. Vamos a cenar. —Dije la voz algo ronca, Lux asintió y Ariana sonrió.

Cenamos casi en silencio escuchando lo que contaba Lux sobre su día. No estuve demasiado pendiente, Lauren estaba en mi mente. ¿Porque había vuelto ahora? Un año después. ¿El caso con Demi habría acabado?¿Podríamos volver a Miami? Tenía demasiadas preguntas pero no quería volver a verla.. Terminamos de cenar y Ariana se quedo un rato más en el salón viendo una película. Subí mi hija en su habitación y la dejé en la cama antes de desearle unas buenas noches.

—Mami.

—¿Si?

—¿Quien es Lauren?¿Porque te vuelve triste? —Pregunto desde su cama, arropada y los ojos grandes abiertos esperando mi respuesta.

—Es una vieja amiga, y no me vuelve triste simplemente me recuerda viejos tiempos. No te preocupes, cariño, mami esta bien. —Dije sonriente y ella asintió sin preguntar más.

Besé su frente antes de salir de su habitación dejando su puerta entre abierta. Me puse el pijama y me alisté para ir a la cama, quería terminar de una vez este día. Mi cabeza dolía de tanto recordar. A penas mi cabeza tocó mi almohada me dejé llevar por el sueño.

—Cam. Camilita. —Escuché y abrí los ojos despacio antes de bostezar.
—Es sábado, ¿lo olvidaste?

—¿Olvidarme de qué?

—Le prometiste a Lux que pasarías el día con ella. Yo empiezo a trabajar dentro de media hora y no volveré hasta el cierre. —Explicó y asentí.

—Vale, gracias por recordármelo.
—Dije antes de abrazarla. —Hasta luego. —Asintió antes de salir de mi habitación, escuché la puerta principal cerrarse y me dejé caer de nuevo sobre la cama.

Sentí la puerta de mi habitación abrirse de nuevo y sonreí al ver que se movía sola, Lux era tan pequeña que no se la veía desde mi lugar. Salto sobre la cama y vino para acurrucarse entre mis brazos.

—Es sábado mami.

—Lo sé cariño, hoy iremos al parque, ¿quieres?

—Si, a comer helado de banana.

—Si, como quieras. —Reí.

—Pero, ¿podemos dormir un poco más?

—Claro. —Sonreí antes de besar su frente.

En unos segundos ya se había dormido de nuevo. Era un pequeño ritual, los sábados no se madrugaba y quedábamos en la cama tanto como quisiéramos. Sentí la mesita empezar a vibrar, era mi móvil. Alce la mano para cogerlo y suspire al ver que era un número desconocido.

Tenemos que hablar. Lauren.

No contesté, simplemente no tenía ganas de hablar con ella, de verla o escuchar su voz. Di vueltas durante al menos veinte minutos pero nada, ya no podría volver a dormir. Me levanté despacio de la cama sin despertar mi hija y bajé las escaleras para servirme algo de café. Lo dejé calentando cuando escuché el timbre de la casa, me miré y arreglé un poco mi cabello, no quería parecer una loca. Abrí la puerta y me quedé boquiabierta. No dije nada, ella tampoco. Cerré de nuevo la puerta, con fuerza, pero ella puso su pies impidiendo cerrarla.

—Camila.. —Suspiro entrando en la casa.

—Nadie te invitó a entrar. —Dije sin mirarla, yendo hacia la cocina, cogí el café entre mis manos pero como torpe y nerviosa que me puse se me resbaló, quemando toda mi pierna.

—¿Estas bien?

—Suéltame Lauren. —Dije seria cuando sentí sus manos en mi cadera.

Y ella me soltó.

—Lo siento. ¿Como estas?

—Mucho peor desde que llegaste.

—Camila..

—Deja de repetir mil veces mi nombre, aún recuerdo mi nombre sin que tengan que recordarmelo. —Dije sería.

En realidad se me hacia difícil odiarla teniéndola tan cerca, sus ojos me lo hacían más difícil, su sonrisa, su voz.. El tono con el que decía mi nombre. Odiarla de lejos es muchísimo más fácil que odiarla tan cerca. Sé quedo en silencio unos largos minutos, demasiado largos para mi gusto pero tampoco dije nada. El café sobre mi pierna seguía ardiendo, y mi cabeza daba vueltas, solo que mi rabia me impedía tomarlo en serio.

—Mira, solo vengo para hablar de algo serio.

—¿Porque lo nuestro no es lo bastante serio para ti? —Bufé.

—No.. No dije eso. —Suspiro.— Es por el caso de Demi yo.. —Se me hacia cada vez más difícil escucharla. Mis oídos empezaron a taparse y mi cabeza daba vueltas.

De pronto todo se volvió negro, sentí mi cabeza chocarse contra el suelo. Escuché Lauren gritar y tirarse a mi lado, cogerme y llamarme una y otra vez. Pero todo seguía negro. Entonces oí a Lux empezar a llorar. Pero todo seguía negro y de nuevo no escuchaba nada. No podía moverme, ni hablar, ni siquiera oír. Todo simplemente estaba negro a mi alrededor. Y por un segundo pensé que seria hermoso morir ahí, a ese momento. Me enamoré, tuve una preciosa hija y las dos personas más importante de mi vida estaban juntas ahora, a mi lado. Podía morir así, lo aceptaría.

Besos Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora