Capitulo 26

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-¿Abraham? –Pregunté al ver como un chico salió de la nada para dirigirse a las escaleras.

-¿Keyla? –Frunció el ceño algo shockeado. –¿Qué haces aquí?

-Yo... ¿Tú eres Slyder? –Pregunté más que confundida. ¿Abraham era el padre de la pequeña Keyla?

-No, Slyder es mi hermano... –Entonces, un hombre de unos veinti largos años entró al salón para mirarme de arriba abajo. 

-Vaya, vaya, y yo que pensaba que ya no tendría más sorpresas por hoy... –Tragué saliva. ¿Por qué no regresé a mi casa y ya está? Sígueme, por favor.

Asentí y dándole una última mirada a Abraham, seguí a aquel hombre hasta un gran despacho. ¿Es que todo era grande y lujoso en esta casa?

-Y bien. ¿A qué debo la visita de esta gran dama?

-Yo... Vengo en nombre de Thalía...

-¿Qué Thalía? –Dijo como si el nombre no le sonara de nada.

-Ella... Trabajaba en Paradise in Hell y...

-Oh, conozco a tantas personas que trabajan ahí, querida. –Sonrió. –¿Cuál es tu nombre?

-Keyla...

-Keyla. –Su sonrisa se hizo más grande. –¿También trabajas allí? Porque créeme cuando digo que eres preciosa.

-No, yo no trabajo ahí ni en ningún lado. –Dije frunciendo el ceño. ¿Por qué todos me insinuaban que era una "chica de compañía"? Mire, señor... Thalía tuvo un bebé y ahora...

-¿Y a mi qué?

-Intento decirle que ella murió y que el bebé está completamente solo en el hospital.

-¿Y?

-¡Pues que la llevarán a un orfanato si nadie se hace cargo!

-¿Y pretendes que me haga cargo yo?

-Zoey me dijo que...

-Esa zorra no sabe lo que dice, querida Keyla. Además, ¿Qué me haga cargo yo? Ni que fuera su padre.

-Quizás si lo eres...

-¿Perdona? Thalía se acostaba con millones de tíos todos los días.

-Puedes hacerte una prueba de...

-Pero a ver, niña. ¿Qué me importa a mi el futuro de ese bebé? A mi como si se queda en ese hospital.

-¡Por Dios! –Me desesperé. –Es solo un bebé. Una niña indefensa que no merece vivir en un orfanato sin motivos. Lo sé por esperiencia propia.

-He dicho que ese niño no me importa.

-Es una niña. Se llama Keyla...

-¿Cómo tú? –Asentí avergonzada. –A ver, a ver, hagamos un trato. –Fruncí el ceño. –Me hago cargo de esa niña si tu te encargas de ella.

-¿Qué?

-Lo que oíste, preciosa. –Me puse de pie. –Supongo que alguien debe darle cariño de madre aunque viva aquí.

-Pero yo no...

-Te pagaré muy bien. –Sonrió haciéndome enfadar.
-¡Está loco! ¿Cómo va a pagarme por ser su madre? ¡Solo tengo dieciocho años! ¿Cómo pretende que me haga cargo de una niña?

-Eh, no grites. –Dijo de repente poniéndose serio. –Ya te dije que tu no debes hacer nada. Sólo tendrás que venir por aquí de vez en cuando para verla y listo.

-¿Qué?

-Puedo ofrecerte otra cosa. ¿Qué te parece trabajar para mi? ¿Pero este tipo que se creía?

-¿Cómo qué trabajar?

-Ya sabes. Te mando a hacer algunos recados y listo. Eso sí, nunca podrás quejarte.

-¿Recados de que tipo? –Pregunté duditativa. Estaba empezando a tener miedo.

-Recados del tipo matar a alguien, vender droga y esas cosas. –Abrí los ojos como platos anted de oír su risa. –Es broma. ¿De verdad crees que soy tan malo como para mandarte a hacer eso?

-No te conozco de nada.

-Pues deberías. –Levantó el dedo índice. –Ya veré que hago con ese engendro... Y contigo...

-Yo...

-Ahora vete antes de que me arrepienta de esta conversación. –Parpadeé unas cuantas veces antes de reaccionar.

-¿Entonces que...

-Ya te dije que voy a mirar que hago con esa niña. Si es mía, me haré cargo. Pero si no lo es... La dejaré en el primer orfanato que encuentre. ¿Está bien? –Asentí aun no muy convencida. –Muy bien. Te llamaré si necesito algo tuyo, Keyla.

No quise decir más nada y salí rápidamente de esa horrible casa.

¿Pero qué le pasaba a ese hombre? ¿Qué yo fuera la madre de esa bebé? ¿Estamos locos o qué pasa? ¿Y que le hiciera trabajos? ¿Pero qué diablos? ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? Porque ese tal Slyder dijo que me llamaría si le hacía falta...

En que lio me había metido yo sola, por Dios.

Between GhostsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora