Capirulo 49

297 34 0
                                    

-Te dije que me vengaría de ti, querida Keyla.

Abrí los ojos de golpe al oír esa voz.

-No... ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estoy?

-¿No lo recuerdas? –Sandy rió altamente. –Quizás esa estúpida bruja me alejara de ti un tiempo, pero estoy de vuelta.

-¡Dejame en paz! –Grité intentando soltarme de donde estaba amarrada. Si no recordaba mal, estaba en la misma habitación de la otra vez.

-¿Qué te deje en paz? ¿Pero tú te oyes? –Volvió a reír antes de acercarse hasta mi para agarrarme de las mejillas apretando.

-¿Qué quieres, Sandy?

-Ya lo dije, venganza. Tú me hiciste sufrir a mi y ahora es tu turno.

-Y-yo te dije que no fue...

-¡Cállate! –Sin verlo venir, golpeó mi mejilla haciéndome temblar.

-¡Estás loca!

-¿Loca yo? Verás quién se quedará loca cuando te quite a ese demonio que llevas dentro.

-¿Qué? –Pregunté abriendo bien los ojos antes de mirar mi estómago. ¿Se referirá a...

-Venga ya, Keyla. Llevo mucho tiempo esperando este momento.

-¿Es-estás diciendo que estoy...

-¿Embarazada? –Soltó una gran carcajada. –Eso no es un bebé, cariño. Es un enjendro del mal, y debe morir antes de nacer.

-¿Qué? ¡NO! –Grité removiéndome, pero las cuerdas no cedían. –¡Suéltame!

-Oh, lo siento, querida. Pero sólo podré soltarte cuando esa cosa desaparezca. –Dijo señalando mi estómago.
Además, ¿que más da? Estoy segura de que tú queridísimo padre estará muy decepcionado de su hija. ¿Embarazada a los dieciocho?

-Mentira...

-¿Mentira? ¿Estás segura de eso? ¿Y tú novio? –Sonrió con malicia. –¿Quién querrá a una preñada que carga a un demonio?

-¡Cállate!

-No, no me callo. –Se sacó un cuchillo de la espalda para señalarme con él. –Y ahora...

-Sandy, por favor...

-Adiós, Keyla.

-¡NO!

-¡Keyla, despierta!

-¡Déjame, déjame! –Grité moviéndome hacia todos lados intentando zafarme de su agarre.

-¡Soy yo, Keyla! Marco.

-¿Papá? –Dejé de removerme para abrir los ojos encontrándome con su cara de preocupación.

-Sí, soy yo, princesa. –Me moví en mi sitio con la intención de abrazarlo antes de darme cuenta de la sangre que me rodeaba.

No!

•••

-¿Cómo te encuentras?

-Bueno... –Estiré los brazos para que me abrazara. –¿Y papá?

-Hablando con el doctor.
Murmuró sin dejar de acariciar mi pelo. –¿Qué te pasó?

-No lo sé...

-Keyla, tu padre me dijo que te oyó gritar y cuando subió estabas inconsciente.

-Fue Sandy...

-¿Quién?

-Me secuestró, y quería matar a nuestro... –Me llevé las manos a la barriga recordando al bebé.
–¡Nuestro bebé! ¡¿Murió?! ¡Habia mucha sangre!

-¿Bebé? –Preguntó sorprendido. –¡¿Estabas embarazada?!

-¡Si! ¡No! No lo sé... –Confesé comenzando a llorar. –¡Ella me dijo que no debía vivir y luego había sangre!

-Oh, Dios...

-¡Keyla, ¿qué pasa?!

-¡¿El bebé está vivo?! –Pregunté en cuanto el doctor y Marco entraron en la habitación.

-Sí, tranquila. –Miré al doctor más aliviada para tocarme el estómago. –No lo hubiera estado si tu padre no te hubiera traído tan rápido.

-Dios...

-Ahora debes de cuidarte más que nunca. Podrías tener otro intento de aborto y en el que quizás no llegues a tiempo.
Asentí efusivas veces con la cabeza. –Bueno, os dejo solos. Luego pasaré con los papeles del alta.

El doctor salió de la habitación dejándonos totalmente en silencio.

-¿Sabias de ésto?

-¡No, papá! Sandy me lo dijo...

-¿Otra vez ella? –Me miró preocupado para luego abrazarme. –Bueno, da igual. Lo importante es qué estás aquí y estás bien.

-Y él bebé está bien... –Murmuré sonriendo para mirar a Efrén.
–¿Efri?

-Ay, madre. Un bebé... –Papá y yo nos miramos antes de comenzar a reír.

-Eso me demuestra que no fue planeado. –Ahora me miró seriamente achicando los ojos.
–¿Pero es que no sabéis lo que son los preservativos o qué?
–Dijo ahora mirando a Efrén.
No, no, ni me digas.

-¡Lo siento, Marco! Nunca creí que fuera a quedar embarazada. Incluso hablamos de lo que nos harías si se quedara embarazada. –Marco levantó una ceja para volverme a mirar.

-Yo... –Me encogí de hombros sin saber que decir.

-Bueno, bueno. Voy a buscar tú ropa para que te cambies antes de que el doctor vuelva.

-¿Estás feliz? –Pregunté una vez que papá nos había dejados solos en la habitación.

-¿Si? –Preguntó pasándose las manos por el pelo. –Supongo que si, Keyla...

-A mi también me tomó por sorpresa. –Confesé suspirando.
–Es surrealista ¿no? Un día estamos hablando sobre lo que pasaría si tuviéramos un bebé, y ahora vamos a tener uno...

-Sí... –Se levantó del sillón para sentarse a mi lado y abrazarme. –Quizás no haya esperado a éste bebé tan pronto, pero lo que sí sé es que voy a cuidarte lo suficiente para que nazca sano y salvo.

-Te quiero...

-Y yo a ti. Bueno, a vosotros.
–Reí por lo bajo para dejar un beso en su mejilla.

Quizás no había sido la mejor manera de enterarnos de algo así, pero sin embargo, había sido la mejor noticia de todas.

Between GhostsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora