SEMANAS DESPUÉS
-Quiero agua.
-Entonces siéntate aquí en lo que voy a comprarla. –Asentí para dirigirme a uno de los bancos que había cerca del parque. –¿Sin gas?
-Sí, y natural a poder ser.
-Vale. –Lo vi a alejarse antes de que me diera cuenta de los niños que jugaban en el parque.
-¡Eh, eres tú!
-Vaya, hola... –Murmuré sonriendole a la niña frente a mi. –Te llamabas Lia, ¿verdad?
-¡Si, aún te acuerdas!
-Claro. –Reí viendo como se sentaba a mi lado. –¿Y cómo estás, Lia?
-¡Bien! Adam nos trajo a jugar al parque.
-Que bien. –Sonreí antes de acordarme de algo. –Oye, ¿y sabes algo de Angélica?
-¿Angélica? ¡Está aquí!
-¿Ah, si? ¿Ya despertó?
–Pregunté buscándola por los alrededores. –¿Puedes llamarla? Me gustaría saludarla.-Está aquí... –Volvió a repetir mirándome confundida. –Justo aquí, te dice hola.
-¿Qué?
-Sí, ¿no la ves? Dice que tú la veías en el hospital.
-Sí, pero no... –Volví a mirar a dónde ella me señalaba, pero no había nadie. –¿Seguro de que está aquí?
Entonces, en el suelo se dibujaron unas palabras demostrándome que de verdad Angélica estaba allí.
-Dios, no puede ser. No puede ser...
-¿Qué pasa? ¿Por qué no la ves?
-¡No lo sé! –Grité comenzandome a desesperar.
–¿Ves a alguien más que sea como tú, Angélica?Lia miró hacia su izquierda como si esperara a que la otra niña respondiera.
-Dice que junto a aquella señora, –Señaló a una señora mayor que había paseando a su perro. –Hay otro señor, ella cree que es su marido.
Sin pensarlo, me puse de pie para caminar hacia la señora decidida.
-Perdone...
-¿Si?
-Perdón por mi indiscreción, ¿pero está casada? –Primero me miró extraño antes de asentir.
-Mi marido murió hace un año...
-Joder... Digo, lo siento. –Volví al banco donde Lia me había esperado para sentarme más que confundida. –No puedo creerlo...
-¡¿Lia?!
-¡Estoy aquí! –Gritó la niña moviendo las manos.
-¿Qué haces ahí? ¿La está molestando? –Adam me miró por un instante como si estuviera recordando algo. –Un momento... Yo a ti te conozco.
-¡Si, es Keyla!
-Ah, si. Coincidimos una vez en este mismo parque. –Asentí aunque no estuviera prestándole mucha atención. ¿Dónde diablos se había metido Efrén? ¡Quiero irme de aquí!
-¿Keyla, estás bien?
-¿Qué? ¡No! Digo, si... Solo estoy esperando a mi novio...
-Ah, no te molestamos más entonces. Vámonos, Lia.
-Espera, espera. ¿Puedo dejarte mi número de teléfono? –Adam me miró sorprendido pero aún así sacó su móvil para dármelo. Yo apunté mi número antes de volver a hablarle a la niña.
–Llámame cuando Angélica despierte, Lia. O simplemente cuando quieras hablar de... Eso.-¡Claro! ¡Adiós, Keyla!
-¿Hablar de qué?
-De nada, de nada. –Oí que le respondió Lia mientras que se alejaban de mi.
-Uff... Un poco más y no salgo. ¿Quién era ese?
-Tenemos que hablar.
-¿Qué? No me digas que era tu amante y...
-¡No! –Grité mientras que él reía.
-Son bromas, cariño...
-Es algo serio, Efrén. ¿Por qué no puedo verlos?
-¿A los espíritus?
-¡Si! –Abrió los ojos sorprendido antes de que yo le contara lo que había pasado con Angélica. –Con esto del bebé ni me había dado cuenta de que no los veía...
-¿Y que tiene eso de malo, Keyla?
-¡¿Qué tiene eso de malo?!
-Sí, por fin eres normal...
-¡Yo no quiero ser normal!
–Grité poniéndome de pie.-Eh, eh, cálmate. Le harás daño al bebé.
-¡El bebé! ¿Y si Sandy tenía razón? ¿Y si solo me traerá problemas?
-¿Qué? No vuelvas a decir eso de nuestro bebé, Keyla.
-Tú no lo entiendes, Efrén.
-¿Qué no lo entiendo? La que no entiende aquí eres tú, Keyla. Solo quiero tu bien y el del bebé.
-Yo no quiero vivir así...
–Murmuré antes de comenzar a llorar.¿Por qué tenía que pasarme esto a mi? ¿Por qué ahora que las cosas me iban bien?
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Between Ghosts
Ngẫu nhiên¿Qué hay después de la muerte? ¿Alguna vez alguien se había hecho esa pregunta? Hay diferentes opiniones y puntos de vista respecto a este tema. Unos dicen que nos rencarnamos en otras vidas, otros que no hay nada más allá de lo que vemos, y otros...