Epílogo

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-¡Nolan, a cenar!

-¿Por qué siempre tienes que gritar?

-Porque nunca me oye. –Rodé los ojos mientras que servía la cena.

-No es bueno para el bebé.

-El bebé está en muy buenas condiciones, Efrén.

-Sí tú lo dices... –Me llevé una mano al corazón y otra a la barriga ofendida.

-No le hagas caso a tu papá, Rose. No sabe lo que dice.

-Ajá.

Sí, la respuesta es afirmativa para la pregunta del millón. Estaba embarazada de nuevo, pero esta vez sí que lo habíamos buscado.

Dentro de cuatro meses tendríamos a nuestra pequeña Rose. Que en realidad su nombre completo era Charlotte Rose, nombre que había elegido yo para recordar siempre los buenos momentos que viví con mi mejor amiga.

-¡Nolan! ¿Pero este niño no me oye o qué?

-Voy a buscarlo.

-Por favor... –Murmuré indignada.

Nolan era un encantador niño que pronto cumpliría los seis años. Siempre estaba alegre y feliz.

Amaba la naturaleza, los animales, jugar con los niños en el parque o simplemente jugar solo en su cuarto con los juguetes.

Nos amaba a ambos, a Efrén y a mi, pero muchas veces no podía evitar sentirme algo celosa por su aferramiento hacia Efrén. Muchas veces de pequeño, solo se quedaba dormido o dejaba de llorar si él estaba presente.

-Aquí estamos.

-¡Por fin! Creía que tenía que subir yo también a buscaros.
–Nolan rió mientras que Efrén me había ignorado por completo para sentarse en su sitio. –¿Estás bien, Efri?

-Sí, luego hablamos. –Asentí encogiéndome de hombros para sentarme también y comenzar a comer.

•••

-¡Nolan, hora de dormir!

-¿Ya? Pero si aún es temprano...

-No, ya es hora de que duermas, corazón.

-¿Me llevas a la cama? –Lo miré apenada sin saber que decir.

-Cariño, sabes que no puedo cogerte...

-Es verdad, lo siento. –Se levantó del sillón para apagar la tele y sonreírme. –Ya estoy listo.

-Muy bien. –Sonreí orgullosa antes de que ambos subiéramos las escaleras para dirigirnos a su habitación.

Adoraba a mi hijo. Me encantaba  esa faceta de madurez y comprensión que tenía conmigo por estar embarazada. Muchos niños hubieran estado celosos de su futuro hermano o hermana, pero sin embargo, Nolan no lo estaba. Y eso era algo de lo que estaba muy agradecida.

-¿Quiéres que te lea un cuento?

-No...

-¿Y quieres hablarme de algo? Porque sabes que en mamá siempre puedes confiar ¿verdad?

-Sí, mamá.

-¿Entonces? –Insistí mientras que él fruncia el ceño.

Efrén me había comentado después de la cena, algo que había visto en la habitación de Nolan que lo había preocupado.

Al parecer, cuando fue a buscarlo para cenar, lo había escuchado hablar con alguien, cosa que lo asustó e incluso llegó a pensar que había alguien con él, pero al entrar no había nadie en el cuarto.

-No tengo nada que decir, mami.

-¿Seguro? ¿Ni siquiera la aparición de un amigo invisible?

Cuando era más pequeño, siempre andaba diciendo que tenía amigos invisibles por la casa. Yo no le daba mucha importancia, puesto que si hubieran sido espíritus, los hubiera visto por aquí. Pero Efrén siempre había pensado todo lo contrario, por eso siempre se mantenía al margen cuando yo tenía charlas sobre este tema con el niño.

-No... –Murmuró volviendo a fruncir el ceño confundido.

-Está bien, corazón. –Besé su cabeza. –Que duermas bien.

-Hasta mañana, mami.

-¿Quiéres que deje la luz encendida? –Pregunté antes de salir.

Muchas veces dejábamos una luz auxiliar encendida para que no se quedara la habitación totalmente oscura.

Lo que no esperaba, y ni siquiera se me hubiera pasado por la mente, fue la contestación de mi hijo que hizo que las sospechas de su padre se hicieran realidad helandome la sangre completamente.

-No hace falta, mami. Kendall me cuidará.


Between GhostsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora