Capítulo XXV: El Faro

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     No puedo seguir mirando. He tenido que dar la espalda a las cámaras y a las luces para poder tranquilizarme. Nathan está apagando las luces. Jefferson hace otro tanto, encargándose de apagar las cámaras. Un par de lágrimas brotan de mis ojos y caen sobre mis pies. Se mezclan con el hilo de sangre que va extendiéndose desde el charco sobre el que está la cabeza de Julliet. El arma que usó Jefferson descansa a un lado del cuerpo desnudo y sin vida que ahora no es más que un montón de huesos y piel inservibles.

Me siento enferma.

Me siento enferma y quiero morir.

—Al final, no ha salido tan mal —dice Jefferson cuando ya todo está totalmente apagado—. Fue una buena sesión.

Nadie se fija en mis sollozos silenciosos. Es como si de repente me hubiera vuelto invisible. Jefferson sólo toma a Julliet por los tobillos para arrastrarla y llevarla hasta una habitación oculta. La lleva como si ella jamás hubiera sido un ser humano. En silencio, Nathan sólo me toma por el brazo derecho para conducirme hacia el túnel que nos trajo aquí en primer lugar. Subimos al auto y él enciende el motor. Yo sólo puedo mirar mis manos, que están simbólicamente manchadas con la sangre de Julliet. Y Nathan no se da cuenta de ello. Podría romper en llanto ahora mismo, y a él no le importaría.

—Supongo que tendremos que esperar un poco antes de la siguiente sesión —dice Nathan una vez que el granero comienza a quedarse atrás.

Mi respuesta son sólo algunas lágrimas solitarias. Un sollozo silencioso tampoco consigue llamar su atención.

— ¿Estás escuchándome, Maxine?

—No quiero continuar con esto...

Él esboza una sonrisa cruel.

—Oh, vamos. Sólo un poco más. Mark prometió que podríamos elegir a la siguiente modelo.

— ¿Esto fue lo que le hicimos a Kate...?

Ríe con suficiencia. ¿Qué clase de desquiciado es Nathan Prescott?

—Tú misma tuviste la idea.

—Eso no puede ser cierto...

—Deja de pensarlo tanto. Al final, nadie tiene idea de lo que hacemos. Estaremos bien.

—Esto es un crimen... ¡Ellas no son modelos!

— ¿Crees que Mark consiguió su fama tomando selfies con sus mejores amigos? Al menos podrías ser un poco más agradecida. Está enseñándonos sus secretos, ¿sabes?

—Pues yo no seguiré formando parte de esto.

—No tienes más opción. Y por tu propio bien, será mejor que dejes de lloriquear.

—Jefferson mató a Julliet. ¿Y por qué? ¿Qué mal hizo ella?

—Intentó defenderse.

—Por instinto natural.

—Si la hubiéramos dejado ir con vida, Julliet habría ido con la policía.

—Entonces, ¿Kate también pudo haber muerto?

—Sí. Tú lo sabes. La dosis no fue suficiente, pero al menos ella no tiene idea de lo que sucedió en el cuarto oscuro.

Esa voz que Kate recuerda tuvo que ser la de Mark Jefferson, deleitándose al ver a Kate drogada, martirizada y suplicando piedad.

—Lo que sucede en el cuarto oscuro tiene que terminar, Nathan...

Love is StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora