Capítulo XLI: ¿Dónde Está Max?

553 54 20
                                    

Es un poco confusa la forma en la que reacciona mi cuerpo en cuanto mis pulmones comienzan a recibir oxígeno, o en cuanto mi consciencia se percata de que mis pulmones están funcionando normalmente. A pesar de que me siento con la imperiosa necesidad de inhalar con fuerza, hasta terminar tosiendo, también siento una molestia en el costado derecho de mi cuerpo que me impide respirar con normalidad y que propaga una punzada de dolor a lo largo de todo mi cuerpo. Mis dedos se cierran sobre sí mismos sobre una sábana vieja, así como mi cabeza gira por un instante para que mis mejillas puedan tocar la misma clase de tela en las almohadas.

Sé que me han despojado de mi chaqueta. También sé que hace un poco de frio en este lugar. Y siento que la nariz húmeda de un perro está... ¿Quién mierda ha dejado entrar a un perro a mi habitación?

Me cuesta abrir los ojos. Mis párpados se sienten pesados, como cortinas de acero que quieren impedir a toda cota que me levante de esta cama. Y cuando finalmente puedo ver al rededor, sólo me doy cuenta de que todo lo que hay en este sitio... no es mío.

No estoy en mi habitación.

No estoy en casa.

Y el estúpido perro aún está olfateando el costado donde siento las punzadas de dolor.

M-mierda...

¿Por qué estoy en el camión de Frank?

—M-Max...

Mi voz se escucha ronca, e incluso me da la impresión de que no es totalmente mía. De que no la he escuchado en... ¿Cuánto tiempo llevo en este lugar? ¿Cómo fue que llegué aquí? ¿Por qué mi costado no deja de doler?

—M-Max...

Incorporarme es una tarea titánica, especialmente por el hecho de que las punzadas de dolor aumentan. Pero sólo soportando ese dolor puedo darme cuenta de que alguien ha vendado mi costado, y que hay una pequeña mancha de sangre... Bien, no es tan pequeña como parece. Como sea... M-mierda... E-esto duele...

—M-Max...

El perro no se aparta de mí, sin importar que yo me haya levantado al fin de la cama. Tan sólo retrocede un poco cuando me ve caer de nuevo sobre esas sábanas viejas. M-me cuesta mantener el equilibrio.

Y-ya no aguanto el dolor...

—M-Max...

Consigo levantarme de nuevo, aunque quisiera no hacerlo.

Piensa, Chloe... ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué fue lo que sucedió?

— ¡Max...!

No es agradable que sea Frank quien viene hacia la habitación. Su aspecto sigue siendo el mismo. ¿En qué momento habrá pensado Max que era una buena idea venir aquí? Sé que yo no se lo sugerí. Jamás lo habría hecho. No después de saber que...

—Chloe, despertaste.

Por supuesto que desperté, idiota.

— ¿Qué fue lo que pasó, Frank?

Será mejor que no pretenda dar rodeos. No tengo tiempo para juegos.

—Dímelo tú. ¿Cómo te sientes?

Con ese tono de voz que siempre usa, me es imposible saber si realmente le interesa o si está enfadado conmigo. Y si estuviera enfadado, ¿a mí qué más me da?

Love is StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora