32. Secrets

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El portal los escupió en otra calle, todos cayeron con alaridos de sorpresa y se incorporaron con rapidez, sus atuendos eran increíblemente coloridos en comparación al lugar en donde se encontraban.

Las calles eran de adoquines negros como la noche y las casas tenían tonos opacos y tristes, no había ningún alma por la calle y el frío del invierno era palpable, no sabían en donde se encontraban.

- ¿En dónde creen que estamos? -preguntó Lee, dándole su abrigo a Sara, ya que él no lo necesitaba. El lugar le parecía vagamente conocido, como si ya hubiese estado allí antes.

- Alemania -se fijó Matsuri- miren.

Efectivamente, había un símbolo que se había creado en Alemania, por un hombre despreciable e inhumano, una bandera que representaba el racismo mismo en un dibujo. La esvástica negra en la bandera roja era el único color que reinaba en el lugar tétrico y triste, un lugar, asumían, consumido por el dolor y la guerra de un mundo sin derechos.

- Hmp... segunda guerra mundial -susurró Neji, recordando vivencias, pero en ese tiempo a él le aburrían las guerras, así que no había prestado menor atención a esa época. Solo había subido para luchar unas cuantas veces.

- Si es así -dijo Sara- tenemos que escondernos ya.

Y justo al final de esa oración, dos luces los cegaron, era una camioneta nazi, con los policías haciendo guardia, pronto los seis se echaron a correr hacia un callejón, antes de que los vieran y mataran por estar fuera después del toque de queda y encima vestidos de una forma tan indecente para la época.

Los chicos les dieron sus abrigos a las chicas al igual que Lee lo había hecho, para que, por lo menos, taparan esos colores chillones y no llamaran la atención. El ambiente cada vez se volvía más frío y recién ahí, corriendo, pudieron ver que la nieve comenzaba a formase en el pasto y el el techo de las casas.

- No creo que este lugar sea Alemania -opinó Gaara, observando por doquier.

- ¿Y en dónde piensas que estamos? -preguntó Sara, pero antes de que Gaara pudiera responder, la puerta de una de las casas se abrió, y una mujer vestida con un largo camisón y con el rostro transformado por la preocupación salió de la casa.

- ¿Qué piensan que están haciendo hablando tan alto a estas horas, niños? -susurró tan bajo como pudo, observó al final del callejón y suspiró con alivio para luego observarlos de pies a cabeza con duda, luego a sus atuendos y su expresión cambió a entendimiento- Entren.

Ellos se miraron, no tenían mejor opción, aunque no se fiaban del todo de una extraña tan amable. Tal vez era una señal del cielo.

La casa, a diferencia de todo lo demás, era espaciosa y hogareña, tal vez no tan cálida, ya que prohibían el uso de la chimenea por la noche. La mujer, de pelo blanco y gesto cansado los invitó a sentarse junto con café y pan, no había nada más, ya que la economía estaba demasiado destruida. Ella se movía lentamente y temblaba levemente, no parecía muy vieja, pero tampoco muy joven, el miedo se veía en sus ojos.

- Hijo -le dijo a Lee suavemente- cierra las cortinas, ¡Anda! No queremos que nos vean con las luces encendidas.

Lee hizo todo con rapidez y volvió a sentarse mientras que la vieja servía el café.

- Y díganme, niños -comenzó- ¿Qué estaban haciendo en medio de la calle a esta hora? ¿No saben que Hitler ama torturar a civiles como ustedes? No le den más razones para matar, se los ruego. La Gestapo no dudaría en llevárselos.

Ellos no dijeron nada.

- ¿Qué año es este? -preguntó Sara con timidez, la mujer le dio una mirada intensa, llena de confusión, tomó un sorbo del café, sin dejar de observar con suspicacia a la chica rubia frente a ella.

Red Moon //Sasusaku, Naruhina, Saiino, Nejiten, Shikatema//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora