Los Ángeles son espíritus bondadosos que sirven como representantes de Dios en la tierra, ayudan a los humanos y los protegen de las tinieblas.
"La profecía lo dice claramente:
El primero de Diciembre del año 1900 nacerán cinco niños o niñas, reenc...
- Oh, veo que la servidumbre ya la conoce -fingió Hidan viendo a los tres con una sonrisa- ¿Qué hacen aquí? Pensé que odiaban el lugar.
- No finjas, Hidan -dijo Sasuke- sabes lo que estamos buscando, Han te mandó, ¿no es así?
Hidan ensanchó su sonrisa y no soltó a la rubia, había visto como Shikamaru los observaba. Por su parte, se había quedado estática, sabía que debía de soltar a Hidan, pero no podía hacer una escena frente a la muchachita que los seguía.
La susodicha pidió el paso con educación antes de observar a los tres y de nuevo a Hidan y Temari.
- Lo siento mucho, señores -volvió su mirada a los chicos- por favor, caballeros, deben ser de la cocina, síganme.
Temari levantó una ceja, la doncella observaba a Sasuke con los ojos muy abiertos y las mejillas rosadas, sonrió, a Sakura no le gustaría. Pero su sonrisa se borró al toparse con el rostro de Shikamaru, ni siquiera parecía que le molestara la situación, solo la observaba con curiosidad, como queriendo saber su siguiente acción.
Los tres chicos siguieron a la muchacha y se alejaron por el pasillo, Hidan soltó suavemente a la rubia y la miró con una sonrisa petulante en los labios.
- Así que eres la chica de Nara, ¿Eh?
Ahí estaba, la jerga normal, ya sabía ella que no hablaba realmente como un caballero victoriano. No le respondió.
- ¿Quién eres tú realmente, Hidan?
A él le brillaron los ojos.
- Digamos que estoy aquí para "interceptarlos" -hizo un gesto con los dedos- pero creo que encontré algo más divertido que hacer.
La observó de arriba a abajo con detenimiento y Temari apretó la mandíbula, odiaba ser vista de aquella forma, como un pedazo de carne, un objeto sin valor, una simple diversión.
- Piérdete -gruñó ella dejándolo atrás, a penas si se podía mover con ese ridículo y pesado vestido; Hidan la siguió sin perder la sonrisa.
- No te conviene alejarte de mi, preciosa -le informó levantando las cejas- sé lo que buscan y también sé en donde encontrarla.
Se detuvo en seco y lo miró con el ceño fruncido.
- ¿Dónde?
Hidan tomó su mano de nuevo y la ubicó en su fuerte brazo para luego caminar juntos.
- Te mostraré.
(...)
Sakura le sonrió a la doncella morena mientras se observaba en el espejo, su vestido era de la época, pero no dejaba de verse sexy; sus pequeños senos eran estrujados por el vestido, por lo que los realzaba y los hacia ver más voluptuosos, era de mangas cortas y volados de color plateado; dejaba ver sus hombros blanquecinos y se ajustaba hasta la cintura, donde caía en un acabado esponjoso hasta el suelo y tenía detalles bordados, sin duda, se veía como una reina.
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