Red Moon //Sasusaku, Naruhina, Saiino, Nejiten, Shikatema//

44. Blackbeard

Un conjunto de sensaciones sacudió a los protagonistas al salir del portal, el movimiento de la tierra los puso en alerta mientras a penas recobraban el sentido después de la sacudida del viaje

La tierra se balanceó y se dieron cuenta de inmediato de donde estaban.

El sonido de las gaviotas se los dijo primero, mientras el olor a sal y a moho se filtraba por sus sentidos; un cielo despejado les dio la bienvenida al mismo tiempo en el que el barco de madera volvía a moverse.

—¡Estamos en el mar! —chilló la rubia Ino, emocionada. Kiba siguió con la emoción mientras recorría el barco vacío y espacioso junto con ella, pero los demás permanecían callados.

—¿En dónde estamos? —preguntó Lin. Más allá de donde estaban parados pudo oír el bullicio cercano de La ciudad, gritos poco educados y edificios muy viejos. —Está claro que estamos muy lejos.

—Se ve como... Gran Bretaña, —acotó el Uchiha observando a su alrededor. El barco en el que se encontraban era el más grande de la bahía y estaba atado al muelle, sospechaba que también tenía un ancla. —Parece la Edad Media.

—Hmh. Lo he notado por la forma de vestir de las personas, —dijo Sai, —y, hablando de ello, parecemos muy extraños con las nuestras.

—Oh, es mi parte favorita, —exclamó la rubia.

—Ugh, odio esta época, —Ayami arrugó la nariz, —no existía la higiene corporal.

Después de debatir por un rato, decidieron explorar el barco en el que aparecieron, buscar ropa y empezar a buscar la llave. Itachi creía que había una razón para haber aparecido en un barco así, no podía ser el azar.

En el barco encontraron mucha comida de todo tipo, barriles enteros de vino y ropa vieja y raída. Fuera de eso, estaba completamente vacío.

—No me imaginaba este tipo de ropa, para ser exactos... —Ino apretaba los labios, fastidiada mientras Lin le ajustaba el vestido marrón y sin vida, era como un trapo viejo, aunque cómodo y liviano. —¿No se supone que en la edad media usaban fajas, pelucas y joyas?

—Por si no te has dado cuenta, rubiecilla, no estamos precisamente en un palacio. —Ayami rodó los ojos mientras se calzaba las botas de la época. Eran un poco pequeñas, pero ya que.

—Es solo para pasar desapercibido, Ino; —le sonrió Lin.

—Oh, claro, como si tu cabello lavanda y este montón de ropa vieja y rota no llamaran la atención.

—Touché, mademoiselle.

Se apresuraron a encontrarse con los chicos y bajaron del barco, explorando el lugar; pronto habían descubierto que estaban en Liverpool y el barco en que viajaban era de un rico comerciante que se dedicaba a llevar productos a través Del Mar, esa noche estaba programado un viaje a lo profundo, con destino a una América aun muy joven.

—¿Y qué hacemos? —preguntó Kiba, —¿nos vamos en ese montón de astillas o nos quedamos aquí?

—Creo que deberíamos ir, —dijo el Uchiha, —algo me dice que no caímos allí por accidente.

Estuvieron de acuerdo y volvieron a embarcar, dándose cuenta de que esta vez no eran los únicos, sino que había varios marineros y damas fuertes acompañándolos. Un hombre canoso y con unos kilos de más se les acercó, elevando una ceja.

—Ustedes, nunca los he visto, ¿Ya habían trabajado aquí?

—¡Oh! —Exclamó Ino, emocionada. —Capitán, claro que lo hicimos, ¿no recuerda? Le llevamos los aperitivos a su cabina y los hombres hicieron un gran trabajo en el viaje pasado.