XXXIX

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Al entrar notamos la gran cama matrimonial la única que quedaba vacía.

Mis manos comenzaron a sudar, cada que recorría con la mirada la habitación.
ㅡYo dormiré en el sillón, no te preocupes ㅡdijo. Volteé para mirarlo a los ojos, pero él no me devolvió la mirada.
Estaba desabotonando un poco la camisa.
Tragué saliva.
ㅡKook... ㅡsusurré. Él alzó la vista y me miró. Tenía las mejillas levemente rojas, la nariz y los ojos. Parecía cansado, al igual que yoㅡ. ¿Tienes hambre?

Él negó con la cabeza.
Se remangó un poco más la camisa y caminó lentamente hacía a mí. Miré sus firmes pasos. Después deslizó sus manos por mis brazos y se acercó a mí. Volvió a mirar y mi cara era de nerviosismo, cansancio e impaciente.

ㅡ¿Tu tienes hambre? ㅡsacudí la cabeza. Sus ojos castaños en ese momento brillaban en la luz tenue que había. Mi respiración comenzaba a entrecortarse, trataba de que él no lo notaráㅡ. Girate.
ㅡ¿Qué? ¿Porqué?
Él desvió la mirada y esperó hasta que temerosa obedecí.

Esperé, desconcertada, y nerviosa, sin saber qué se proponía Kook.
Cerré los ojos y me tenzé al notar sus manos en mis hombros.

Empezó a masajaer con movimientos suaves y seguros para aliviarme los músculos doloridos. Buscó puntos tensos, lo que me hizo inspirar con fuerza. La presión de sus manos aumentó, deslizando las palmas por la espalda a la vez que hundía los pulgares a cada lado de la columna. Arqueé la espalda como un gato. Kook subió despacio hasta que alcanzar los agarrotados hombros y cuello, y se concentró ahí, hasta que solté un suave gemido.

Podía convertirme en esclava de esas manos expertas.
Mi respiración se volvió lenta y profunda. El masaje me había relajado toda la espalda, deseé que nunca se acabará.

Cuando Kook apartó por fin las manos, me sorprendí al no desmoronarme en ese momento.

Me volví para mirarlo y agradecerle.
En cambio, él se había sonrojado.
ㅡVe a recostarte ㅡdijoㅡ. Te sentirás mejor si duermes un rato.
Kook se acercó para besarme en la sien izquierda, su lugar preferido.

Y así fue.
A penas toqué la cama, quedé en un profundo sueño.

***

Había dormido todo el día.

Cuando desperté, noté el cuerpo de Kook que dormía a mi lado. Me retiré instintivamente, y luego le di un suave codazo.
No se movió.

Estaba profundamente dormido. Me levanté cuidadosamente para no despertarlo. Me acerqué a él y me incliné para depositar un tierno beso en su frente.

Dormía profundamente con la boca entre abierta y roncaba levemente, sin inmutarse después del codazo.

Su rostro dormido estaba en paz. Tenía ojeras; no me había percatado hasta ese momento. Me levanté haciendo el menor ruido posible al salir. Empujé la entornada puerta con cuidado de abrirla sólo lo justo para que cupiera mi cuerpo y evitar el chirrido que emitiera cuando se abría en su totalidad.

Los invitados salían y entraban de los cuartos.
Casi todos parecían gentes de calidad, gente adinerada. Parecía que muchos salían en las revistas europeas, con vestidos elegante y extravagantes.

Con cuidado de no ser vista, salí de la casa y caminé hacía el jardín, donde se suponía había un limite de la mansión.

Quería conocer un poco el lugar, así que decidí ir a mirar.
Una mirada no haría daño.

Enfrente de mi había árboles de bambú como lo habían dicho.
En él, había un camino de piedras que te conducía a sus adentros.

Caminé varios metros, hasta encontrarme con un puente de color rojo con verde pálido que cruzaba un lago.

Adagio ➳ j.kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora