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(Un año antes)

Trago saliva nerviosa, e intento relajarme para no ponerme a sudar y que pueda notarlo.

- No estoy del todo segura de hacer esto - le susurro en el oído tratando de hacer el mínimo ruido posible.

- Vamos, no seas cobarde - me anima sacando la lengua y yo suspiro.

- Si fuera valiente estaría en Osadía, listo - respondo con sarcasmo (algo bastante usual en nuestra facción) dándole un pequeño manotazo en el brazo, y él se encoge de hombros y se limita a seguir sonriendo.

Eso me distrae ; Últimamente no sonríe mucho. Pero ahora se le ve feliz, emocionado. Lo noto.

- Tenemos un minuto exacto antes de que suenen las alarmas - observa su reloj de pulsera (todos los eruditos tenemos uno) y me da un pequeño apretón de manos - Vamos allá.

Abrimos la puerta del laboratorio, y sin perder tiempo nos ponemos a mirar entre los papeles, en busca del prototipo del futuro suero de la verdad.

- ¿ Lo ves por alguna parte ? - le pregunto nerviosa, abriendo los cajones de una de las mesas. Ir en contra de las normas no es lo mío.

- No- niega mientras rebusca en los armarios- y en cualquier momento se activará la alarma.

Como si le hubieran escuchado, las alarmas comienzan a sonar con fuerza, y en cuestión de segundos podemos escuchar cómo algunos vienen rápidamente a comprobar lo que está pasando. No suele haber robos en Erudición.

- ¡ Aquí está ! - grito histérica agarrando la pequeña cápsula. Él me felicita y agarra mi mano, esbozando una de esas sonrisas que pone cuando me va a pedir hacer algo que no me gusta.

- ¿ Lista para echar a correr ?

- Eso jamás - resoplo rodando los ojos, y resignada pongo a funcionar mis piernas.

- ¡ Eh, allí ! - los gritos se escuchan por detrás de nosotros, mientras corremos por los pasillos. Madre mía, rezo para que no nos pillen - ¡ Deteneos ! ¡ Que no escapen !

Él no tiene ningún problema en correr a toda velocidad, pero yo me tropiezo varias veces. Una suerte que me tiene agarrada de la mano e impide que me caiga al suelo.

- Serás torpe - ríe salvándome una vez más y yo muestro una sonrisa de disculpa. Estoy tan nerviosa y asustada que apenas puedo controlar mi propio cuerpo.

Al fin alcanzamos la salida del complejo, y de un tirón abrimos a la vez las translúcidas puertas blancas, perdiéndonos entre las calles con casas de color azul marino idénticas.

Cuando llegamos a la mía, nos detenemos para tomar aire en la entrada.

Entro, y trato de no hacer ruido. Si mi madre se enterara de lo que he hecho, no vería el sol (ni a Eric) nunca más.

Subo las escaleras como puedo, las piernas me tiemblan y mis pulmones arden por el esfuerzo. No es que mi físico sea malo, pero jamás había corrido tanto, y con semejante tensión.

Una vez en la azotea, me tumbo en la manta color cielo que ya siempre dejamos ahí para nuestras reuniones, y pongo la mano en mi corazón,notando como late a toda prisa bajo la piel.

- No quiero ni pensar en lo que pasaría si nos hubieran pillado robando- suspiro aliviada con los ojos cerrados, apretando el émbolo con el líquido naranja contra el bolsillo de mi pantalón.

- A veces es divertido arriesgarse un poco, Ross- noto como se tumba a mi lado y me giro para poder observarle mejor.

Mantiene una sonrisa satisfecha, y su respiración ya se ha tranquilizado, mientras que a mi aún me falta el aire.

Vuelvo a pensarlo una vez más;es increíblemente atractivo, especialmente con ese traje azul de Erudición.

- Eso será para ti. Yo solo lo hago por...

- Yaya, por tus insaciables ansias por saber, por conocer absolutamente todo lo que te rodea - me interrumpe imitando mi voz y yo asiento divertida al ver que ya se sabe mi frase de memoria.

- Ahora quizás no te preocupas tanto, pero ya verás como después de tu Ceremonia de Elección te enderezarás y serás tú el que tendrá que darme clases sobre cualquier materia - me echo a reír al imaginarnos dentro de unos años con trajes azules y gafas plateadas de forma redonda.

- Ross... - duda mirándome cautelosamente - no voy a escoger Erudición.

BETRAYALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora