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Cuatro llama a Enn, y se lo lleva a una de las habitaciones.

Segundos después, Rick sale blanco como la cal y Eric grita mi nombre.

Trago saliva nerviosa a más no poder, y me tambaleo hasta entrar en la inmaculada sala blanca, cerrando la puerta detrás de mi.

- Siéntate, iniciada - Eric me señala la silla sin mirarme, y yo hago lo que me dice, tratando de respirar profundamente para relajarme. Todo es blanco, y eso me irrita más de lo que esperaba.

La silla es como la del día de la Prueba de Aptitud, pero por lo que veo, en vez de tomarme el <<serum>> esta vez tienen que inyectarme el suero en vena.

Eric aprieta la pistola, para mi sorpresa con suavidad, y me pone unos electrodos en ambos lados de la sien, para después colocárselos él mismo.

- ¿ De quién es el miedo a la traicción ? - no puedo evitar preguntarlo antes de cerrar los ojos.

- Suponía que lo preguntarías, erudita- rueda los ojos exasperado, y opto por no contestarle - Es uno de los míos.

Me sorprendo abriendo mucho los ojos, y asiento con un creciente nudo en la garganta. Ya se me han quitado las ganas de seguir hablando.

- No hay un solo día que no me arrepienta de haberte abandonado, Elsie - susurra mirándome a los ojos, y yo noto como los míos se llenan de lágrimas. Respiro por la boca, y el aire sale entrecortado hacia afuera. No pienso llorar ; aquí no - Buena suerte, iniciada- y un último consejo- Sé valiente.

Cierro los ojos, mientras lo escucho teclear algo en el ordenador.

Ahora el miedo a la traicción no me parece tan inofensivo. ¿ Y si nuestro miedo es el mismo ? ¿ Y si él tiene miedo de traiccionar, y yo de ser traiccionada ?

Supongo que lo averiguaré pronto.

Noto un olor a savia y menta en el aire, así que abro los ojos. Vaya, estoy en Erudición. En mi casa, para ser exactos.

Mis pies se mueven solos escaleras abajo, y memorizo todo lo que puedo con la mirada ; hace tiempo que no vengo aquí.

Es entonces cuando los gritos comienzan. Intento llevarme las manos a los oídos escandalizada, no puedo volver a soportarlo. Sin embargo, mi cuerpo no responde a mis órdenes, y sigo avanzando en contra de mi voluntad hacia el sótano.

Quiero cerrar los ojos, o apartar la mirada, pero no puedo.

Sé lo que viene ahora.

Mi madre, Jeanine, aparece por la puerta, con un bote azul entre sus manos. Como es un alto cargo de Erudición, le dejan llevarse experimentos a casa. Aunque supongo que nadie pensaría que los probaría con su hijo.

- Rosalind, ven aquí - me llama, y yo, vestida de azul inmaculada, me acerco hasta ella.

Jeanine toma mi mano, y pone el émbolo en la palma.

La miro confundida, esto nunca ha pasado.

- Hoy te toca a ti - sonríe inocentemente, y la observo con los ojos desorbitados.

Mis manos se mueven solas, cogen el émbolo con líquido amarillo y lo coloca en una pistola, acercándola a la cabeza del chico que está atado en la silla.

- ¡ ME LO PROMETISTE, ELS, ME LO PROMETISTE ! ¡ JURASTE QUE ME AYUDARÍAS ! - gimotea mi hermano mayor (solo por un año) revolviéndose para tratar de soltarse. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, pero no soy capaz de detenerme - ¡ TRAIDORA ! ¡ TÚ, TRAIDORA, MI PROPIA HERMANA PEQUEÑA ! - vocifera, y lloro desesperadamente, inyectando el líquido en su cuello - ¡ ME HAS TRAICCIONADO ! ¡ MONSTRUO ! ¡ TRAICCIÓN !

"Miedo a la traicción", recuerdo. Y la simulación se acaba.

BETRAYALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora