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Eric me mira burlón asomado a la puerta del tren. Parece hacerle gracia verme correr para intentar alcanzarlo, cuando él hace tiempo que se ha subido.

- ¿ Necesitas ayuda, iniciada ?

Resoplo y acelero el paso. Tengo que subirme ya, o será tarde.

- ¡ Puedo sola ! - grito, dando un par de zancadas más, y me lanzo dentro del vagón. Mentiría si digo que me mantuve de pie.

- ¿ Estás bien ? - Eric intenta ocultar una sonrisa, y yo lo fulmino con la mirada.

- He tenido días mejores- me encojo de hombros y me siento en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Él hace lo mismo, enfrente de mi.

Miro por la ventana, y sonrío inconscientemente cunado algunos recuerdos salen a la luz.

- ¿ Te acuerdas de la primera vez que nos montamos en el tren juntos ?

Eric vuelve su cabeza hacia mi, y me muestra una pequeña sonrisa.

- ¿ Te refieres a cuando te tropezaste corriendo por las vías y tuvimos que esperar dos horas para el próximo tren ?

Asiento soltando una risa.

- Nunca he sido muy ágil- me excuso.

- Bueno, al menos ahora has mejorado.

Sonrío dándole la razón, y pienso cuántas veces se habría montado en el tren cuando aún estábamos en Erudición. No sé como no me di cuenta, pero su lado osado siempre ha estado ahí.

- ¿ Cuando supiste que pertenecías a Osadía ? - curioseo.

- Siempre, en realidad-admite- Sabía que debía alcanzar una buena condición física para lo que me esperaba, así que comencé a ejercitarme varios meses antes de la Prueba de Aptitud.

- Eso explica cómo te convertiste de un momento a otro en el chico más sexy de toda la escuela- hablo sin pensar.

Eric alza una ceja y estalla en carcajadas. Me sonrojo rápidamente al darme cuenta de lo que se me ha escapado.

- Así que te fijabas en eso, ¿ eh ?

BETRAYALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora