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Me vuelvo a la vez que mi madre hacia la entrada.

¿ Qué hace aquí ?

Tris recorre toda la sala, hasta que encuentra a Cuatro. Pero él no reacciona como ella esperaba.

- Cuatro - lo llama confundida, con la respiración agitada- Cuatro, soy yo, estás en una simulación.

- Él no puede oírte - dice Jeanine, acercándose con su séquito de eruditos.Tris pone cara de fastidio, y mira hacia otro lado- ¿ Es increíble, no ? Todo lo que pensamos que forma una persona - continua, rodeándole - pensamientos, emociones, historia... todo anulado por la química.

- Cuatro- vuelve a llamarlo, tragando saliva.

- Ya no está- interrumpe Jeanine con expresión aburrida - Y todos estamos más seguros por ello.

- ¿ Seguros ?- pregunta Tris irónicamente, y espeta - ¿ Por qué más seguros ?

- Lo magnífico del sistema de facciones, es que la conformidad con la facción elimina el riesgo de que cualquiera ejerza su voluntad propia- responde fríamente, acercándose a ella - Los divergentes amenazan ese sistema.

Mi madre se aleja tras echarle una mirada, y vuelve a colocarse al lado de Cuatro.

- No me malinterpretes - continúa - Hay cierta belleza en tu resistencia a la categorización. Pero es una belleza que no nos podemos permitir.

Siempre me ha impresionado la forma en la que mi madre utilizaba las palabra para sus discursos. Admiraba eso de ella. Pero ahora, todo lo que siento por ella es pura repugnancia.

Jeanine hace una seña a uno de los eruditos, y éste teclea algo en una tableta, que intuyo que tiene que ver con las funciones cerebrales de Cuatro.

Él se lanza contra Tris, que grita sorprendida, y hace todo lo posible por sacárselo de encima. Miro la escena preocupada, tengo que hacerlo ya.

Desengancho mi pistola del cinturón y apunto hacia mi madre.

- Para todo esto, Jeanine.

La gente que está en la sala me apunta también rápidamente, pero los ignoro.

- Me parece que no estás en condiciones de pedir nada, hija - sonríe ella, señalando a sus guardias. Los miro y me encojo de hombros. Sé que voy a morir, pero al menos lo haré salvando a un montón de gente.

- Puede que alguno de ellos consiga acertar, pero te aseguro que mientras caigo vaciaré todo mi cartucho sobre ti. Y entonces, ¿ quien gobernará las facciones ?

Ella ríe con maldad, pero me obedece, volviéndose hacia las pantallas en las que se ven a los soldados osados reuniendo a todos los abnegados y apuntándolos a la cabeza.

Antes de presionar el botón, Jeanine se vuelve levemente hacia atrás, y asiente a alguien detrás de mi.

No me da tiempo a reaccionar, y noto un pinchazo en mi cuello.

Me vuelvo sorprendida tocándome la zona, y mi boca cae desencajada hacia abajo cuando veo que ha sido Eric.

En el mismo instante, mis piernas fallan, y caigo al suelo. Intento levantarme confundida, no sé qué es lo que me está pasando, pero no puedo moverme.

- Bien hecho, Eric - escucho la voz de Jeanine, y la veo aparecer frente a mis ojos - ¿ Sabes, Rosalind ? Lo peor de la traición es que nunca viene de los enemigos.

Mis ojos se deslizan nerviosos por el techo, hasta dar con su cara.

Lo miro con ira, y él baja la cabeza evitando mi mirada, como siempre lo ha hecho.

Jeanine se aleja, y mientras me retuerzo de dolor en el suelo, escucho de fondo un tiroteo, por lo que intuyo que Tris ha conseguido "despertar" a Cuatro.

Pero dejo de prestarle atención a lo demás, solo me fijo en el rostro de Eric, que está arrodillado junto a mi. Es curioso, porque tiene una expresión asustada, como si le diera miedo verme morir.

- Parece que el miedo a la traición nunca va a abandonarnos - bromeo sarcásticamente, con las pocas fuerzas que me quedan.

Casi puedo notar el aire escapándose de mis pulmones. Grito con todas mis fuerzas y tiemblo violentamente, el dolor abrasando mis venas por todo mi cuerpo.

Intento no perder la consciencia, no todavía. El dolor es insoportable, pero si voy a morir, quiero hacerlo siendo osada, aguantando y con los ojos abiertos.

Noto vagamente una mano acariciando mi mejilla con suavidad, y giro como puedo la cabeza para mirarle. Me sorprendo al verle ; está llorando, llorando a lágrima viva. Nunca había visto a Eric llorar. Y menos como un niño.

- Lo siento, te amo, lo siento , te amo - repite una y otra vez con la voz rota, inclinándose aún más hacia mi.

- Es gracioso - susurro con una débil sonrisa - Yo también.

Cuando sus labios besan los míos con brusquedad, y el chispazo (esta vez de emoción) recorre mi organismo, todo el odio hacia él desaparece.

En este momento, me da igual el daño que me ha hecho, me da igual que me haya traicionado. Solo desearía poder pasar más tiempo con él.

Veo la culpabilidad y la desesperación en su mirada, así que me esfuerzo en sonreír y le tomo de la mano, apretándola débilmente.

- Te perdono, Eric - suspiro, dejando escapar el aire, y lo escucho sollozar una vez más.

Y mientras caigo en las garras del sueño, y siento sus fuertes brazos rodear mi cuerpo, miro los nombres tachados en mi muñeca.

Jeanine, Jamie, Erudición, Enn... Eric

Parece que al final, ninguno apostó por mi.

Pero yo sí me sacrifiqué por ellos.

BETRAYALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora