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Escucho.

Es lo primero que pienso cuando recobro la consciencia.

Estoy escuchando algo ; voces, movimiento, pitidos...

Abro los ojos y observo el techo marrón que se extiende delante de mi.

Vaya, ¿ ya estoy muerta ? No sé porqué me imaginaba la vida del más allá en habitaciones de color blanco limpísimas, como las de Erudición. Pero para nada creía que iba a estar rodeada de color marrón, y menos aún de un casi imperceptible olor a estiércol.

- ¿ Ross ?

Trato de incorporarme, y me vuelvo hacia la voz. Quizás es Dios, que me llama. Sabía que si Él existía conocería todo de nosotros. Por eso conoce ese nombre.

Pero cuando me vuelvo y me siento sobre la cama, que por cierto es bastante más comoda que las de Osadía, Dios tiene cara de Eric.

- ¿ Tú también has muerto ? - pregunto muy confundida, frunciendo el ceño.

Él ríe, y se abalanza para darme un fuerte abrazo. Después besa con ansia mis labios.

Sí, definitivamente esto es el cielo. Ni en cien años el Eric que yo conozco mostraría tanto entusiasmo por verme.

- Estás viva- suspira aliviado metiéndome el pelo tras las orejas. Observo como abre la puerta de la cabaña, y sale al jardín del exterior para tomar el aire.

- ¿ Viva ? - reacciono poniéndome de pie de un salto y siguiéndolo hacia fuera - ¿ Quieres decir que no he muerto ?

Él asiente feliz, y yo grito de alegría y me lanzo en sus brazos eufórica.

Eric ríe, me alza en volandas y damos vueltas el uno sobre el otro. Sí, en plan película de la Antigua Era. Solo falta la música.

- Espera, ¿ qué ha pasado con los abnegados ? - pregunto preocupada. Yo estoy bien, pero eso no significa que los demás también lo estén.

- Tris y Cuatro consiguieron detener la simulación. Abnegación está a salvo, aunque todo es un caos. La mitad de Osadía se ha aliado con Erudición, y la otra mitad sostiene que deben defender a Abnegación. Verdad se mantiene imparcial por el momento, y ya sabes que Cordialidad nunca se mete en disputas por el poder -resume dejándome en el suelo.

- ¿ Es aquí donde estamos, en Cordialidad ? - pregunto mirando a mi alrededor, pero la respuesta está bien clara. Jamás había estado en un lugar tan hermoso, tan verde y lleno de vida - Espera, ¿ desde cuando menciones a Cuatro sin añadir una estúpida burla ?

- Bueno, ahora somos algo así como amigos - se encoje de hombros y se ríe ante mi expresión incrédula - Bueno, dejémosolo en que no nos odiamos tanto. Él está saliendo con Tris,no contigo, y los ayudé a escapar así que...

- ¿ Están aquí, los dos ? - pregunto ansiosa por verlos.

- Sí, están a salvo. También vinieron Marcus y Caleb con nosotros. Ah, y Peter, el hermano.. el hermano de Enn- comenta cauteloso, y yo asiento suspirando aliviada.

- ¿ Cómo... cómo es que no he muerto, Eric ? - rompo el silencio. Tengo que preguntarlo.

Él suspira, acariciándose la nuca.

- No ibas a salir viva de ahí, Ross, y lo sabías. Jeanine me ordenó insertarte el suero de la muerte, pero conseguí cambiarlo por el de la tortura cuando no estaba mirando.

- ¿ Tortura ?

- Un nuevo suero. Si te soy sincero, no sabía si te mataría. No se había probado hasta el momento - sus manos tiemblan por un momento, y lo miro con ternura.

- Eso explica por qué dolía tanto- río tratando de bromear, y él niega con la cabeza ante mi extraño sentido del humor.

Después, se pone serio y me toma de las manos.

- Lo siento, Elsie. Siento haberte hecho sufrir tanto. Y no lo digo solo por esto último.

Acaricio sus mejillas con mis pulgares, y lo agarro de la camiseta, que por cierto, es de color naranja apagado, para atraerlo hacia mis labios.

- Olvídalo, Eric- sonrío abrazándolo, y tras un rato lo separo de mi y lo miro a los ojos - ¿ Y qué haremos ahora ?

- Por el momento, luchar juntos y seguir viviendo como los osados que somos- decide con firmeza, y por su cara se extiende una sonrisa juguetona - ¿ Que tal una carrera hasta el comedor ? Si gano tendrás que gritar a pleno pulmón que soy tu novio y que me amas más que a nada en el mundo.

- Ah, ¿ y es eso cierto ? - pregunto desafiándolo alzando una ceja.

Él sonríe y me agarra de la cintura, pegándome suavemente a su cuerpo.

- Sí, sí lo es, iniciada- asegura dándome un toquecito en la nariz.

Sonrío embobada y me acerco para darle un beso.

Él cierra los ojos y se inclina hacia mi, y es cuando aprovecho para zafarme de su agarre y tomar ventaja en la carrera.

- ¡ Tramposa ! - grita detrás de mi.

Corro lo máximo que me permiten mis piernas entre flores y carcajadas divertidas.

Me giro sin detenerme para ver a Eric riendo tratando de alcanzarme.

Sonrío esperanzada y miro hacia delante.

Quizás aquí, en los verdes campos de Cordialidad, podamos empezar de nuevo.

FIN

BETRAYALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora