Capítulo 11: Humillación.

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Yo realmente nunca podré comprender cómo algunas personas pueden afirmar que "sin bullying, no es amistad", digo... no creo que sea "bullying" lo que sufra por parte de Stacy, pero de que me pasa a llevar y de manera muy fea, lo hace. Yo a lo que tengo con ella no puedo llamarle más "amistad", ni siquiera "compañerismo". "Abuso" creo que queda muy grande, pero queda por ahí cerca porque la cosa iba empeorando.

Bueno, dejaré un poco de lado aquel tema que me incomoda, para hablar acerca de... Armin. Con él la cosa pudo ir bien, sí, claro, pudo, pero si no fuera por ella, no andaría tan distanciado de mí. No, creo que exageré o al menos así lo siento, no sé, la cosa está rara ahí.

Apenas me responde los Whatsapps, no es que le hable taaanto pero es incómodo que ya no diga cosas tan amables como antes, como si perdiera el interés por tener una charla. ¿Le habría pasado algo? Porque andaba en línea.

Ah, ya sé qué le pasó, al menos tengo una suposición:

Me preguntó por cuál era el número de Stacy, me hice la loca y dije que no me lo sabía y que hablábamos por Facebook no más. Me insistió con su Facebook, le dije la que buscara entre mis contactos no más y ahí finalizó la conversación. Ni saludó ni se despidió.

Igual feo eso.

Al día siguiente, de milagro, él me saludó en la mañana, le devolví el saludo muy nerviosa, me preguntó si le podía prestar mi cuaderno de historia porque le faltó anotar un par de cosas, yo acepté y cuando se lo iba a entregar, literalmente, la gota rebalsó el vaso.

- ¡Toma el mío! -grito Stacy, lanzándole por la cara su cuaderno de TAPA DURA-. Esta weona no hace nada nunca, ni copia la materia, por eso le va mal, porque es floja.

La miré mal, sin embargo, había OTRA prioridad más.

- ¿Estás bien, Armin? -consulté preocupada.

- Eh... sí, dolió un poco -forzó una risa y tomó el cuaderno de Stacy-. ¡Gracias! -y se volteó.

Hice una mueca, la tonta comenzó a descojonarse.

- ¿Qué coño te hace tanta gracia? -desafié, muy molesta.

- Es que es un tonto, ¡se la creyó!

- Fuiste una pesada.

- ¿Y? ¡Igual aceptó!

Rodé los ojos.

En el primer recreo, ella me tomó del brazo y me arrastró fuera del salón entretanto decía:

- Ella, la maricona de la Nieve me anduvo rasguñando ayer, ¡vamos al baño que te enseño lo que me hizo esa perra desgraciada!

- Tan dog lover que eras... -reproché con ironía.

- ¡Ay, pero camina, idiota!

- Ya, ya voy...

Me llevó hasta el baño, donde me enseñó unos cortes en sus muñecas que eran perfectamente simétricos. Conozco a su perrita que apenas es una cachorra todavía, apenas tiene uñas para herir, se me hace lo último de ridículo que ande echándole la culpa al pobre animal de algo que hizo perfectamente ella.

- ¿Eso? Pff, no es la gran cosa -comenté porque eran típicos cortes superficiales en la capa de la piel, no la rajó, no la atravesó.

- ¡¿No te parece horrible?! Tú que odias a los perros, deberías golpearla por m...

Le di un ligero empujón para que se diera cuenta de que no estaba para estupideces. No odio los perros, me dan miedo que es muy diferente, eso no significa que vaya a apoyar el maltrato animal. Ridícula de mierda.

Al notar que me puse agresiva, me soltó un guantazo en la cara que me hizo chocar con la pared de azulejos. Varias niñas mayores y menores a nosotras nos quedaron mirando raro, una que se veía mucho mayor agarró a mi compañera de curso y otra me ayudó a levantarme. Rechacé la ayuda y salí del baño apresurada.

No iba a valer la pena acusarla porque la que comenzó con agresiones físicas fui yo, no me convenía. Mejor hacer como si nada.

Me escabullí hasta el salón de clases, de mi mochila saqué mi cuaderno de escritura y un bolígrafo. A los alumnos no nos dejan estar en los salones en hora de recreo, por ello corrí como pude hacia la galería que iba frente a la cancha principal. Me senté allí a escribir, mirando de reojo a Armin jugar fútbol, cada vez era mejor y no lo digo porque me guste, se notaba que le ponía el empeño para divertirse aunque fuera en contra de su voluntad. Amigos fijos no tenía, sólo al grupo de pesados que lo obligaban a jugar, al menos sabía sacarle partido al asunto y así no lo pasaban a llevar tan fuertemente.

Sin darme cuenta, ya tenía un párrafo lleno de detalles sobre cuánto amaba su rubia cabellera. No era un párrafo normal. Las reglas gramaticales dicen que lo recomendado es escribir un párrafo entre tres y seis líneas para evitar aburrir al lector. Tanta distracción me hizo escribir uno de catorce líneas, Dios, así quién no se aburre.

El resto del día Stacy ni me miró ni me dijo nada, de hecho, se cambió de puesto al lado de varias minas "únicas y originales" de mi curso, ¿qué las zorras populares, qué? Ellas desaparecieron, se transformaron en las "lectoras bipolares, locas e irreverentes, llenas de sarcasmo", no por algo tengo como única amiga mujer a Nayara que vive en España y a Selena que tiene mínimo de cerebro. Ayleen es simpática y todo, pero no la considero una amiga, no me ha apoyado en las malas, sólo en las buenas. 

Al día siguiente... Ugh.

Stacy de nuevo agarró manía conmigo, siendo cínica y con palabras del tipo "ay, te quiero, mejor amiga" a cada rato, no sé, que se mantuviera picada o que pidiera disculpas por último era más pasable a tener que lidiar con la hipocresía.

Cuando me dejó en paz, me dediqué a comer unos dulces que compré en el kiosko del colegio, a escondidas de la profesora. Al finalizar de comer, oí que ella se reía, no de forma disimulada, parecía hasta sobreactuado.

- ¿Qué te pasa? -dije, con el ceño fruncido.

- ¡Mira, Armin! -gritó.

Él volteó a mirar, ella señaló su celular con fotos mías de yo distraída y cómo no, comiendo dulces, con enfoque perfecto y zoom a mis espinillas. ¿Era necesario eso último? No me daba vergüenza tomarme fotos que me viera mal para hacer chistes, sin embargo, ésto no era un chiste.

Ella seguía riendo como si gritara o chillara, muy molesto. El chico que me gustaba se limitó a mirar la foto, una pequeña mueca incómoda, me miró a mí, y parecía algo nervioso, se dio la vuelta. No dijo nada al respecto.

Decidí tragarme olas y olas de charlas tontas con mi "amiga del alma"; donde insultó a mi exnovio Lars y a su banda, tratando de así ganar mi confianza, cuando en realidad menos me podía interesar el tema, hasta que fue la salida. Andaba de mal ánimo, no quise espiar a Armin como de costumbre, así que no lo esperé y me fui sola, sin nadie a quién mirar.

Él iba atrás mío. Lo noté cuando volteé a mirar por si alguien me seguía. Vivíamos cerca, por eso tomábamos el mismo camino. Hacía algo de frío, aunque, con abrigar mis rodillas con calcetas largas hasta los muslos, me ahorraba en gastar dinero para medias que se rompen y no abrigan nada. Sólo había un problema: el viento.

Se me levantó la falda y me tapé por delante a lo Marilyn Monroe y por detrás se me vio todo. Miré disimuladamente para atrás y Armin se estaba riendo. ¡AHHHH!

Me agarré la falda por detrás y comencé a correr como perra en celo hacia mi casa, ¡ahhh, qué vergüenza!

¡La stalker del nerd ataca! (Armin Arlert, SNK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora