- ¿Adriana qué has hecho? - dice mi abuelo con cara de enfado.
-¡Me prometiste que lo cuidarías! ¡Me lo prometiste Adriana! ¡Has faltado a tu promesa! ¡Has dejado morir a Silvestre! ¡No has hecho nada para remediarlo! ¡Ni siquiera estabas allí cuando murió! Los dos hemos muerto por tu culpa...
- ¡Adriana! ¡Adriana despierta! ¡Estas soñando Adriana!
Abro los ojos. Estoy sudando. El corazón va a mil. La lámpara de la mesita de noche está encendida y Kevin está encima de mi agarrándome por los brazos. Por su gesto, veo que está asustado, pero enseguida se relaja. Sin esperarlo, tira de mí y me rodea con sus fuertes brazos y hace que yo quede sentada en la cama.
-¡Dios! Menudo susto me has dado - contesta pegado a mi cuerpo. Sigo en shock por la pesadilla y las palabras no me salen.
Poco a poco, mis pulsaciones van bajando. Parece que Kevin se da cuenta porque separándose un poco de mi me pregunta:
-¿Estás mejor? - asiento como puedo. La verdad es que su abrazo me ha tranquilizado bastante.
-¿Qué estabas soñando?
-No.. no lo sé, solo sé que era horrible... -le miento. No puedo hablar de lo que pasó con mi abuelo. No estoy preparada para ello, y menos ahora. Sin poder evitarlo, una lágrima se me escapa. Me abrazo las piernas. Kevin que está sentado enfrente de mí, rápidamente coge mi cara entre sus manos, me limpia la lágrima y me vuelve a abrazar.
-No te preocupes, solo ha sido un sueño. Yo estoy aquí. No te pasará nada -agradezco sus palabras y todo lo que está haciendo por mi. Aún sin conocerme de nada, me está demostrando más que cualquier otra persona.
-Gracias - contesto. No soy capaz de decir nada más. Nos mantenemos abrazados durante unos minutos hasta que por fin consigo calmarme. Entonces, separándose de mí, me mira a la cara y cogiéndome un mechón de pelo, que se me ha escapado del moño, me lo coloca detrás de la oreja, mientras dice:
-Venga, sigamos durmiendo, solo son las cuatro de la madrugada.
Nos echamos de nuevo en la cama. Kevin apaga la luz y seguidamente se echa a mi lado. Pasa su brazo por encima de mi y me acerca a su cuerpo. Eso me reconforta. Nunca me imaginé esta situación así... Pensé que si alguna vez dormíamos juntos no lo haríamos con tanta ropa.
Noto su respiración en mi cuello, me concentro en ella hasta que caigo rendida en los brazos de Morfeo.
Cansada de dormir, abro los ojos despacio. Estoy sola en la cama. ¿Dónde se ha metido Kevin?
De pronto miro hacia los pies de mi cama. Me acuerdo de mi pequeño Gucci y empiezo a llorar. Con tanto lloro como llevo estos días me voy a secar como un geranio al sol. No quiero que nadie más me vea llorar y en especial Kevin, al final va a pensar que soy una sensiblona, y no, de eso nada. Rápidamente me limpio las lágrimas y corro al baño para lavarme la cara y borrar todo rastro de llanto que haya en esta y ya de paso, lavarme los dientes y peinarme un poquito, que por lo menos, Kevin me vea mona.
Cuando salgo del baño, me dirijo hacia la cocina. Allí está Kevin hablando por teléfono, parece enfadado:
-¡No me importa lo que tú me digas! ¡He dicho que no lo voy a permitir! -Al darse cuenta de mi presencia cuelga la llamada y cambia su gesto hacia uno más relajado. Acercándose hasta donde estoy yo para darme un beso en la mejilla, afirma:
-Buenos días preciosa, ¿cómo te encuentras? - ¿Preciosa? ¿He oído bien? ¿¡Me ha llamado preciosa!? Creo que acabo de perder las braguitas. Sonriendo como una bobalicona le respondo:
-La verdad es que hoy me encuentro mucho mejor. Gracias por todo.
Como una tonta me le quedo mirando mientras asiente.
-He estado rebuscando en tu cocina, y bueno, he preparado el desayuno con lo que tenías, espero que no te moleste - ¡¡ ME MUERO!! Me ha preparado el desayuno. Nunca me he visto en otra igual. Con la cara de tonta todavía en la cara le contesto:
- No, no, por mí, puedes hacérmelo todos los días. - Kevin pone cara de "¿Qué está diciendo esta tía?" y entonces salgo de mi embobamiento y me doy cuenta de lo mal que ha sonado y corrijo el malentendido:
- El desayuno claro...
- Desayuna anda, que se te enfría el café - me contesta este, y veo que le ha hecho gracia.
Ambos desayunamos y hablamos de mil cosas sin importancia, hasta que me pregunta:
- ¿Qué tienes pensado hacer esta mañana? - su pregunta me descoloca pero le respondo con total sinceridad:
-Pues la verdad que hoy no tengo pensado ir a clase. Tengo que llamar a mi madre para contarle lo de Gucci y bueno, no sé, ya está. No tenía nada más planeado para esta mañana.
-Bueno, pues ya lo tienes. Te nombro mi guía turística. Te vienes conmigo a enseñarme el casco antiguo, que aunque no te lo creas, aún no he tenido tiempo de verlo.
Como no tengo nada mejor que hacer y sé que si me quedo en casa me amargaré todita y decido aceptar su proposición. Para que negarlo, me gusta estar con él.
-Acepto, pero con una condición.
-Tú dirás. -me responde.
- Seré tu guía turística si tú aceptas mi invitación a comer.
-Trato hecho. Pasaré a recogerte a las doce - y me levanta el meñique para cerrar el trato. Le imito y asiento.
Un tono, dos tonos, tres tonos...
-¿Sí? ¿Quién es? -pregunta una voz de un adolescente al otro lado del teléfono.
-Hola enano, soy Adri ¿Cómo estás? -Le contesto al loco de mi hermano pequeño. Raúl es diez años más pequeño que yo. Ha sido un niño bastante revoltoso; mis padres siempre han andado de cabeza con él. Pobrecillos lo que les cayó. Eso sí, no se aburren.
-¡Adriiii eres tú! Muy bien, con muchos deberes pero guay ¿y tú? ¿Cuándo vas a venir a vernos?
- Yo bien nene, muy pronto iré no te preocupes. Oye, ¿está por ahí mamá? - le pregunto
-Sí, ahora te la paso... - suelta el teléfono y se oye como llama a nuestra madre a voces:
- ¡Mamá! ¡Ponte al teléfono! ¡Ha llamado Adri! - Me río. Hay cosas que con el tiempo nunca van a cambiar.
-¡Hola hija! ¿Qué tal estás? ¿y Laura? ¿y Lola? ¿cómo se encuentra Gucci? -oír su nombre me apena, pero me he dicho a mí misma que no iba a llorar más.
- Bueno mamá, por eso te llamo... Gucci anoche... - y faltando a mi palabra, me desplomo y comienzo a llorar. Mi madre, al oírme, comprende lo que ha pasado y me consuela:
-Lo siento mi niña, pero ya era mayor. Son cosas que suceden tarde o temprano y debemos vivir con ello. Tú solo piensa en que ahora estará con el abuelo y los dos velarán por ti...
- Ya lo sé mamá, pero le echo mucho de menos...
- Adriana, cariño ¿por qué no vienes este fin de semana al pueblo? Así te despejas un poco. Además ayer estuve hablando con Asun y me dijo que Blanca viene este fin de semana, así podréis estar juntas.
- Vale mamá, me lo pensaré... - le contesto.
Hablamos durante una hora y quedo en que
llamaré para confirmarle si voy a ir al pueblo el fin de semana.A las doce en punto suena el telefonillo. Tan deprisa como puedo descuelgo.
-¿Sí?
-Hola buenos días, había contratado una guía turística para esta mañana. ¿es ahí? - responde Kevin. Riendo le contesto:
-Sí, enseguida baja.
-Perfecto. Espero impacienteMe miro al espejo de la entrada. Estoy perfecta. Cojo mis llaves y bajo dispuesta a disfrutar del día y de la compañía.
ESTÁS LEYENDO
Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...