Fecha: 16-10-2016
De: Adriana Fernández
Para: Kevin Martínez.
Asunto: Siete.
Hola mi amor, vuelve a ser dieciséis y como el mes pasado te escribo. Sigo sin saber de ti. Tu madre y tu hermana todos los días me dicen lo mismo, sigues metido en casa. No coges las llamadas ni respondes a los mensajes. Ni siquiera sé si leerás este email.
Sigo sumida en la pesadilla en la que me encuentro desde que nos dejaste aquí, aunque si te soy sincera, hay días que creo que, poco a poco, voy saliendo; otros, por el contrario, parece que me hundo más. Ya tolero hablar con la gente que me rodea, sin que ponga mala cara o de una contestación de la que minutos después sé que estaré arrepentida. Este mes he sido consciente de que nadie tiene la culpa de lo que me está pasando. En realidad quisiera echarte la culpa a ti, odiarte, pero como ya sabes, me es imposible.
Nunca estoy sola. Tengo gente maravillosa a mi alrededor. No me dejan desfallecer ni un solo segundo y si lo hago, me recuerda que tengo que luchar por nuestro Guisantito.
Me encantaría que vieras mi tripita de embarazada. Te iba a gustar tanto que no pararías de tocarla. Sí, eso es lo que hago gran parte del día. Es otra de las cosas que me hace sentir a tu lado.
¿Cómo ha ido tu mes? Por aquí, aunque sea octubre, sigue haciendo el mismo calor que cuando te fuiste, los días son todos iguales y aunque no pueden ser más soleados, para mí no pueden ser más oscuros y tristes. Parece que todas las mañanas me levanto en el mismo día. Como si no corriesen los días en el calendario. Es como sí, desde fuiste, el tiempo se hubiera detenido y vivo en una espiral que me ahoga y no me deja vivir. Lo único que me recuerda que no vivo en bucle son las cartas que llegan a tu nombre desde tu Editorial de Londres cada cierto tiempo. Si te digo la verdad, odio encontrarme cartas a tu nombre en el buzón. Me recuerdan que tú no estás, que te has ido y no sé cuando vas a volver.
Hablando de las cartas, no sé qué hacer con ellas. Cada vez son más frecuentes y pronto no quedará ningún hueco en el recibidor para colocarlas. Pero soy incapaz de abrirlas. Nunca me ha gustado coger lo que no es mío, aunque sé que tú me dirías que las abrieras. No sé, llámame ingenua pero algo dentro de mí me dice que debería abrirlas. Pero no. No me atrevo. Me da miedo encontrarme con algo que no me gustaría leer. Ojalá esté equivocada. Ojalá seas tú intentando decirme algo. Sé que algún día me armaré de valor y las abriré. Lo sé.
El Guisantito crece a una velocidad increíble, va a ser enorme. Estoy llegando a la última etapa del embarazo y, ¿te acuerdas el miedo que tenía al principio? Pues está volviendo. No sé si podré llegar a ser la buena madre que tú me decías que sería. Contigo era todo más fácil.
Cada vez falta menos para el día más importante en la vida de Laura. Hace una semana, consiguió sacarme de casa. Sí como lo lees, salí de casa, y si te digo la verdad no sufrí tanto como las otras veces. Es un paso ¿verdad? Fui con ella a la prueba del vestido de novia. Está guapísima Kevin, me encantaría que la vieras. Solo espero que el día de la boda de mi mejor amiga, tú estés a mi lado para que podamos disfrutar los dos de ese precioso día.
Ese día, por primera vez desde que te fuiste, no lloré por ti. Ver a mi mejor amiga vestida con un precioso vestido de novia me emocionó tanto que las lágrimas se me escaparon solas de los ojos. Fue increíble. Aun se me eriza la piel al acordarme del momento en el que la dependienta corrió las cortinas del probador y vi en medio de este, a la novia más guapa que he visto hasta ahora.
Ver a mi amiga vestida de novia me hizo darme cuenta de lo que realmente quiero en esta vida. Quiero pasarla contigo. Quiero casarme contigo mi vida. Quiero que veamos crecer a nuestro Guisantito. Lo quiero todo, pero solo contigo, mi amor.
Cásate conmigo mi amor. Te amo. No lo olvides nunca.
A y G.
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Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...