Capítulo 26

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Me quedo sin habla al ver a Luis a mi lado, sujetándome la muñeca

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Me quedo sin habla al ver a Luis a mi lado, sujetándome la muñeca. Mis nervios se disparan. Como le vea Kevin, aquí se lía gorda. Sin yo poder hacer nada, este me arrastra hasta un lugar apartado de todo el bullicio de gente.

- Luis, suéltame a la de una, suéltame a la de...

- ¿Qué vas a hacer si no lo hago? ¿Vas a llamar a tu guiri para que rescate como la última vez?

-Luis, por favor. Tengamos la fiesta en paz... - mi paciencia está empezando a agotarse...

Busco con la mirada a Kevin. Le veo en la barra, junto con Mario y Pablo. Perfecto. No se ha dado cuenta todavía. Y espero que esta conversación se acabe antes de que él se de cuenta. No quiero que este personaje que me agarra la muñeca nos arruine la noche... E

Entonces Laura y Blanca se acercan hasta donde estamos. Se han percatado de mi cara de mala leche y temen que cometa cualquier locura. Laura se acerca a Luis e intenta que este me suelte:

-Luis, creo que no es ni el momento ni el lugar para formar un espectáculo. Así que por favor, suelta a Adriana y olvídate de una vez por todas de ella.

- Pues fijate que yo creo que es mejor momento para ello -contesta con una sonrisa de superioridad en su cara.

-Tranquila Laura. Deja que Luis hable y que diga lo que tenga que decir. Intentad que Kevin no se percate de que él está aquí. -digo y se marchan para distraer a los chicos.

Cuando nos quedamos solos, Luis se acerca más a mí. Su cercanía me pone nerviosa. Apesta a alcohol. Como puedo le aparto de mí.

-¿Qué pasa? ¿No quieres que tu noviecito se entere de que estás conmigo? ¿Se pone celoso quizá?

-Dime lo que has venido a decirme y lárgate Luis. Creí que todo había quedado claro la última vez que nos vimos.

- ¿Tú crees? Qué pena que no coincida contigo.... Mi orgullo de hombre aún sigue herido - me susurra al oído mientras vuelve a pegar su cuerpo al mío. Esta vez soy incapaz de separarme de él. Me tiene acorralada junto a la pared y me sujeta las muñecas con demasiada fuerza como para separarle de mí. Su cuerpo me aprisiona. Entonces unas de sus manos empieza a recorre el escote de mi espalda. Como puedo me retuerzo, intentando que sus manos no me toquen, pero me es imposible...

- Luis, por tu bien suéltame.

- No te hagas la estrecha Adri... te encanta que te toque. Tu respiración te delatan. - dice mientras su dedo índice recorre todo mi cuello hasta llegar a mi escote. Como puedo me muevo para que aparte sus sucias manos de mí. Aún así es del todo imposible.

-Por favor, Luis suéltame, me haces daño...

Pero no lo hace. En su lugar, se acerca aún más a mí y empieza restregar su cuerpo con el mío. Voy a vomitar...

-¿Por qué tendría que hacerlo? ¿A caso yo no puedo jugar contigo como tú hiciste conmigo?

- ¡Dios Luis! ¿En serio?

Entonces un escalofrío recorre todo mi cuerpo y todas mis tripas se me revuelven cuando Luis posa su lengua sobre mi cuello. Como puedo me separo, pero este coge mi pelo y tira de él para retener mi cabeza. Estoy totalmente atrapada.

Luis vuelve a posar su boca en mi cuello y empieza a acercarse a mi boca. ¡Creo que me voy a morir del asco! Pienso, pienso, pienso. Pero no se me ocurre nada. Los nervios me bloquean.

Me relajo, dejo de hacer fuerza para soltarme. Esto le pilla Luis desprevenido y hace que se separe un poco de mí para ver por qué he cambiado mi actitud.. Me acerco a él con intención de besarle. Este se relaja aún más y suelta mis manos. Rodeo su cuello y acerco mi boca a escasos centímetros de la suya. Luis con una sonrisa dice:

-Así me gusta, que seas dócil.

Pega sus labios a los míos. Su lengua invade por completo mi boca. Y yo, poniendo en práctica lo que mi profesor de Educación Física nos enseñó en cuarto de la eso, le asesto un rodillazo en la entrepierna y me separo lo más rápido posible de él. El golpe hace que se doble del dolor y empiece a echar sapos y culebras por la boca.

- Nunca me subestimes a una mujer, Luis. – digo alejándome de él.

Antes de marcharme, me giro y este, aún retorciéndose de dolor, le advierto:

- Espero que esto sirva como aviso. No te vuelvas a acercar ni a Kevin ni a mí. Porque te aseguro que la próxima vez, te olvidas de ser padre.

Una vez dicho esto, me voy. Pero entonces veo a Kevin con el rostro desencajado acercándose hacia donde estoy. Cuando llega a mí, me abraza.

-¿Estás bien? ¿Qué te ha hecho? – dice mientras comprueba que estoy bien.

- Sí, tranquilo. Estoy perfectamente. Aunque él no creo que pueda decir lo mismo.

Kevin aparta la mirada de mí para ponerla sobre Luis que sigue doblado del dolor. Este último, sube la cabeza e intenta ponerse recto y como puede comenta con una sonrisa que hace que se me revuelvan todas las tripas:

-Hombre, mira que ha venido a salvar a la princesita en apuros... Su rana inglesa...

Kevin, al oír aquello, en décimas de segundo, se separa de mí y aproximándose a Luís vuelve a golpearle como ya lo hizo la otra vez en el restaurante. Este cae al suelo. Sujeto a Kevin para que no vuelva a repetirlo que brama señalando a Luis con el dedo índice:

- Te lo advertí una vez, no pienso repetírtelo una tercera vez. No acerques a Adriana.

Agarro la cabeza de Kevin hasta conseguir que me mire. Le digo para tranquilizarle.

- Eh, ya... por favor. No merece que perdamos ni un minuto más de nuestro tiempo. Va borracho y cualquier cosa que le digas, mañana ni se acordará. Olvidémonos de él – le digo mientras le doy un abrazo y salimos del local.

- Adriana, ¿eres consciente de lo que ha podido pasarte?

-Sí, pero ¿ha pasado? No ¿verdad? Pues ya está, tranquilízate que yo estoy bien. – miento a Kevin. En realidad, estoy hecha un manojo de nervios. Pero sé que si me muestro como estoy, Kevin no se conformará con un simple puñetazo y una advertencia...

Kevin no deja de andar de un lado a otro, y de su boca no sale ninguna palabra bonita... Entonces Kevin se acerca a mí y me agarra por los brazos, me mira a los ojos y en estos veo desesperación, rabia y frustración. A cada segundo que pasa, estos se vuelven más vidriosos, hasta que una lágrima se escapa de ellos:

-¡Dios Adriana! Lo siento, lo siento muchísimo mi vida. No debería haberte dejado sola sabiendo que ese desgraciado estaba aquí.

Verle llorar me parte el corazón, y sin poder pasar ni un segundo más separada de él, le rodeo la cintura con los brazos, me refugio en él y calmo su llanto:

-Kevin cariño, tú no eres el culpable de nada. No te fustigues más por favor, que eso me duele más que cualquier golpe que ese indeseable me pueda dar.

Separándome un poco de él, le miro a sus enrojecidos ojos y le seco las lágrimas como tantas veces me las ha secado él. Este cierra los ojos y deja caer su cabeza hasta que nuestras frentes se chocan. Entonces abre los ojos, nos miramos y de su boca sale un te quiero que hace que yo me derrita por completo y olvide lo que acaba de pasar.

- Y yo... - le contesto y ambos sonreímos. Lo que acaba de pasar no hace más que fortalecer el amor que sentimos el uno por el otro.

Me besa la frente y yo me abrazo más a él.

Kevin me hace valiente.




Besos de esos #EDITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora