No puedo creer lo que estoy viendo delante de mis narices.
El portal de la casa de Kevin está completamente llenos de regalos para bebés. Una silla de paseo, pañales, biberones, chupetes, ropita, muñecos...
- ¡¡¡ SORPRESAAAA!!! – gritan detrás de mí.
Toda mi familia sabía lo de mi embarazo pero, ¿cómo? Entonces miro a Kevin, el ha sido quien lo ha planeado todo. Él fue quien me dijo lo de la comida, él ha sido quien ha avisado a todo el mundo, me ha tenido engañada todo este tiempo. Por eso, estaba tan tranquilo esta mañana, porque sabía que la sorpresa no la íbamos a dar nosotros, me la iba a dar él a mí.
Estoy en estado de shock. No reacciono. Sigo plantada en la puerta de casa mirando hacia todos lados intentando buscar una respuesta lógica a todo lo que me está pasando. Y es cuando Kevin, mi amor, me abraza cuando soy consciente de la situación. Y es en ese momento cuando rompo a llorar como nunca antes había hecho. Lloro, lloro y lloro abrazada al mejor hombre que puedo tener a mi lado. En ese momento, Kevin abrazado a mí, me susurra al oído:
- ¡Qué suerte tiene mi Guisantito que tiene a la mamá más guapa de todas!
- ¡Qué suerte tenemos Guisantito y yo de tener al novio y papi! – le respondo separándome un poco de él para terminar besándole en los labios.
Mientras nos estábamos besando, un "Ohhhh" suena detrás de nosotros y todos los invitados empiezan a decir eso de " ¡Qué vivan los novios!" y "¡Qué se besen!" como si de una boda se tratase.
Mi familia y amigos corren a abrazarnos y felicitarnos. Las piernas me tiemblan como un flan. Aún no me creo lo que está pasando. Nunca me habría imaginado que este día fuese a dar un giro radical. Los pañuelos se convierten en un complemento más de la mayoría de nosotros. Todas las mujeres lloran de alegría y alguna que otra lagrimilla sale de los ojos de mi padre y de mi hermano en cuanto los abrazo, aunque intentan disimularlo con el típico "¡Ay! Me ha entrado algo en el ojo" que hace que todos nos riamos.
Una vez que todos estamos más tranquilos, ya hemos recogido todos los regalos del portal, metemos los platos sucios en el lavavajillas y limpiamos lo que aún queda sucios.
Cuando ya está todo limpio, nos salimos a la terraza a disfrutar de las vistas. Mientras los demás se beben una copa de vino, mi hermano y yo cambiamos el vino por un rico zumito.
Todos me preguntan como estoy y como voy llevando el embarazo.
- Bueno, ¿tenéis algún nombre pensado? – pregunta Laura
- La verdad es que por ahora se llama Guisantito – responde Kevin mientras toca mi por ahora plana tripa.
- ¿Guisantito? – claman mi abuela y Lola escandalizadas.
-¿Pero cómo podéis llamar así a mi nieto? – me reprocha mi abuela.
-Abueli, no te enfades, es simplemente hasta que sepamos el sexo del bebé.
Parece que mis palabras consiguen calmarla.
- Yo, cuando estaba embazada de Kevin, antes de saber que era un precioso niño, le llamaba "caramelito"
Un "Ohhh" algodonoso sale de mi garganta y mientras miro a mi precioso chico... Mientras apoyo la cabeza en su hombro le susurro:
- Mi caramelito... - digo tras darle un dulce beso en el cuello.
Sobre las doce de la noche se van mis padres, Sofía y Lucía. Como es muy tarde, les doy las llave de mi casa para que pasen allí la noche.
Cuando por fin nos quedamos solos, no puedo estar más feliz. De preparar la sorpresa a ser la sorprendida. Aún no me lo puedo creer.
Kevin está en la terraza terminándose su copa de vino mientras mira las fantásticas vistas a la ciudad. Sin pensármelo dos veces, me dirijo hacia donde está él y abrazándole por la espalda le digo:
- Gracias.
Mis palabras le pillan por sorpresa pues, girándose para quedar frente a mí, aún abrazados me contesta.
- ¿Gracias? ¿Por qué?
- Por hacerme la vida más fácil...
Cuando termino de hablar, Kevin sujeta mi cabeza con sus manos y juntamos nuestros labios y comenzamos un dulce y placentero beso.
- ¿Cómo has conseguido hacer todo esto? – le pregunto.
- Esta semana te he visto tan nerviosa y bloqueada por la comida de hoy que pensé que necesitabas que te sorprendieran a ti. – dice entre beso y beso.
- Te quiero
- Y yo mi amor – contesta mientras nos abrazamos con más fuerza aún y retomamos lo que esta mañana dejamos a medias en el salón. Pero algo le pasa, Kevin está raro, le noto nervioso.
- ¿Kevin? ¿Qué te pasa? ¿Te noto muy raro?
Al decirle eso, este se separa un poquitito de mí y con gesto serio se lleva las manos a la cabeza mientras cierra los ojos...
Me estoy empezando a asustar...
- Kevin por favor, no me asustes..
- Es que, no sé cómo decirte esto....
- ¿Decirme qué?- contesto nerviosa.- Kevin me estás asustando muchísimo...
- Verás... ahora que vamos a tener un bebé, quiero estar a tu lado todo el tiempo posible... He pensado que quizá podrías venirte conmigo a Londres y vivir los dos allí... - siento un gran zumbido en los oídos, no puedo pensar, no sé qué decir. Me está proponiendo ir a vivir con él a Londres – Verás, tengo varios amigos que podrían conseguirte un puesto de trabajo en sus empresas cuando el bebé haya nacido. Trabajarías de lo tuyo Adri. Vendremos a España siempre que quieras...
Sigo sin reaccionar, esta proposición me ha pillado totalmente fuera de banda. No sé qué contestarle. Cuando consigo salir de mi aturdimiento le contesto:
- No sé Kevin, en Londres no conozco a nadie. Tendría que empezar de cero. Lo que me propones está genial, pero por favor, déjame algún tiempo para pensármelo, ¿vale?
Kevin asiente. Después de lo que me ha dicho, su gesto está mucho más relajado. Ahora soy yo la que está más tensa. Este chico nunca dejará de sorprenderme.
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Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...