De: Adriana FernándezPara: Kevin Martínez.
Asunto: Hola de nuevo.
Hola mi amor, hoy es dieciséis de septiembre. Seis meses juntos. Seis apasionantes meses a mi lado. Seis meses en los que me has hecho la mujer más feliz del mundo y me has dado el mayor regalo que un hombre puede hacer a una mujer, nuestro bebé.
Pero ahora quiero odiarte. Quiero odiarte con todas mis fuerzas por haberme hecho más débil, por romper la coraza de mi corazón permitiéndote entrar para luego irte sin dar ni una mísera explicación. Sin responder a mis mensajes, por no coger mis llamadas, por devolver todas mis cartas. Aún así no consigo odiarte. No sé qué será lo que aquel día te pasó, por qué tuviste que dejarlo todo e irte sin más. No lo logro comprender. Todas las noches doy vueltas a aquel día. Cuando ya las cosas empezaban a irnos bien.
A veces pienso que nuestra relación está destinada al fracaso, que nunca tendrá un futuro. Que estamos confinados a terminar separados. Pero ¿¡por qué!? ¡Dime por qué maldita razón no podemos seguir juntos! ¡Dime por qué narices tuviste que coger ese vuelo e irte! ¡Dime por qué nuestra relación no puede ser como la de la gente normal! ¡Por qué todo nos pasa a nosotros! ¡Dime por qué te fuiste de mi lado! ¡Dímelo mi amor! Me ahogo entre preguntas a las que no soy capaz de responder.
Estás semanas sin saber de ti ha sido un completo infierno... No me apetece ver a nadie, odio a todo el mundo. Qué irónico ¿verdad? Odio a todo el mundo menos a ti. Me odio a mí misma por no odiarte. Por no dejar de amarte, por seguir esperándote cada noche, por quedarme frente a la puerta de nuestra casa horas y horas esperando verte volver con tu sonrisa de siempre. Pero nada, nunca vuelves.
He perdido el apetito. Sí, has leído bien. Ya no como tanto como lo hacía antes. La Adriana que comía por cuatro personas se fue contigo. Ahora solo queda la sombra de lo que fui, de lo que fui contigo.
Intento no llorar, pero es inevitable. Soy incapaz de no hacerlo. Pero entonces me miro la tripa. Sí. Ya tengo tripa. ¿Recuerdas las ganas que tenía de que me empezase a crecer la tripa? Mis padres dicen que son imaginaciones mías, que estoy más delgada que antes, pero yo si me noto un pequeño bultito. Es él el que me da fuerzas. Nuestro bebé.
Cuando te fuiste, me quedé horas en el aeropuerto, esperando verte. Creyendo que todo era una broma de mal gusto. Pero entonces anocheció y tu no llamaste. Pensé en coger un avión hacia Londres, pero recordé lo que me dijiste en casa, cuando me abrazabas.
Mis padres vinieron al día siguiente. Estaban asustados. Pensaban que nos había pasado algo en el camino. No, no los llamé para decirles lo que había pasado. Desde ese día entré en un trance en el que a día de hoy continúo. Se quedaron unos días conmigo hasta que los convencí para que volvieran al pueblo. Les dije que me dejaran un tiempo para estar sola, para ser consciente de la situación y en un par de días volvería al pueblo con ellos. Volví, pero allí todo se me hacía cuesta arriba. Necesitaba estar más cerca de ti. Dormir abrazada a tu almohada, oler tu aroma en la ropa. Solo estando en casa me siento que no me ahogo.
Me han vuelto las pesadillas. Pero esta vez son más fuertes y más continúas. Incluso creo tenerlas despierta. Es horrible. Tengo muchísimo miedo mi amor.
Tu madre y Lucía me llaman todos los días. Siempre les pregunto lo mismo ¿Sabéis algo de Kevin? Pero su respuesta siempre es la misma. Nada. Nada desde que llegaste allí.
Lola viene todos los días a visitarme, me trae la comida y me obliga a comer. Está muy preocupada, lo veo en sus ojos y yo soy incapaz de tratarla como se merece. Me he vuelto huraña y eso hace que mi angustia se intensifique más y más. Odio estar así, odio sentirme así y odio ser así. Mi amor por favor, sácame de este pozo en el que cada vez me estoy hundiendo más y más.
Hace un par de días fui a la consulta de Andrés. Nuestro Guisantito ya mide 19 centímetros y pesa 200 gramos. Andrés dice que va a ser un bebé muy grande y no se explica cómo puede haber crecido tanto con lo nerviosa que estoy y lo poco que como. Pero es que va a ser como su papá, fuerte y alto como tú, mi vida.
He encontrado algo que me calma, al menos de momento. Escribirte. Sí mi amor. Solo en este momento en el que estoy frente al ordenador, echada en la cama a oscuras, siento que estas a mi lado, que puedo tocarte y decirte todo lo que te echo en falta. Aunque no siempre me salen las palabras. Hay noches que estoy horas frente al teclado, bloqueada, sin poder decirte todo lo que hay dentro de mí. Esos días son los peores y por desgracia son casi todos. Hoy no es un día de ellos.
Espero que lo leas y veas que no estoy enfada contigo, que no me olvido de ti y que te quiero con locura.
Que esto solo sea un bache más en el camino y podamos superarlo.
Añoro tus besos, esos besos de esos que solo tú me das.
Te queremos.
A y G.
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Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...