Capítulo 44

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España, 16 de diciembre de 2016.

No puedo con mi cuerpo, soy una pelota. Hace semanas que dejé de verme los pies. Me duelen los tobillos, los tengo hinchados y me cuesta horrores andar y mucho más levantarme del sofá, y ya no hablo de la cama. Como siga a este ritmo va a hacer falta una grúa para ponerme de pie.

Hoy hace un día de perros, llueve a cantaros y Pipí está tan revoltosa que ya no sé qué hacer con ella. Mi humor hoy está como el tiempo. Es uno de esos días que lo único que me apetece es hacer una limpieza a fondo en casa,  con la música a todo volumen. Pero como estoy embarazadísima no soy capaz ni de agacharme a por el cubo de la fregona.

Cuando estoy terminando de recoger la habitación, mi móvil comienza a vibrar. Todo lo rápido que puedo voy hacia la mesa del salón donde lo he dejado y descuelgo.

-¿Sí?

-¡¡CUMPLEAÑOS FEEEELIZ!! ¡¡CUMPLEAÑOS FEEELIZ!! ¡TE DESEAMOS ADRIANA, CUMPLEAÑOS FEEELIZ!! – canta mis padres, mi hermano y mi abuela a coro. Sin quererlo, una sonrisa se me escapa. Aunque no me guste celebrar mi cumpleaños, y mucho menos este año, ellos siempre saben cómo sorprenderme.

- Sabéis que odio esa canción- les digo.

-¡Ay hija! Podrías ser más agradecida. – contesta mi madre al otro lado del teléfono.

- Mamá, ya sabes que no me gusta celebrar mi cumpleaños.

- Pero a nosotros sí nos gusta celebrarlo así que, lo siento hermanita pero hoy te haces más vieja.

-Gracias por recordármelo enano

- ¿Qué tal sientan los 25, mi niña? – pregunta mi padre.

- Pues igual que los 24 papá, no hay cambios...

-¡Ay 25 años! ¡Quien los pillara ahora! Cariño, ¿recuerdas cuando  los teníamos nosotros ? –comenta mi madre

- Como olvidarlo mi amor, fue cuando nació nuestra pequeña princesa... y ya tiene 25 años ella...

-Nos hacemos mayores cariño...

Me imagino cómo deben de estar ahora mismo mis padres e inconscientemente pongo los ojos en blancos. Si es que son unos ñoños...

-Bueno, bueno, creo que me ha subido la azúcar con tanto pasteleo – contesto y oigo como mi abuela y mi hermano se ríen.

- ¡Ay hija! ¡Qué mal te está sentando el embarazo! ¡Con lo cariñosa que has sido siempre! – replica mi madre.

Vuelvo a poner los ojos en blanco. No ha sido el embarazo lo que me ha vuelto tan fría, sino más bien una persona que me dejó hace varios meses...

Al pensarlo, mi ánimo decae un poco más, mis ojos se llenan de lágrimas y un nudo en la garganta no me deja tragar

- Adri, no olvides que vamos a ir a pasar el día contigo.

Besos de esos #EDITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora