-¡Ponga las manos en alto y tire el arma! – clama el agente Warren al entrar junto con sus compañeros los agentes Wilson y James. –¡Ni se le ocurra moverse! ¿Me oye?
Kevin se había quedado petrificado, junto a él estaba Adriana en el suelo, desmayada del dolor. Sabía que si se movía, Georgina dispararía a su pequeña. No lo podía permitir. No podría vivir sin ver esos preciosos ojos marrones, sin su olor a frutos silvestres, sin sus besos, sin sus abrazos, pero tampoco sabía vivir sin sus días malos, sin sus gritos y sus enfados. Se había acostumbrado muy rápidamente a ella y ya no concebía otra vida que no fuese estar a su lado. No podría vivir sin ella.
Georgina miró a los agentes que acaban de entrar y que solo estaban a un paso de ella apuntándole con sus armas. Sabía que no tenía escapatoria. Ese sería su final.
Sin pensarlo dos veces, subió la pistola hasta la altura de sus hombros. Con manos nerviosas, apuntó al corazón y apretó el gatillo. El arma resbaló de sus manos y un charco de sangre comenzó a cubrir todo el suelo de la cocina.
Allí terminó aquello que empezó hace quince años.
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Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...