Si a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...
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Son las seis cuando salgo del avión. Enciendo el móvil y veo un whatsapp de Lucía.
Hola guapa! Ya estoy esperándote en el aeropuerto. Avísame cuando llegues. Muacks
Una vez lo leo, le contesto al mensaje con un "Acabo de bajar del avión. Voy directamente a la salida" y me dirijo corriendo a la salida. Me muero por ver la cara que pondrá Kevin cuando me vea aquí.
Cuando llego a la salida, allí está Lucía, tan guapa como siempre.
-¡Adriana! - me saluda con las mano y una gran sonrisa en la boca.
-¡Lucía! - digo mientras corro hacia ella para darle un fuerte abrazo. No la he vuelto a ver desde que Kevin salió del hospital y, aunque no nos conocemos mucho, ya se ha ganado mi amistad.
-¿Qué tal el viaje? - se interesa esta.
- Pues la verdad es que se me ha hecho muy largo. No veía la hora de aterrizar.
-Bueno, ya estás aquí que es lo que importa. -me dice guiñándome un ojo mientras nos dirigimos hacia el coche.
Ya en el coche, Lucía pone la radio y empieza sonar la canción de Ain't your mama de JLo y como dos locas empezamos a cantarla cuando Lucía sube el volumen. Una vez recuperadas del momento de locura, me intereso por la situación aquí en Londres.
- ¿Cómo está tu madre? -la pregunto.
-Pues si te digo la verdad, muerta de miedo. Bueno, todos tenemos miedo, pero Kevin y yo no permitimos que el miedo guíe nuestra vida... -Entiendo completamente su situación, incluso yo en España también siento miedo. La loca de Georgina está en paradero desconocido y no se sabe quien puede ser su próximo objetivo.
-Normal, incluso a mí me da miedo salir a la calle... Pero, ¿no habéis vuelto a saber nada de Georgina?
-Que va, la policía no saben dónde puede estar metida. Creen que ha huido del país con un pasaporte falso. Aunque yo creo que sigue aquí. Escondida en algún lado de Londres.
Durante todo el viaje hablamos de multitud de cosas. Ella me cuenta que está conociendo a un chico que se llama Austin, pero que aún no se atreve a contárselo a su hermano, este es muy protector y no verá con buenos ojos que en la vida de su hermana pequeña haya un hombre que no fuese él. A las seis y media llegamos a la puerta del bloque de Kevin. Estoy hecha un flan, me tiemblan hasta las pestañas. Bajamos del coche y llamamos al portero automático del que rápidamente sale una voz que hace que mi corazón se acelere un poco más.
-¿Sí? - contesta Kevin al otro lado del telefonillo.
-Hola hermanito, soy yo. Ábreme. - Antes de que termine de hablar Lucía, la puerta de la entrada se abre y entramos a un luminoso recibidor.
-Bueno, yo te dejo aquí. Ya me contarás la cara que pone cuando te vea. Pasároslo bien.
-Gracias por todo. Eres un sol. - digo mientras me despido de ella con un abrazo.
