Fecha: 16-11-2016
De: Adriana Fernández
Para: Kevin Martínez
Asunto: ocho.
Hola mi amor, otra vez te escribo. Hoy es dieciséis, el frío ha llegado a España, aunque para mí llegó el día que te fuiste.
Estaba cabreada. Sí, muy cabreada. De nuevo. Contigo. Contigo por no estar a mi lado, por seguir en tus treces y no responder a mis email. Te he llegado a odiar. Sí, he sido capaz, pero solo durante unas horas. Te he odiado por no estar a mi lado, por dejarnos a tu bebé y a mí solos, por no dar ni una noticia, por permitir todo este dolor.
Pensaba que con el tiempo conseguiría ir saliendo poco a poco del túnel en el que entré aquel maldito día en el que tú decidiste poner tierra de por medio sin ni siquiera dar una mísera explicación, pero parece ser que el tiempo me la está jugando. Hay días en los que te odio, te odio muchísimo. Esos días soy una bomba de destrucción (si tenías algún aprecio a tu vajilla, siento decirte que ya no queda nada de ella). Pero ¿sabes qué? Te lo tienes bien merecido. Luego hay días en los que te echo tanto de menos que me duele. Me duele y me duele. Hoy es un día de ellos. Un día en los que me paso la mayor parte llorando y escuchando nuestra canción en modo bucle. Ya sabes mi amor, All of me, loves all of you.
Hace unas semanas sentí por primera vez a nuestro Guisantito. Ya estaba preocupada por no sentir a nuestro bebé, pero Andrés me dijo que podría ser normal debido a toda esta situación . Creo que te echa de menos tanto o más que yo. Gracias a él no dejo de quererte ni un solo día. Aunque esté cabreada y quiera matarte, nuestro pequeñín me recuerda que tú me diste lo más grande que tengo ahora, él. Me encantaría que vivieras conmigo todos estos cambios. Que pusieras tu mano en mi tripa cuando está moviéndose. Es algo increíble. Algo que no puedo vivir contigo.
No puedes imaginarte la pedazo de pelota que tengo por barriga. Ya no le acompaña el nombre de Guisantito, más bien deberíamos llamarle Sandiita porque, según dice Andrés, el bebé es enorme, pesa 600 gramos y mide 35 centímetros y aún me quedan tres meses más. La semana pasada, Andrés me preguntó si quería saber el sexo de nuestro bebé, pero no fui capaz de decirle que sí. No podía. No quería. Sin ti no lo quiero saber. Cuando vengas, iremos a conocer el sexo de Guisantito.
Tu madre y Lucía estuvieron aquí el otro día. Están sufriendo tanto como yo. No exagero si digo que tu madre ha envejecido como diez años desde que te marchaste. Ya no sonríe. Y Lucía, ella es otro cantar, se ha encerrado en sí misma no deja entrar a nadie. ¡¡¡Dios Kevin!!! ¡¡NO PUEDO SEGUIR CON ESTO!! No sé en qué mierdas andarás metido pero ¡Acaba con ello YA! O esto acabará con todos nosotros.
Yo sé que tú no quieres esto. Cada día estoy más convencida de que algo te retine allí. Algo verdaderamente importante. Una persona no puede cambiar de la noche a la mañana sin motivos. Por favor, si es eso, dime cómo podemos solucionarlo.
Hace apenas dos semanas fue la boda de Laura. Odio decir esto, pero fue uno de los peores días de mi vida. Nunca pensé que yo podría echarte tanto de menos. Ese día odié a mi amiga, por querer lo que ella estaba viviendo; te odié a ti, por no estar conmigo y me odié a mi misma por sentir lo que sentía. ¡Quería que estuvieras conmigo! Pero ese día, el sitio de mi derecha estuvo vacío todo el día. Ese día, me levanté de la cama con la intención de no pensar en ti, de disfrutar de la boda de mi mejor amiga. Fue difícil. No pude evitar sentir lo que sentí, aunque también era consciente de que ella no tenía nada de culpa. Así que, sonreí todo lo que pude aunque por dentro estaba destrozada, echa mil pedazos.
Las cartas a tu nombre siguen llegando todas las semanas. Cada día cojo una de ellas hago el amago de abrirlas, aunque en el último momento la suelto. Tengo miedo. Miedo a encontrarme algo dentro de ellas que no esté preparada para ver. Pero sé que las tengo que abrir. Sé que más temprano que tarde las abriré.
Vuelve pronto mi amor.
Because all of me
Loves all of youTu novia y tu bebé que te quieren
A y G.
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Besos de esos #EDIT
ChickLitSi a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...