Un instante Feliz

Miércoles 9 de agosto.

Vacía.

No sé por qué ahora me resulta tan difícil pensar en lo que más me gustaría hacer en mis últimos días.

Creo (no, no creo, lo haré), que solo pondré en la lista las tres cosas que quiero hacer; cosas que deseo con toda el alma, y esas tres cosas serán como etapas. Lo que venga entre ellas vendrá por sí solo. ¿Para qué planear dos meses de una manera tan eufórica?

Creo que esto es parte del cliché de una historia con cáncer, Richard Parker, y de algún modo me atengo a eso. Sé que en el fondo hago esto porque en las películas, el chico con cáncer termina bien luego de cumplir todos los asuntos pendientes de su lista; se regocija por saber que lo que hizo, no pudo haber sido hecho mejor por nadie más.

Quiero creer en esas películas, y hacer una lista para que cuando muera pueda sentir que toda mi vida tuvo sentido. No quiero morir sintiéndome vacío, Richard,

Bueno, acá están las tres cosas:

Saltar en paracaídas: Sé que mi madre no me dejará, y creo que eso lo hace más divertido. Además, Maryland tiene un contacto en una compañía que se encarga de cosas como esta. La sede está aquí, hacia Loose Ends, no muy lejos de la carretera que se comunica con la calle 69.

Visitar la cafetería: Esto surgió de improvisto mientras te escribía lo de saltar en paracaídas. En resumen, esta cafetería es especial: aquí fue donde sucedió la masacre. Está ubicada en la calle 69 con la calle L'aeta, no muy lejos de ella está una mansión estilo Gótica que le pertenece a una señora apellidada Fitzek. Dicen que está embrujada, y también quiero averiguar eso.

Viajar en tren: me pregunto si... No, no me dejarán, pero quiero viajar por todas las Midlands; me debe tomar algunos días. Ya me las arreglaré, pero esto va porque va.

Salir con Emily Brent: No te lo explicaré, Richard Parker, pero si está de último, es porque creo que es imposible; pero una cosa sí te puedo decir: es hermosa.

Hasta mañana. Llamaré a Maryland para que se encargue del asunto del paracaídas.