Miércoles 16 de agosto

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Una noche Joanna y yo estábamos en el bosque; acabábamos de llegar de la escuela de música, y en el bosque de Blue Merck's Town reina una quietud plena.

En el centro del bosque hay una especie de cueva con un tragaluz natural que refleja a la luna en su perfección, y cuando hay luna llena la enorme esfera abarca por completo cada ranura, cada orificio que pueda tener ese tragaluz.

Joanna y yo vamos algunas noches a ese lugar a descargarnos cada vez que tenemos un día difícil. Hasta ahora es solo nuestro lugar; tal vez más adelante les contemos a los demás.

Hubo una noche, que por alguna razón es la que puedo recordar con más claridad (quizá porque nunca cerramos realmente la conversación), en la que empezamos a charlar sobre nuestros defectos, o algo así. La conversación duró mucho tiempo.

—¿Y qué hay sobre mí?

—¿Tú?

Joanna pensó unos segundos, y luego contestó:

—Eres egocéntrico, vanidoso, cruel, y también eres inocente.

—¿Qué? ¿Eso es un defecto?

—Bueno, no lo sé, supongo que...

—Espera. No, no lo sé.

—Supongo que en un mundo como este, ser inocente...

—¿Y ser cruel? —pregunté.

—¿Recuerdas cuando te pregunté si amabas a alguien?

—Ah, eso.

—¡¡¡Es que no lo puedo creer!!!

—Joanna, yo quiero a mi familia, quiero a mis amigos, pero algo como amar... No he llegado a sentir eso. —Al decirlo, algo en mi interior me dijo que estaba mintiendo, pero opté por ignorarlo.

—De verdad que eres un misterio.

—¿Un misterio que te gustaría resolver?

—Sí —dijo con descuido.

—Sabes, los griegos creían que el alma estaba en diafragma, los chinos en el estomago; sin embargo, yo no siento amor o esas rarezas en esos lugares. Me siento vacío.

—Búscate a alguien —bromeó.

—Joanna, yo no necesito a alguien en mi vida para sentirme feliz.

—Cuéntame más.

—¡De verdad!

—Darwin, no me refiero a buscar a alguien que te dé una existencia feliz. A veces con instantes felices basta.

—¿Y tú qué?

—¿Yo qué?

—También deberías pensar en buscar a alguien.

—En este caso digo lo mismo que tú, además...

—¿Quién te puede soportar?

—Eso no, idiota.

Y nunca terminamos la conversación.

¿Tú si crees que sea un defecto?

Un instante FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora