Te llamaré Richard Parker. Desde hace unos días lo vengo pensando, y es que no sé quién lea esto; además, quiero llamarte por algún nombre.
Muy bien, Richard Parker, sé que dije que te contaría sobre la reunión en casa de Joanna, pero ahora no me interesa contarte; pero puedo decirte por qué no escribí antes: tuve una recaída.
Mis padres lo llaman así, y en realidad no sé el porqué, porque no me caí, Richard Parker, siempre estuve en la silla, ni siquiera me resbalé. En realidad no lo entiendo; hay muchas cosas que en este maldito momento no estoy entendiendo.
Escucha, te contaré lo que pasó el martes por la noche:
Los martes son rutinarios, Richard Parker: mi padre llega tarde, mi madre ve esos programas donde solo hablan de la familia real; mis hermanos juegan videojuegos, o simplemente salen con algunas chicas a lo que ellos llaman dar la vuelta. Yo le digo sexo casual, pero todos me miran muy extraño cuando lo digo y me dicen que calle o ponen caras largas, y si la tía Megan está aquí, entonces ella reprocha a mi madre, y mi madre me reprocha a mí.
Este martes no fue rutinario. Mi padre no fue a trabajar (yo creía que lo habían despedido, pero estoy tratando de no decir todo lo que pienso), mi madre cocinaba su no tan deliciosa lasaña, y mis hermanos (por cierto, gemelos de 22), habían comprado el mejor vino de las Midlands para celebrar que habían conseguido trabajo.
Toda la familia estaba reunida, Richard Parker, tratando de pasar la comida de mamá, y justo cuando tomé el tenedor y el cuchillo, mi madre preguntó:
—¿Les gusta? —Todos asintieron, y luego ella se fijó en mí—. ¿Te gusta, Darwin?
—No lo sé, no lo he probado.
—Adelante.
Los miré a todos, luego piqué una pequeña parte y me la metí a la boca. No puedo describirte, Richard Parker, el asco que sentí en aquel momento. Te juro que nunca había cocinado tan mal. Confía en mí, Richard Parker, no te miento.
—¿Y?
—Muy sabroso.
El ambiente se relajó un poco y todos comenzaron a charlar y a beber. Mis padres dijeron lo orgullosos que estaban de mis hermanos, y mis hermanos hablaron de independizarse. Entonces mis padres nuevamente dijeron lo orgullosos que estaban, y mis hermanos comenzaron a hablar de nuevo; todos se veían tan felices charlando, que decidí decir lo bueno que me ocurría.
—Terminé un libro, mi primer libro. Tiene como doscientas treinta páginas.
Todos dejaron de charlar. Los brazos de mis padres se movieron, lo que significaba que se habían tomado de las manos por debajo de la mesa; luego vi sus caras; por alguna razón estaban aterrados, y realmente no sé por qué. Aún hoy, mientras te escribo, no entiendo el porqué, y supongo que pasaré el resto de mi vida preguntándome el porqué de las cosas.
—¿Y de qué trata, cariño?
—¿Recuerdan aquel chico de la Calle Concordia?
—¿El que se perdió? —preguntó mi hermano James. Asentí y su gemelo Andrew añadió:
—No olviden que luego de que lo hizo, la abuela murió.
—Él la asesinó —dijo James.
—¿Cómo puedes saberlo? —preguntó Andrew—. Primero la hallaron muerta antes de saber que él faltaba.
—¡¡¡Por eso mismo!!! —gritó James—. Se fugó porque él la mató.
—¡¡¡Basta!!! —aulló mi padre. Mi madre preguntó de nuevo a lo que yo respondí:
—He pensado en adonde van los que mueren. ¿Adónde van las personas que se pierden y nunca aparecen? A él no lo han encontrado, y yo pensé que tal vez él no está aquí.
—¿En el Blue, en las Midlands o en El País?
—No mamá, en la tierra.
»Imaginé que él estaba en una isla, que estaba con otras personas que habían hecho cosas malas, y que tenía que sobrevivir mientras un demonio mandaba a otro demonio a asesinarlos.
—¿Mamá eso es legal? —preguntó Andrew.
—¿Lo utilizaste? —gritó mi padre. Luego mi madre gritó que eso estaba mal y de un momento a otro todos comenzaron a gritar. De allí no recuerdo más, porque me bloqueé. Eso siempre pasa cuando tengo emociones fuertes.
Al siguiente día desperté, y mi padre estaba haciendo café mientras mi madre llamaba para decirle al psicólogo que había empeorado.
No estoy seguro de haber hecho algo mal, Richard Parker. No sé por qué es tan malo escribir lo que escribo, pero de algo sí estoy seguro: arruiné la cena familiar.
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Un instante Feliz
Short StoryDarwin Wolff es un chico especial que vive a la expectativa, sin involucrarse, hasta que un día le dan una desastrosa noticia que vuelca su mundo patas arriba: pronto morirá. Darwin trata de hacer todas las cosas que nunca pudo: salir con sus amigo...