Jueves 5 de Octubre

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Te quiero hablar sobre ella; quiero decirte lo que pasó el viernes, pero inmediatamente se me hace un nudo en la garganta, y desgraciadas lágrimas brotan dañando cada capa de hojas. ¿Me estoy volviendo un hipócrita? De esos que siente lastima por los menos afortunados, y dicen: Pobres niños de África. Pobres niños con cáncer, pero no hacen nada para ayudar, porque en realidad no lo siente; solo sienten la necesidad de decir una mentira que a su parecer es cierta. Odio a esas personas; me estoy odiando a mí mismo, porque no soy yo, o simplemente cambié muy rápido como para darme cuenta. Siento que estoy más sensible que antes, y eso no es agradable; eso hace que cuestione cada cosa, que reflexione, y que ame con locura, o que simplemente me dé cuenta de que en la vida solo hay dolor, y que todas las montañas rusas del mundo van en picada.

Pero sé que esto sí lo siento, lo siento con todo el alma, así que no soy ningún hipócrita.

Debiste estar allí el viernes:

Su padre vino por cuestiones de negocios, y ella aprovechó para verme. Llegó temprano, casi amaneció tocando a mi puerta. Ya estaba listo; metí dos pastillas en mi bolsillo antes de tomar las llaves y salir a pasear con ella. Caminamos, corrimos y hablamos; ni siquiera mencionamos el tema de la llamada y el creo que te amo (tuve que haber sido valiente y haberle dicho). Luego llegamos a una especie de plaza donde había violines y violonchelos preparados para tocar. No sé si estaba preparado todo eso, pero pareció perfecto y espontaneo, hermoso, y con una dulzura tan grande que la música en sí misma no me trasmitía sentido alguno; eran las intenciones. Pareció la mejor banda sonora que jamás había escuchado, debió ser porque el momento fue eterno, y porque nos pertenecía.

Luego paseamos.

Lo siento.

Un instante FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora