domingo 22 de Octubre

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Estos días el dolor inexplicablemente ha menguado, pero mis peleas han aumentado.

¿Recuerdas a Elena? Parece el tipo de chica que no entiende las indirectas y que no se da por vencida, pero me gusta hablar con ella; lo tormentoso es que todas estas escenas me resultan demasiado repetitivas, casi las mismas. Ella es como la segunda piedra con la que he de tropezar antes de caer.

Ayer quedé en almorzar con ella. Te diré un poco sobre el almuerzo:

—Eres muy triste —me dijo riendo—. Tú dirías algo así: la primera vez que alguien rio, fue por la desgracia de otro.

Le dije que en algunos casos era cierto, y que eso no me hacía triste, sino realista. Seguimos charlando hasta que me di cuenta de que todo eso me recordaba a algo. Sí, todo era idéntico; incluso en Friendlier estaban los mismos árboles y el mismo ruido de personas hablando que llenaba el salón como una exhalación; pero Emily no creía que era triste, o para ese momento no lo era, y me pregunto qué demonios me ha estado pasando. Todo lo que me dije que no haría, ahora lo hago; pero creo que es inevitable no sentirme de esta forma; vamos, que mi propósito ha terminado; descubrí quién era La Mujer en Blanco y Negro y le dije a Agatha que aún después de muerta Tía Megan la amaba; la única razón que tengo de vivir es que el cáncer aún no ha hecho su magia.

Al terminar el almuerzo me levanté de la mesa y tomé una copa de agua. Ella igualmente se levantó. Me dirigí a su lado y tropecé. El agua terminó llenándole toda la camisa.

La miré directo a la cara; tuvo la misma expresión que Emily, los mismos ojos que se adaptaban a la escena, pero yo no era yo; no era el yo que le lanzó accidentalmente la limonada a Emily Brent y que luego trató de secarla; no era el yo que no entendía que estaba mal tocarle el pecho y el abdomen en especial cuando estaba mojada. Ese yo en algún momento de la aventura se había perdido, tal vez para siempre. Entonces, ante tantos aspectos conocidos y repetitivos, estaba un factor negativo: Yo. Un yo desconocido ante mí mismo, y que solo en ese momento se dio cuenta de que no era el yo de antes.

Me disculpé, y mientras mis manos temblaban y mi cabeza amenazaba con un bloqueo al instante, pude llegar a la habitación. Allí mi cabeza se detuvo y me lancé inmediatamente a la cama.

Cuando me bloqueo pienso en todo, y a la vez en nada. No creo que lo entiendas, Richard Parker, pero trataré de explicártelo:

Cuando me bloqueo es como si entrara en mí una paz completa; no puedo moverme, pero no pienso en eso, y eso es lo más extraño, no es como esa vez cuando el tumor me mantuvo en cama y fue un horror hasta que alguien me encontró y llamó a la ambulancia; cuando me bloqueo es distinto... No lo sé, no encuentro las palabras, solo ten en cuenta que para mí, en esos momentos, el tiempo parase efímero. Algunas veces suelo recordar cosas, cosas que no sabía que había olvidado, o que alguna vez hubiera sabido.

En ese momento me vino el sueño de cuando esperaba en la ventana, solo que algo me decía que no era un sueño, sino un recuerdo. Así que creo que James decía la verdad cuando era un niño, creo que no me mintió, solo me reveló algo que en el fondo sabía; pero no lo voy a compartir con Andrew o Mamá. Sé que la respuesta es un sí, pero ese sí me asusta. Por fin sé por qué no tenía fotos de mí antes de los cuatro años. Vaya sorpresa, Richard. 

Un instante FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora