Capítulo 25

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A las doce de la noche por fin se fueron, tenía muchas ganas de estar sola y ordenar mi cabeza. Controlar mi nostalgia hacia mi padre y mis sentimientos hacia Jack que cada día crecían más y más. Fue tan rápido, al principio solo lo vi guapo pero cuando me besó fue como si mi corazón se hubiera abierto a él para dejarle paso pero mi cabeza le cerraba el camino. Y cuando me di cuenta de que estaba enamorada de Jack, ya tenía novia.

Eran las dos de la madrugada y supuse que vendrían mucho más tarde, me dispuse a leer Amanecer en el salón tirada en el sofá, cuando me cansé encendí la tele un rato para distraerme.

Oí un ruido procedente de la puerta de entrada, mi cuerpo se tensó y caminé cerca de la puerta, antes de que pudiera averiguar quien era se tiró hacia mi, fundiéndose en un abrazo. Espera...¿un abrazo?

Por su olor supe quien era, cuando entramos y la luz la reflejaba bien tenia claro que esas mechas rubias que colgaban de sus hombros eran de Bella. Estaba llorando.

—Bella, tranquila ¿qué pasa?—Se apretujó más a mi, no me importó.

Éramos amigas desde siempre y cuando lloraba me mataba, solía ser yo la que lloraba siempre.

Le acaricié el pelo cuando vi que se relajaba más.

—Bella, ven vamos a sentarnos.
—Acto seguido de estar sentadas le pregunté.—¿Qué te pasa? ¿alguien te ha hecho daño?

—He...—Tartamudeaba al hablar aunque se esforzaba por conseguir articular una palabra —He
d-discutido con A-alexander.

—Es normal en una pareja, lo solucionaréis.

—No lo entiendes. —Se puso las manos en la cara. —él estaba bailando y una chica se le acercó, el sonreía y yo me cabreé porque pensaba que estaban tonteando y entonces...le estiré del pelo.

—¿Qué? —Sonreí, estaba bien hecho.

—Se le calló un extensión y empezó a gritar, Alex la intentó calmar pero ella vino hacia mi, fue como si él la estuviera defendiendo a ella. Y me fui corriendo, sólo Alexander vio que me iba.

—Hablaréis, ¿de verdad crees que el te va a engañar? —Puse mi mano sobre la suya y la acaricié. —Te quiere.

—Lo sé...pero estos días estaba confusa y era lo que me faltaba..
—La miré confundida esperando una respuesta.

—Sabes que Jorge no está por lo de su prima...y le envié un mensaje para ver como estaba ella y me acordé de los momentos con él y eso me puso fatal.

La prima de Jorge, Amy, tenía neumonía y estaba ingresada en el hospital por unos días, Jorge la fue a ver porque estaba muy unido a ella, cuando salía con Bella a veces iban a casa de Amy ya que ella y mi mejor amiga se llevaban bastante bien.

—Bella, hemos hablado de eso muchas veces, Jorge siempre será...
—Una lágrima se deslizó por su mejilla y se la limpié. —el siempre estará en tu corazón, pero lo que pasó pasó. Tu quieres a Alexander. —Asintió aunque no era una pregunta si no una afirmación. —Hablar, dile lo que sientes, y olvida lo de Jorge, el también conocerá alguna chica aunque siempre seas para él la única, estas cosas pasan. Pero no rompas con Alexander solo porque baile con una chica o tu recuerdes tu primer amor.
¿Vale?

Asintió y la llevé a la cocina para coger algo de la nevera, charlar y comer.

—¿Cómo estaban los demás en la fiesta?

—Las chicas estaban bien, estuve con ellas todo el tiempo hasta que pasó eso. —Suspiró. —Jeremy ya iba borrracho de el todo, Jack y Alexa...estaban bailando.

No me dolió mucho ya que ellos eran novios...no podía reprocharle nada pero dentro de mi lo hacía.

—¿Por qué Alexa? —Me miró confundida. —Si tan mejores amigos somos no me dijo que le gustaba Alexa después de mi o que tenía algo con ella. Ni siquiera ella me dijo nada cuando sabía perfectamente que siempre estábamos juntos.
—¿Por qué?—Se me cayó una lágrima.

—Venga no llores, sois buenos amigos, lo superarás.

—El tema no es superarlo, es la montaña rusa que vino y no paró de subir hasta que bajó de un golpe. Él es para mi, y lo sé. Pero, yo también quiero ser feliz al lado de alguien que me quiera.

—Habrán miles mejores que Jack y lo sabes.

—Pero ninguno como él. —Finalicé.

Fui a mi cuarto tras haberle preguntado si quería que me quedara con ella en su cuarto hasta que viniera Alexander y lo arreglaran. Fui sola al cuarto porque ella prefirió esperarlo, hacia calor así que me puse el pijama de pantalones cortos azules y una camiseta de tirantes blanca.

Caí rendida en la cama durante...no sé cuanto tiempo pero un golpe me despertó de mi profundo sueño.
Saray se había tropezado con la punta de su cama, chica lista.
Encendió la lucecita, le sonreí y le pregunté que tal fue todo.

—Muy bieeeeen, a la siguiente más te vale que vengas.

Oí voces y risas, supongo que ya habría llegado todo el mundo y me pregunté la hora, en mi móvil aparecian las seis y media de la mañana.

—Sí sí tranquila, ¿le has echado el ojo a algún chico?—Me senté como un indio esperando su respuesta mientras se cambiaba.

—Uno me ha pedido el número, se llama Travis. Dice que es de la misma ciudad que nosotros, Seattle.

—¿En serio? ¿de el otro instituto? —Se puso nerviosa y roja. —¿qué pasa?

—Cuando me dijo su número me preguntó la edad y le dije que diecisiete y me dijo que para él no era un problema, no sabía a que se refería así que yo tambien le pregunté la suya, —Me miró y le hice un gesto de que continuara —tiene veintisiete.

Me reí de ella y de su rojez.

—¿Veintisiete? Te gustan los maduritos por lo que veo...ya puede ser guapo.

Me hizo un gesto de que mucho y acto seguido se sentó bruscamente para contarme detalladamente como era.

—Con el pelo castaño y ojos azules, guapísimo, yo le hechaba unos veinte y pocos, pero me da igual su edad....¡quiere que quedemos! Porque me ha dicho que él trabaja y tiene un piso en Seattle, es albañil.

—No sé...os llevais diez años...

—Nueve. —Me replicó. —voy a cumplir los dieciocho en dos meses.

—Bueno pues nueve...pero queda con él, si te gusta...¿que hay de malo? Mucho mejor que los de nuestra edad.

Reímos y la llamaron a la puerta, accedimos al paso y eran Alexa y Jack.
Me tense, su mirada recorrió todo mi cuerpo y sentí una corriente eléctrica por mi espína dorsal.

—Chicas, mañana por la mañana vamos a la playa, los demás van a ir ¿ireis vosotras?

—Sí, por fin algo divertido. —Me animé. —A sí me pondré morena.

—Yo también, alomejor veo a Travis...ya le preguntaré si tiene un amiguito para ti. —Me dio un codazo y busqué los ojos de Jack, tenía el ceño fruncido y con cara de pocos amigos.

¿Por qué? ¿Le molestaba acaso que yo pudiera ligar con un chico?
Ilusiones mías seguro.

Sabes que no pequeña Sammy.

—Vale. —Cerraron la puerta.

Después de eso Saray y yo seguimos hablando y después nos quedamos dormidas.

Caí en un sueño profundo donde mi padre estaba con una niña de siete años, al lado de su hermano Ethan de once años. Estaban escuchando una de las historias que le contaba su padre a sus hijos por las noches, esta vez era la de la niña con los dientes muy sucios. Nadie se acercaba a ella porque le olía mal la boca y los chicos no la querian. Al final se lavó los dientes.

Todos los días era un cuento diferente sobre una niña con un problema. Me encantaban sus historias, el hecho de estar con mi padre ya me hacía feliz, y no me importaba que historia fuera.

Este fin de semana esperaba una llamada suya. Tenía muchas ganas de escuchar su voz.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora