Capítulo 49

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Alguien estaba sacudiendo mi cuerpo haciéndome tambalear en lo que recordaba el sofá de mi casa. Estaba tan sumida en mis sueños que pensaba que los movimientos de derecha a izquierda eran parte de mi sueño, pero después de unos segundos así una voz hizo que reaccionara peor de lo normal.

«Sammy, despierta.»

«Sammantha»

«Friki, ¿como duermes tanto? Vamos despierta...»

Reaccioné y me levanté alejándome de el intruso por lo menos dos metros.
Con los ojos casi cerrados y pegajosos de lagañas, estaba en posición de defensa.

¿Y todo por qué?

Porque creía que era mi estúpido. vecino.

—Ei, ei tranquila que no iba a violarte. —Dijo esa voz tan querida por mis oídos.

Froté mis ojos con mis manos y después de ver con claridad, posé mi mirada en él.

—Aunque te ves bien recién levantada. —Recorrió mi cuerpo con su mirada y me sonrió divertido.

No estaba ni nerviosa, aunque pensadolo bien creo que solo era la segunda vez que veía mi casa. No me gustaba que viniera nadie a ella. No era de esas típicas que dejaban que los chicos entraran por sus ventanas y dormían con ellas para luego seguir igual que siempre.

Por un momento en su rostro vi a Eiric y temblé. Literalmente temblé, solo de imaginarme su mano recorriendo mi pierna y con su estúpida sonrisa que ponía como si hubiera ganado un gran trofeo cada vez que yo le miraba temerosa sin saber que hacer.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla pero no la limpié. Me quedé estática donde estaba contemplándole pero esta vez consciente de que quien estaba en mi casa era nada más ni nada menos que Jack.

—Ei, ¿porqué lloras? No voy a hacerte nada, no tengas miedo. —Se apresuró a mi alcance y me rodeó con sus enormes brazos por mi cuello. Apoyé mi cabeza en su pecho y me condujo al sofá. —No llores. —Dijo, acariciandome el pelo con una mano y con otra rodeandome la cintura.

Estaba puesta como un bebé, yo en su regazo llorando en su pecho sin que él dejara de acariciarme. Congelaría este momento y me quedaría así toda la vida.

—No te tengo miedo. —Susurré levantando mi cabeza y mirándole directamente a los ojos. —Es sólo que...—No iba a contarle lo que me había ocurrido horas antes porque él mismo se ocuparía de darle su merecido. —me he asustado...eso es todo.

Asintió no muy convencido.

Estuvimos así un rato más hasta que se le empezaron a dormir las piernas y tuvimos que levantarnos. Nos dirigimos a la cocina para que yo pudiera beber agua y quitar la sequedad en mi garganta.

—Espera, —Dije achinando los ojos y dejando el vaso en la encimera
—¿como has entrado en mi casa?

Estábamos frente a frente con la encimera separando nuestros cuerpos. No lucía nervioso, es más estaba muy tranquilo y me miraba sonriendome con calidez y ternura.
No sé que le parecía tan adorable pero por la forma en la que me miraba podía adivinar que estaba estudiándome la cara.

—Estaba llegando a tu casa, cuando me he encontrado a tu hermano y a tu madre. Les he dicho que quería venir a hablar contigo...—Desvió su mirada a la nevera y luego volvió a mirarme.
—tu hermano no quería que entrara a casa pero tu madre parecía estar muy entusiasmada con la idea. Tanto que me ha abierto la puerta y se ha ido com tu hermano a comprar no se qué cosas que se le habían olvidado.

«—Lo más gracioso ha sido cuando les he dicho que soy Jack, entonces tu madre es cuando ha accedido muy contenta a que quisiera hablar contigo.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora