Capítulo 33

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—Me ha encantado conocerte. —Dije mientras le daba dos besos.

—Ha sido un placer jovencita.
—Respondió Thomas con una cálida sonrisa. —Espero que acabes bien con ese chico. —Confesó.

—Yo también. —Reconocí.

—Bueno, me tengo que ir. Será un placer volverte a encontrar. —Me sonrió.

—Igualmente.

Cruzó la puerta de salida, dispuesta a hacer lo mismo mi móvil comenzó a sonar.

Vaya que sorpresa...mi madre.

—Hola mamá. —Respondí algo cansada.

Entonces recordé que aun no me había girado para ver a toda esa gente esperando a sus familiares o amigos, estaba colocada al lado de la puerta de salida mirando hacia los cristales que dejaban ver aviones saliendo y muchos coches.

Cariño, ¿ya has llegado? ¿estás bien? —Respondí a todo afirmativamente mientras me volteaba para ver a mi padre.  —Tu hermano no ha callado desde que te has ido...¡para que luego diga!— Oí una voz diferente a la de mi madre—...¡mamá! ¡eso no es verdad!

—Lo sabía. ¡Ethan me quieres demasiado!

Mientras reía y oía las risas de ellos dos, intentaba divisar a mi padre. No no veía. Demasiada gente recibiendo a sus conocidos pero yo no veía al mío.

—¡Papá!

Grité nada más girarme a ver quien me había tocado el hombro.
Le abracé, me dio muchos besos y yo a él.

Salimos por la puerta y nos metimos en el coche, estaba tan feliz. No hacia tanto que lo veía pero desde la separación y digo separación porque aun no estaban firmados los papeles de el divorcio...bueno desde la separación, me encantaba estar con él. Seguía siendo igual de gruñón y se cabreaba rápido pero se le hacia querer.

Como no. Es mi padre.

Hablamos de infinidad de cosas. Como siempre. Hablábamos de una cosa y siempre acabábamos en otro tema que no tenía nada que ver pero era igual de interesante. Mi padre me hacia creer que el era el mas listo de el mundo, pues yo siempre le preguntaba todo a él. Como si el tuviera respuestas a todo.

Cuando nos abrazabamos y charlabamos tan animadamente se me olvidaba todo el dolor que sentí cuando me enteré de su separación.  Como si nada hubiera pasado, y aun me costaba creer. Era muy fácil pensar que un día llegaría a casa y sería todo como antes, pero luego chocaba con la cruda y fría realidad.
Pero hay algo que yo sabía y que seguramente ellos dos también sabían.

No importaba a que distancia estuvieran y cuanto odio se pudieran tener, estaban destinados a estar juntos. Eran el amor de sus vidas, aunque no todo acabase bien.

Y todo esto lo pensé mientras habitaba un silencio en el coche nada incómodo, pensaba en mis cosas hasta que me interrumpió. Cosa que no me molestó.

—¿Qué tal todo? ¿bien?

Siempre me hacia esa pregunta cuando iba a comer a casa y yo siempre respondía lo mismo;

—Sí. Como siempre. ¿Y tú?

—Trabajando. No tengo otra cosa que hacer. —Él también respondía lo mismo siempre.
—Me alegra que estés bien, cariño.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora