Capítulo 52

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Dentro de el coche no dije ni una palabra, me senté y fingí que me miraba algo en el móvil.

—Hoy mamá llegará tarde. ¿Harás algo esta noche?

—Sí. —Contesté.

No quería darle mucha información delante de su amigo que por cierto me miraba por el espejo retrovisor. Seguía fingiendo que el móvil era mucho más importante que otra cosa.

—¿Quién era ese chico? —El muy descarado se atrevía a preguntarme por mi vida personal.

No respondí.

—Mi hermanita se me hace mayor, ya tiene novio. —Dijo el idiota de mi hermano.

Lo fulminé con la mirada.

—¿Y quién es él? —Volvió a preguntar.

¿Pero este de que iba? Entra a mi casa, hace lo que le da la gana y encima actuaba como si no hubiera intentado aprovecharse de mi.

—Al parecer llevaban gustandose pero ninguno daba el paso, ya sabes. Adolescentes.

Veinte años que tenía mi hermano, casi un niño. Y venía diciéndome a mi que era una cría cuando él ni si quiera se daba cuenta de lo que en realidad estaba pasando. ¡Eiric estaba cogiendo información para luego raptarme y matarme!

—Y a vosotros que os importa, idiotas.
Entré rápido en casa y subí corriendo las escaleras a encerrarme a mi cuarto.

Escuché música muy alta mientras hacia los deberes, me gustaba hacerlos con música.

Las vacaciones ya habían comenzado y no estaba si quiera tan emocionada como creía, mi novio no iba a estar por una semana, y las semanas restantes estaría entre familia.

Al fin acabé todos los deberes de Navidad es, ya era tarde y tenia que arreglarme para la fiesta. Jack pasaría a buscarme en su nuevo coche, al parecer sus padres se habían adelantado en regalo de Navidad.

Bajé abajo para beber agua y después subir otra vez. Em realidad quería ver la tele pero quien sabe si el idiota acechaba por la casa...desde el pasillo se oía la play en el comedor. Si no quería que me viera tendría que ser rápida. Seguramente aprovecharía cualquier encuentro para hablarme.

Cerré la nevera y cuando me giré, del susto choqué contra ella.

—Tenemos que hablar. —Me dijo, acercándose peligrosamente a mi.

Estaba parado delante de mi, observándome de arriba a abajo y me incomodaba.

—No, no tenemos nada de qué hablar. Eres un maldito pervertido y no quiero tener que ver nada contigo.

Eso lo dejó estático en su sitio unos segundos con la mirada perdida.

—No me mientas...—Se acercó a acariciarme la mejilla.

No supe reaccionar, el puto sonido de la play hacia que no se pudiera escuchar nada más. Salvo a él. Y todo por su proximidad.

—Déjame ya. —Le dije con tono de desesperación.

—¿No lo entiendes? no puedo. Me vuelves loco. Tú y tu manera de caminar. Tu cuerpo...—Me echó una vista rápida por todo el cuerpo. —Eras preciosa...con tan solo trece años...estabas en mi cabeza y no te podía sacar —Sus ojos mostraban el deseo que estaba conteniendo. —no podía acercarme por tu hermano pero ¿ahora? Ahora me da igual, vas a ser mía.

Se abalanzó a besarme y como después de su estúpido discurso ya me lo esperaba, me puse la mano en la boca reteniéndole el paso. Sonrió con los ojos echando chispas. Además de pervertido era un pedófilo. Cuando yo tenía trece años se había fijado en mi...era mi amor platónico y yo pensé que siempre me había visto como a una hermana.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora