Capítulo 32

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Ya tenía todas las maletas hechas, y si alguien se lo preguntaba...en el instituto Jack estuvo más que distante. No comió con nosotros en estos tres días, tampoco habló en ninguna clase y en el tiempo libre se iba a la biblioteca. Quise preguntarle pero no pude. Simplemente me dolía así que decidí dejarlo pasar. Pero entonces, el viernes fui a mi taquilla, la abrí y cayó una nota. La leí y me arrepentí en cuanto lo hice:

Te voy a echar de menos.

Hice una bola con el papel.

No hace falta decir quien la escribió, tampoco dejo su identidad pero conocía su letra. Lo entendía. Estaba molesto y no quería hablar y volver a ser los de antes. Pero yo tampoco podría mirar a los ojos que un día me miraron con amor y odio.

—Mira esta foto cariño. —Señaló a la foto.

A mi madre le había dado la manía de enseñarme fotos mientras recogía mis cosas de la habitación. Mi hermano solo reía.

—Sí, mamá. Tenía 2 años. —Repliqué.

—Mamá no le hagas caso, esta con esas hormonas de adolescente. —Mi hermano abrazó a mi madre y sin que ella le viera me hizo una mueca de "niño de mamá".

—¡Ethan! —Grité. —Mamá llevas todo el día enseñándome fotos, ni si quiera estamos en el aéreo puerto. —Le toqué el hombro de forma cariñosa.

—No sabremos que hacer sin ti en dos semanas cariño...tu hermano no hace nada en casa, ya lo sabes.

Reí y la abracé.

—¡Oye! Eso es mentira, ya estoy esperando a que te vayas... —Dijo mi hermano.

—Te llamaré cuando se ponga a llorar por echarte de menos, tranquila.

Avisó mi madre. Reí más y miré a mi hermano que estaba mirando de mala gana a mi madre. Le besé la mejilla.

—Bueno, ¿todo listo? —Preguntó Ethan y asentí. —¿Tus amigos estarán en el aéreo puerto cuando lleguemos? —Volví a asentir.

De camino al aéreo puerto sentí nostalgia y no expresamente por lo que no iba a tener en dos semanas, si no por todos esos recuerdos junto a él.

Sus abrazos, sus ojos, sus miradas, sus bromas, sus risas...todo.

¡Ya vale Sammy!

No no, me lo voy a permitir hasta que llegue al avión.

Y eso haría, pensar en todo hasta que llegara al avión donde estaría de relax hasta las dos semanas siguientes donde tendría una cita con mi vecino.

—Te queremos mucho Sammy.

Después de oír eso repetidas veces y muchos abrazos por parte de mis amigas y mi familia me despedí. Aunque ni rastro de él.

Eiric: ¿Ya estás en el avión?

Mi teléfono vibró y una sonrisa inconscientemente apareció en mi rostro pues recordé su despedida. Después de decirme que me esperaría cuando volviera, por la noche fui a bajar la basura y me lo encontré. Se despidió de mi con un pásalo bien vecinita y un beso casi en la comisura de los labios.

Yo: Estoy subiendo, ¿ya me echas de menos?

Eiric: El vecindario está muy tranquilo sin ti...podría decirse que sí.

No pude contestar ya que una azafata nada más entrar al avión me dijo el sitio donde sentarme que paraba justo al lado de la ventana, como yo quería.

A mi otro lado se posicionaba un hombre hablando por teléfono, de unos 50 años más o menos. Tenía el pelo castaño pero con algunas canas incluidas, parecía nervioso y estaba hablando por teléfono.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora