Capítulo 42

1.4K 58 0
                                        


El gimnasio apestaba a sudor, desde mi posición veía sombras borrosas gracias al sudor que corría por mis ojos, gritos y el sonido de el pito resonando por todas partes.

—¡Falta! ¡Pies!

Era la tercera vez que nuestro pervertido y estúpido arbitro nos gritaba lo mismo a las de nuestro equipo. Todas, incluidas las de el otro equipo estaban hartas de él y sus gritos e incluso insinucaciones hacia nuestro uniforme de deporte.

—¿Y qué quieres? Todas tenemos pies. —Gritó Kayla, una chica algo bajita y esbelta alejándose diciéndole todo tipo de barbaridades.

—Oh gracias no me había dado cuenta.

Lucy le hizo el dedo aun de espaldas con la pierna apoyada en una butaca.

—Chicas, acerquen esos culitos a mi. ¡Venga!—Todas soltamos un gran suspiro de cansancio.

No solo era nuestro arbitro, si no el sustituto de nuestro antiguo profesor, era odioso y muy joven para ya trabajar ahí.

—Esforzaros más, no veo que movais ni un solo dedo. ¡Venga! No me importa que seáis mujeres y os cueste más. ¡Esforzaos!

¡Pero será machista! Todas estábamos sudando y ya llevábamos media hora con el maldito fútbol. La otra media hora les iba a tocar a los chicos que ni habían parado desde que empezamos a jugar a silvarnos y gritar burradas, nos miraban expectantes y con una sonrisa en la cara.

—Teneis suerte de que les toque a los chicos ahora. —Bufé demasiado fuerte mirando hacia otro lado, creando una mirada arrogante por parte de el profesor.

—¿Algún problema?

—Sí, no meta a todas las mujeres en el mismo saco. Podemos hacerlo igual o incluso mejor que los hombres y no tenemos porqué escuchar ningún comentario machista. Es profesor, está para enseñar ¿no? Pues hágalo y deje de decir lo mal que lo hacemos y anímenos.

Para cuando dije eso ya estaban todos alrededor mío y de el profesor, todas mis amigas; incluso Irene y su pandilla estaban a mi lado animándome y bueno los chicos no hacían mucho caso a la conversación.

—¡Vayan a cambiarse! Señorita Sammantha, tú y yo tenemos una charla pendiente. ¿De acuerdo? ¡Al vestuario!—Asentí sonriendo falsamente. Pasé por Jeremy que me dio un apretón en el hombro al comprobar mi rostro cansado y detrás suyo Jack que me sonrió.

—Le has dejado en su sitio. —Sonreí.

Me encantaba ducharme en sitios que no fueran mi casa. Era algo raro. Como dormir, me encantaba dormir en casa de los demás.

Eso no ha sonado muy bien Sammy...

Cierto, me refería en casa de mis amigas no en casa de ningún chico ya que eso no me había pasado nunca y me lo había planteado alguna vez ya que sé que algún día seria el momento pero no sé si estaría preparada cuando llegara.

¿Y si dejas de hablar de tu vida sexual?

Idiota...

Hice caso a mi subconsciente, tanto pensar ya estaba dentro de la ducha desnuda y con por su puesto el pestillo puesto, aun así la puerta llegaba más o menos a mi cuello. Me gustaba la idea porque mientras te duchabas podías hablar con los demás mirándoles.

Saray y yo salimos una vez cambiadas. Ella llevaba una muy alta coleta de caballo que sujetaba un pelo sedoso, negro y bastante largo. Nos sentamos en las butacas que daban justo en la pista donde los chicos jugaban.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora