Duele quererte

Capítulo 47

Desperté, recordando vagamente los sucesos de la noche anterior: baile, alcohol, personas indeseables y una sensación asquerosa que me sigue invadiendo el cuerpo. Uno de los peores sucesos que me han podido pasar en una noche, fueron sin duda las manos de Eiric. Tocándome, besándome, hablándome como si me alegrara tenerle tan cerca. Ahora sólo me daba asco. Nunca me había pasado algo así —sin nombrar a Jack, que fue algo distinto —y eso me hace sentir como una basura, fue algo en contra de mi voluntad. Y no podía creer que el mismísimo Eiric, mi vecino, amigo de la infancia, y amor platónico, hubiera sido capaz de tal cosa. Yo no era así, no me faltaban agallas para plantarle cara a un tío, pero este era diferente. Pues nunca me había visto en esa situación, y me arrepentía de no haber tenido suficiente valor para encararlo.

En realidad, lo que me hizo despertar fueron las risotadas que provenían del piso de abajo.

Cubrí mi cara con la almohada y entonces, como una fotografía; una imagen se instaló en mi cerebro.

Emma, besando a un tipo.

Tampoco salia con Jack, pero se veía —o eso hacía creer— que estaba enamorada de él. ¿Y quién besa a un chico que no es del que estás enamorada? ¿Y porqué quería aprovecharme de la situación, para decirle a Jack realmente que lo extraño de esa forma?

Porque...vamos a ser realistas, Emma nuncá me cayó bien. En cuanto vi las miraditas que le echaba a Jack, le declaré la guerra en silencio. Y ahora que tenía claro mis sentimientos, no podía odiarla más.

Thomas estaría contento de saber que luchaba por el chico del que le hablé.

Sin embargo, las risotadas provenientes de abajo se oyeron otra vez. Reconocí la de mi hermano, de aquí a la quinta china lo haría. Pero hay una risa más, de una chica. Y con este dolor de cabeza que acababa de sentir nada más levantarme, no reconocí quien era.

Me había entrado un frío de repente, yo era muy calurosa a la hora del clima, pero estos meses hacía bastanre frío aunque yo llevara camisetas de manga corta o vestidos sin medias.

¡La Navidad estaba muy cerca!

Me coloqué una bata larga negra, la até y bajé para encarar a los dos sujetos, y motivos de mi despertar.

Contra más me acercaba, más intensos se oían. Joder, estaban hasta com la puerta abierta y los podía oír perfectamente.

Macarena y Ethan.

Claro, la dejé en casa con él, y en cuanto llegó Alex y Bella vinieron a buscarme y ya no me acordé de ellos.

—¡Ajá! —Abrí la puerta del comedor, gritando y pegando un pequeño saltito a la vez. Les miré como si hubieran estado haciendo algo malo, me miraron confundidos y luego ella se levantó de repente.

—Sammy yo...—Lucía nerviosa, casi podría decir que le temblaba el labio.

Já, se pensaba que me molestaba que saliera con mi hermano.

—No. No digas nada. —Solté.

Aparté a Macarena de mi campo de visión encontrandome con el rostro impaciente de Ethan. Los dos se miraron, sin saber que decir.

Están tan adorables creyendo que habian echo algo malo.

—Ethan, te juro y aseguro que como no trates a Maca como se merece te patearé el culo. —Se relajó en el sofá.

Mas bien una amenazada parecía que le estuviera diciendo que se había librado de un enorme castigo.

—A sus órdenes, hermanita. —Sonreí.