Capítulo 38

1.3K 63 5
                                        


Con la llave en mi mano, bruscamente introducida en la cerradura oí un "te paso a las 10" y como el sonido de un coche se alejaba.

Estaba peor de lo que creía, verle así. Tan él.

El hecho de verle no era lo que me dolía, si no en lo que nos habíamos convertido. A veces amigos a veces no.

Entrando en mi casa, oí unos pasos bajar apresuradamente por las escaleras.

—¿Qué tal ha ido? —Las dos entramos a la cocina.

—Bien. —No puse emoción en la respuesta.

—¿Solo bien? ¿ha pasado algo?

—No. Bueno. Sí.

¿Quién mejor para ayudarme que mi madre? Quizás ella me diga lo mucho que la estoy cagando.

—A ver, cuéntame. —Dijo mientras nos dirigíamos al sofá.

—¿Ethan no está?

—No, se ha ido con su novia por ahí.
Pero dime, ¿qué pasa? —No era un intento de cambiar de conversación, las dos queríamos llegar al tema pero también quería saber si estaba mi hermano.

—Ah vale. —Ordené las imágenes en mi cabeza y proseguí. —A principios de curso...vino un chico nuevo. Fue un gilipollas en su tiempo...pero me enamoré. —Tragué. —Nos volvimos como "mejores amigos". —Lo dije haciendo un gesto con las dos manos. —Cuando quise decirle todo lo que sentía, ya tenía novia.

¿Sabeis ese nudo que se forma en la garganta cuando vais a llorar y si continuas hablando sabeis que explotará? Pues eso me estaba pasando.

—Cariño...—Dijo tocando mi muslo suavemente.

—No, lo importante es que al final se lo dije. Y me dijo que no podía. Que no podía. ¿Qué no podía? ¿Dejarla?

Lo último me lo estaba preguntando más a mi misma que a ella. Mi madre solo me miraba comprensiva y efusiva.

—Es que...—Rompí a llorar.

—¿Por eso has venido tan pronto? Solo son las 8, ¿estaba ahí?

—Sí, pero espera. —Me tomé mi tiempo para relajarme y poder continuar. —Yo ya estaba superándolo o intentándolo...ya que su novia era una amiga mía aunque no tan cercana. Rompieron y me vino con el cuento de que sí. Me dijo que ya no había nadie entre nosotros dos.

—Y entonces fuiste tú la que no podía. Claro. —Amaba a mi madre y no solo por el hecho de ser mi madre.

Cualquier hija no le contaría a su madre lo que le pasa con chicos, pero yo siempre se lo he contado todo. Ahora no iba a ser diferente.

—Eiric, dijo que quería quedar conmigo cuando volviera de Alemania.

—¿Sabe que estas aquí?

—No lo sé. —Creía que sí.

—Cuando tú no estabas vino un par de veces, a jugar a la play con tu hermano...sí pero también preguntó por ti. —Hice un gesto con la cara de no entenderlo. —Qué cuando venías.

—Ah...cuando me vea sabrá que he vuelto.

—Es buen chico, pero ahora dime...¿que ha pasado cuando has visto al chico?

—Jack. —Dije alto y claro. —Se llama Jack, y supongo que fueron esas ganas tremendas de verle que cuando nos miramos...nos abrazamos durante mucho.

Aún caían lágrimas de mis ojos, pero me las limpiaba. Apoyé mi cabeza en su muslo y cerré los ojos.

—Todo pasará, son cosas de jóvenes. Vas a estar con muchos chicos.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora