Capítulo 34

1.4K 57 3
                                    


Entró a casa pero no solo. Un hombre más alto que él lo que acompañaba, era más joven pero nadie podía superar al pelo de mi padre, tenía mucho y le crecía rápido cada vez que se lo cortaba.

Mi padre le dijo que fuera al comedor a esperar que iba a por unas cervezas y a avisar a su hija que había venido un invitado. Yo ya estaba en la cocina esperando una explicación.

—Se queda a comer. —Antes de preguntar ya tenía la respuesta exacta a mi pregunta.

—¿Y quien es?

—Un compañero de el trabajo y amigo, solo estará un rato. —Aseguró mientras se quitaba la chaqueta y la ponía en el respaldo de una silla.

—¿Habla nuestro idioma?

—Pues claro. ¿Tenemos algo para hacer de comer? —Invitaba a la gente sin saber si luego podría darles de comer.

—Hay pasta, pero no hay ningún tipo de salsa. —Dije mirando en el interior de la nevera.

—Te doy dinero y vas abajo a comprar bechamel y bacon si quieres.

—¿Ahora? —Suspiró y yo acepté.

Cogió dos cervezas y vi como le entregaba una a su amigo y se sentaba a su lado.

Pues ya que mi padre me había mandado a comprar que el pusiera la mesa. Todo no lo iba a hacer yo.

Me vestí un poco arrelgada y me maquillé un poco ya que tenía la cara de dormida y cansada. Me asome por la puerta de el comedor y llamé su atención con un carraspeo de garganta.

Los dos voltearon a mi.

—¿Quieres algo cariño? —Preguntó mientras bebía un sorbo de su cerveza.

—Que pongas la mesa mientras.

Y salí de casa sin darle una oportunidad de responder, conociendole si no se lo hubiera dicho se hubiera quedado esperando a que yo llegara para ayudarlo.

Bajé y fui a las columnas adecuadas para encontrar la comida que una vez un chico (Zack) me ayudó a comprar.

Solo me faltaba el beicon, que con facilidad encontré. Me arrimé a cogerlo, me dirigí por el pasillo y alguien me tocó por detrás pero como ya sabia quien era ni me giré ya que intuí que me seguiría hasta la caja.

—¿Algún día me darás tu número?
—Esa pregunta me tomó por sorpresa, pero me sabía la respuesta.

—No te conozco. —Se me habían quitado las ganas de ligar con nadie después de todo lo ocurrido con Jack.

—Venga guapa. Si me lo das podremos conocernos de la manera que quieras.
—Seguía avanzando junto a mi pero me paré por lo que acababa de soltar. Esta vez no era ese Zack que desprendía inocencia, ahora desprendía más superioridad. Ahora si que se notaba que quería ligar, pero conmigo no le estaba funcionando.

—No voy a darte mi número, guapo.

Decidí seguirle el royo y cuando me fui a la caja, mientras la chica pasaba la comida por la caja lo miré.
Estaba mirándome sonriente y fijamente a los ojos, sonreí cansada por la situación y el formó un corazón con las manos señalándome.

¿Es que no se daba por vencido?

Reí, pagué y cogí las cosas.

—¡Ya estoy! ¿Está la mesa puesta?
—Entré a la cocina y me dispuse a preparar algo que aprendí hace tiempo viendo a mi madre cocinar.

—Sí, cariño. ¿Lo harás tú? —Asentí mientras empezaba a calemtar la cazuela y la sartén.

Después de 20 minutos, me dirigí a la mesa con los raviolis con bechamel y bacon.

Duele quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora