Mi cuerpo daba vueltas en la cama con la intención de conciliar el sueño, pero me era imposible no pensar en lo había sucedido hace un par de horas atrás. Tom término disculpándose por haberme hecho pasar un momento tan aburrido y desastroso, preferí omitir que había visto al tipo de cabello negro en el camarín, el mismo que luego se encontraba en el ring dispuesto a derribar a su contrincante.
Quité las sábanas de mi cuerpo y me levanté con la rabia corriendo por mis venas al escuchar unas risas y ruidos desde el pasillo del edificio, caminé decida a ver quién era él o la idiota que tanto ruido provocaba. Maldición que era media noche y yo solo quería dormir puesto que mañana tenía trabajo.
Tomé la manilla entre mis dedos y abrí la puerta dispuesta a gritarle a esa persona, sabía que estaba fuera de mis cabales pero qué importaba eso ahora.Mi grito quedó atascado en mi garganta porque no me esperaba ver el cabello azabache revuelto entre unos dedos delicados y femeninos. Me sentí avergonzada al ver a la chica de curvas voluptuosas que tenía sus piernas aferradas a su cintura mientras que él se disponía acariciar su plano abdomen debajo de su ajustada camiseta. Me quedé de pie en la entrada de mi apartamento con mis labios entreabiertos al ver el espectáculo que daba mi amable vecino.
Retrocedí un par de pasos para luego chocar con la puerta sin darme cuenta, me alarmé al instante al ver dos pares de ojos sobre mi, sabía que lo único que quería era echarme a correr.
Volví a ver sus ojos azules aún más oscuros en esta ocasión y antes de que él articulara palabra alguna, me metí en mi apartamento, con el corazón golpeando en mi garganta y en mi caja torácica.Mi cuerpo temblaba como una gelatina por lo inoportuna que había sido, pero nunca se me pasó por la cabeza que mi nuevo vecino sería aquél tipo mal educado. Que mala suerte la mía.
Volví a mi habitación y cubrí mi cuerpo con mis mantas hasta la cabeza, casi costandome poder enviarle aire a mis pulmones exigentes.
Veía el humeante café mientras tomaba un par de sorbos para luego relamer mis labios, sintiendo ese dulce pero agradable amargor que tanto amaba. Aunque prácticamente estaba todo el día en una cafetería, sintiendo en mis fosas nasales ese encantador aroma, aun amaba este líquido. Podría definirme una completa adicta, y realmente si tenía un serio problema con ello.
Terminé de beber lo que quedaba en mi taza y me levanté caminando hasta el baño para cepillar mis dientes con cautela y no destruir otro cepillo de dientes como lo hacía cada vez que me cepillaba tan agresiva.
Se me estaba haciendo tarde y mi horario de entrada era en una hora más.
Ajusté la bufanda rosa pálido a mi cuello y salí cerrando la puerta con llave.Pegué un pequeño brinco al volver a encontrarme con mi nuevo e intrépido vecino.
—No sabías que espiar a las personas esta mal. Que niña tan mala eres—sonrió burlesque con una pizca de picardía.
Volver a escucharle hablar, me ponía los vellos de punta y su mirada me intimidaba de manera sobrenatural que tenía la intención de apartar la mía. Pero bueno que podía esperar si era un tipo que me doblaba la altura y que se mantenía repleto de tatuajes.
—Bueno, no es como si fueras muy silencioso. Hay personas que quieren dormir.
—No es mi culpa que seas una mojigata.
Me sonrió con burla, haciendo que mis manos de empuñaran y mis uñas se enterraran en la palma de mis manos, sintiendo después el calambre en ellas.
—Y tú un mal educado.
Vi como su rostro se transformó a uno nada de agradable y volvió a soltar uno de sus tantos comentarios.
—Disculpe su alteza, quizás debería enseñarme de buenos modales.
Su sarcasmo simplemente me hacía querer estampar mi mano contra su mejilla, pero sin embargo, suspiré despacio viéndole por última vez antes de que mis pies se arrastraran casi a tropiezos hasta el ascensor.
Tomé el primer taxi que me llevara hasta la cafetería, debía llegar cuanto antes.
Al estar dentro de la cafetería cogí el pequeño delantal con mi nombre y me puse detrás de la caja registradora. Me repetí mentalmente que debía sonreír a todos lo que venían aquí aunque no esté con los mejores ánimos como era el día de hoy. Pero me gustaba estar aquí porque recibía el dinero que me ayudaba con mis gastos, aunque sea un poco.
—¿Mala noche?
La melodiosa y suave voz de Jade se escuchó a un lado.
Le sonreí observándola antes de responder, amarró su cabello rizado en una coleta alta mientras se disponía a poner su delantal.
—Horrible—Respondí riendo, era cierto, no tuve una de mis mejores noches pero esperaba poder dormir con tranquilidad el día de hoy.
—¿Paso algo?
—Su novio no la dejo dormir.
James rió saliendo de la cocina mientras llevaba unos pedidos, siempre se enteraba de todo aunque no estuviera aquí con nosotras era un verdadero chismoso.
Jade me miró sonriendo, quizás creyendo que era cierto lo que el chico había dicho pero yo solo bufé por su ocurrencia.—No es Tom. Es mi vecino, ese es mi problema.
—Ouh, ¿Vecino problemático?
Veía como James habló dejando todo en la bandeja de aluminio.
—Algo así.
Le reste importancia al asunto y miré a la chica que se encontraba ahora frente mío con la intención de pagar su café.
—Suerte con ello.
Jade tomó una libreta junto con un lápiz para caminar hasta la mesa donde había una pareja esperando ser atendidos.
Lo único que quería hacer al llegar a casa, era poder dormir porque ni el maquillaje que me puse esta mañana consiguió cubrir mis horribles ojeras.
Cuando mi turno había terminado me puse la chaqueta que había traído conmigo y deje que el frío aire alborotara mis cortos cabellos castaños, deslicé un par de mechones detrás de mí oreja para que no obstruyera mi vista y emprendí mi camino hasta casa.
No me importaba irme caminando, no estaba apurada en llegar, quizás si estaba un poco o bastante cansada pero eso no quitaba el hecho de querer caminar. Después de todo mi trabajo no quedaba muy lejos del edificio.Lo único que escuchaba era el choque que hacían la suela de mis zapatos contra el asfalto, las calles estaban un poco desiertas. No era muy tarde pero ya estaba anocheciendo y esa era una de las razones por la cuáles no había tanto gentío.
Veía como los autos pasaban pero las luces de otro estaban los suficientemente cerca de donde yo me encontraba caminando a paso tranquilo. Vi como el auto se movía lentamente casi siguiéndome y era exactamente lo que sucedía porque escuche la bocina de este, provocando que pegara un brinco por el estruendoso sonido que se había producido y mi corazón latía como loco, queriendo salir.
Miré asustada al deportivo de color negro, mis manos temblaban casi sin poder controlarlas y en ese preciso instante odie al universo y sus constelaciones.

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Hit Me © | Terminada |
Teen FictionBorde, controlador, impulsivo, arrogante y burlesco, aquel era Drew Hopkins, ese tipo de persona de la cual no quisieras enamorarte pero ¿Por qué?, porque es un grandísimo idiota, sin embargo, Halle vio algo mucho más allá de esa personalidad frívol...