Hit Me © | Terminada |

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¿Cuánto tiempo podría estar sin hablarle? ¿Cuánto podía dejar pasar para volver a estar con él? El vacío acumulado en mi pecho era desagradable, las ganas y las ansias de golpear su puerta eran inmensas y cada día incrementaban, pero no iba a ponérselo fácil cuando él cree que puede controlar todo lo que me rodea, y ambos sabemos que no es así. Drew había insistido todos estos días y yo cada vez que atravesaba ese pasillo infernal, era como si tuviera la esperanza de verle pero yo había sido quien nunca abrió la puerta para hablar con él. Sabía que lo que estaba haciendo no nos llevaba a ninguna parte, a ningún lugar que podría arreglar las cosas entre él y yo.

Cuando dejé el bolso encima del sofá, dejé que el alivio me invadiera luego de estar tan paranoica de que en cualquier momento aparecería una mata de pelo negro y alborotado. A veces deseaba y tenía la imaginación de que cuando llegara a mi apartamento estaría alguien esperándome, algunas veces me deprime vivir sola, no había nadie que me recibiera con una sonrisa y con ansias de escuchar mis historias luego de un arduo día en la universidad, extrañaba a mi familia pero yo sabia que nunca podría llevarme bien con mi madre, por mas que lo intente eso nunca será posible, siempre soñaba con que las cosas entre ella y yo serían distintas pero ella seguía siendo la misma mujer manipuladora y yo seguía siendo la misma niña soñadora.

Quité el abrigo negro que ya estaba algo empapado por la nieve que caía a estas horas del día, pronto serían las fiestas y eso conlleva las vacaciones que quizás pasaría en mi casa, en mi verdadero hogar.

Cuando tenía intenciones de ir a la cocina por algo que comer me vi en la obligación de volver hasta la puerta. El cabello largo, revuelto, enredado con una urgencia de ser arreglado, por su piel pálida eran vistas una marcadas y desastrosas ojeras de agotamiento que me daban a entender que no había estado durmiendo bien pero el ver esa mirada perdida y vacía me hacía darme cuenta de que las cosas no iban bien.

—¿Puedo entrar?—sus labios resecos y pálidos temblaron.

Asentí sin mas preámbulos y me aparté de la puerta para que pueda entrar. Aunque estaba vestido de la manera mas simple, yo le veía maravillada, como si deslumbrara en mi apagado apartamento aunque sus ánimos no eran lo mejor que había visto de él y yo me encontraba igual.

Su pecho subió y bajó al dejar escapar un suspiro de sus gruesos labios—. Lamento interrumpirte, quizás estabas ocupada.

La tranquilidad con la cual me hablaba me sorprendió, por un momento cuando le vi de pie en la puerta pensé que comenzaría a gritarme enfadado pero no era así.

—En verdad he llegado hace un momento, así que esta bien.

Le respondí creyendo que mi voz temblorosa me declararía por toda la angustia que estaba acumulando. Volteó a mirarme y sentí la necesidad de arrullar su cuerpo contra el mío, acariciar su cabello alborotado y besar sus labios hasta que ya no pudiera respirar, sin embargo, me mantuve viéndolo.

—No quiero que esto siga así, no puedo no tenerte conmigo. Me está matando—soltó de sopetón y la angustia y desesperación cruzaba en su rostro. Se acercó temeroso al rechazo pero no me aparte cuando vi las intenciones que tenía.

—Me asusta la forma en la que reaccionas a los problemas, me aterra acercarme a alguien y a que ti no te parezca bien. No me gusta que seas tan controlador.

Mi voz temblorosa me traicionó y sentí los nudillos de su mano derecha deslizarse por mi mejilla.

—Lo lamento, nena. La jodí en grande y no sabes cuanto lo siento.

Por primera vez le vi asustado a mi confesión pero me hacia sentir tranquila al saber que admitía que lo que había hecho estaba mal.

—¿No me odias cierto?—levanté mi vista con una mueca en mi rostro, sin comprender porqué me preguntaba tal idiotez—. ¿Halle?