Mordí mi labio producto de los nervios que descontrolaron mi sistema nervioso, quería morder mis uñas por puro instinto pero yo sabía que después me arrepentiría por ello.
Mis ojos chocaron con unos azulados que mantenían la diversión plasmado en ellos, me sonreía con gracia, con ese aire de supremacía que solo él consigue reflejar.
-Halle, ¿Me dirás quien es éste? -mi novio continuó viéndome, con la esperanza de que yo emitiera alguna palabra, pero no sucedió en ningún momento-. No me hagas perder la paciencia.
Gruñó manteniendo sus manos hechas puños, volvió a mirar a Drew, quizás pensando que éste le daría le respuesta pero solamente quiso mirarme, esperando mi respuesta.
-Es mi vecino.
Esas simples palabras resonaron como un inaudible susurro, bajé la mirada, no quería encontrarme con los ojos molestos de Tom.
-¿Y qué hace aquí?
Le miré temerosa y me encogí suavemente de hombros. Volteó a mirar al pelinegro de ojos profundamente grises, como un mar de inquietas aguas.
-¿Seguirás sonriendole a mi novia o responderás a mi pregunta?
Drew cambió radicalmente su mirada, ya no era tranquila ni con esa chispa de alegría que desbordaba, su mirada era fría y dura como estaba acostumbrada a observar en algunas ocasiones cuando algo realmente le cabreaba.
-No tengo que darte explicaciones a ti, vengo hablar con Halle -murmuró frunciendo el entrecejo haciendo que sus facciones consiguieran endurecerse.
-Oh, claro que tienes que dármelas, te recuerdo que Halle es mi novia.
-Tu novia o no, no es asunto tuyo.
Vi como el pelinegro se encogía despreocupadamente de hombros y podía notar que la situación le parecía divertida. Tom podía ser muy celoso cuando quería.
-Me importa una mierda tu opinión.
Escuché una pequeña carcajada salir de los labios de Drew.
-Y a mi tampoco me interesa la tuya, es mutuo-escuché su sarcasmo salir de sus labios y se tomó el derecho de ingresar a mi apartamento, casi tirando a un costado el cuerpo inmóvil de mi novio.
-Hijo de pu...
Tom agarro el brazo del moreno, pero no vi venir que éste otro le tomara del cuello, casi estrellándole contra la mesa de vidrio que había en una esquina. Pegué un pequeño brinco, viendo horrorizada la acción del pelinegro y mi corazón palpitaba con la intención de querer desbordarse por mi garganta, lenta y tortuosamente.
-¿Qué ibas a decir? ¿Que soy un hijo de puta? Lamento informarte que tú eres el hijo de puta. Ahora si no te molesta, sal por esa maldita puerta y déjame hablar con tu linda novia -Drew pronunció cada una de las palabras mientras mantenía sus puños casi blancos, firmes contra la camisa a cuadros de Tom.
-¡Déjale! Hablaremos pero déjalo.
Dije suspirando nerviosa y me calme enseguida en cuanto vi como soltaba la camisa de mi novio.
Tom me vio decepcionado, enojado, furioso y cualquier derivación de molesto era adecuado para describir su mirada. No dijo nada, simplemente salió del apartamento dando un portazo.
-No tienes ningún derecho de venir aquí como si nada -me acerqué a Drew, echando chispas de mis ojos que conectaban con los suyos, profundos, burlescos, seductores y cautivadores.
-He venido lo más tranquilo que he podido, no es mi culpa que tu novio sea un celoso de mierda.
-No seas cínico, haz venido con la peor disposición, Drew.
-Por supuesto que no, nena. He venido porque te debía una disculpa por lo del otro día -Se acercó hasta posicionarse frente a mi y fije mi vista en la suya.
-¿Solamente eso?
-Si.
-Bien, entonces puedes irte.
Cruce mis brazos sobre mi pecho y esperé a que se marchara, pero eso no sucedió.
-¿No aceptarás mis disculpas?
-Ya lo he hecho, ahora vete.
-No -tomó mi brazo, observando detalladamente cada centímetro de mi rostro.
-Eres tan imbécil. Un día puedes ser tan amable y al otro andas maldiciendo a medio mundo.
-Lo sé, no me preocupa eso, me gusta ver la desesperación y frustración en tus ojos.
Me sonrió, dejando a la vista una hilera completa de blancos dientes, haciendo que su rostro que viera aún más jovial.
-¡Idiota! Estás loco.
-¡Oh vamos! ¿Qué más piensas que soy?
Gruñí bajo al ver como se burlaba de mis insultos.
-Bipolar.
Volvió a sonreírme y casi se escapa una carcajada de sus labios al ver que yo golpeaba mi pie contra el suelo, tal cual una niña de cinco años con una rabieta por no haber recibido su juguete.
-Jodido imbécil.
-Ouh, eso ya lo dijiste, lindura.
Mordí mi labio con fuerza y estampé mis puños en su pecho, pero este ni se inmutó en moverse de su sitio, me miró riéndose y simplemente me tomo de ambos brazos para calmar mis inútiles golpes que no le producían ni el mínimo dolor.
-Golpeas como nena.
-Soy una nena -murmure entre dientes, dejando mi rostro a escasos centímetros de él.
-Lo se, pero cuando te enojas te ves mucho más linda, se que dije que no te haría enojar tan seguido pero lo cierto es que me pone demasiado.
Cuando escuché pronunciar esas palabras, sentí de golpe como el color subía a mis pálidas mejillas, mi respiración agitada a causa de los nervios y la vergüenza que invadía mi cuerpo.
Solté el aire retenido y me aleje de él, dispuesta a sentarme en el sofá pero tomó ágil mi brazo izquierdo y quede atrapada en sus brazos cubiertos por la tela negra de cuero, mis manos quedaron posicionadas en su pecho y me removí incómoda por su cercanía.
-¿Me perdonas por lo del otro día y también por lo de ahora? Tu novio agotó la poca paciencia que tengo.
-Tú eres el que siempre tiene que reaccionar tan agresivo.
-¡Me cago en la puta! ¿Como le soportas? Es un verdadero dolor en el culo.
Reí por sus palabras y parece que causó el mismo efecto en él, porque le escuche reírse junto a mi.
-Es mi novio, por algo estoy con él.
Hizo una pequeña mueca de asco y su agarre se fue debilitando.
-Es una mierda el amor.
Resople mirándole pero en cambio sólo me regaló una dulce sonrisa.
-Entonces... ¿Me perdonas?
Tomó un pequeño mechón que caía por mi frente, produciéndome un par de cosquillas en la punta de mi nariz y lo dejo suavemente detrás de mí oreja, con tanta delicadeza que me sorprendió viniendo de él.
-De acuerdo.
sonreí viéndole y éste me soltó mientras caminaba hasta la puerta pero antes de abrirla volteó a mirarme.
-El sábado te espero en el gimnasio. Adiós, Halle.
Desapareció por la puerta, cerrando esta suavemente y mi cuerpo cayó rendido al sofá que me recibió cálidamente, la luz nocturna entraba a través de la ventana que daba hasta las calles.
No sabía que haría mañana, no sabía como iba a mirar a Tom, ni siquiera se me ocurría una buena excusa para darle a saber las razones del porqué Drew estaba aquí. Tom estaba enojado, no era necesario que intentara adivinarlo porque sería algo estúpido, pero lo cierto es que el moreno también se había pasado con su alterada reacción. Podía asegurar que mañana me iría en autobús o si Tom venía a recogerme entonces no me hablaría en todo el trayecto de mi casa hasta la universidad, cuando estaba molesto, iba en serio.
ESTÁS LEYENDO
Hit Me © | Terminada |
Teen FictionBorde, controlador, impulsivo, arrogante y burlesco, aquel era Drew Hopkins, ese tipo de persona de la cual no quisieras enamorarte pero ¿Por qué?, porque es un grandísimo idiota, sin embargo, Halle vio algo mucho más allá de esa personalidad frívol...