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El trayecto de vuelta a casa era un verdadero infierno, por parte mía no salía ninguna palabra y es que tampoco tenía algo que decir, algo que sea lo suficientemente coherente como para intentar asimilar que mi propia madre resultaba ser una mierda de persona.

Derek continuaba intentando sacarme alguna palabra o alguna señal de hacerle saber que yo estaba en perfecto estado, pero no lo estaba, no podría estarlo en un buen tiempo y menos si ahora me encontraba alejada de Drew. Joder como le extrañaba.

—Baja los pies del asiento, Halle.

Mary se escuchó autoritaria al ver que yo estaba ensuciando con mis zapatos los asientos de cuero del auto de Derek

—No me hagas perder la paciencia—sus dedos masajearon sus sienes con frustración.

—Tú no me hagas perder la poca paciencia que estoy teniendo contigo.

Amarga, así era mi voz desde ahora, que importaba si la mujer que estaba sentada en el asiento del copiloto me había estado mintiendo casi más de un año.

—¡No me hables de esa manera!

—¡¿Y de qué manera quieres que te hable?! O sea, discúlpame por sentirme como la mierda por saber que mí propia madre me ha mentido de la manera más inhumana que ha podido. ¡Lo hiciste otra vez! Te mereces un Oscar por seguir controlándome.

Se sentía bien, realmente bien poder decir todo lo que pensaba, después de casi callarme todo el trayecto al fin podía hablar con claridad.

—Halle, no creo que sea apropiado que le hables así a tu madre—Derek se interpuso en nuestra conversación.

—Tú eres el menos indicado para hablar—dije mirándole a través del retrovisor.

—Basta Halle, no seas irrespetuosa.

—No te preocupes Mary, tu hija está enojada porque no volverá a ver a su boxeador.

Mordí mi labio a tal punto que sentí el líquido amargo en mi lengua, si pudiera abrir la puerta del auto y salir corriendo como una desquiciada por la carretera lo haría, pero intentaba ser razonable aunque muy poco de eso me quedaba.

—Y tú estás molesto porque sabes que no estaré contigo—le vi casi enterrar los dedos en el volante.

—Halle, cállate.

Mary volteó a mirarme con ese gesto de amargada que cargaba todos los días.

Eché mi cabeza hacia atrás dejando que mis párpados se cerraran, ya era de noche y estaba lo suficientemente cansada como para intentar razonar con la loca de mi madre. Quería llegar a mi antigua casa, entrar a mi habitación y enfundar mi cuerpo entre mis mantas, también quería ver a papá y a Eddy por supuesto.

Cuando desperté me di cuenta que el auto ya estaba estacionado en el gran jardín de mi antigua casa, no bastaron más de diez segundos para que bajara casi corriendo por el césped y sin importarme pisé unas flores que Mary cuidaba como si fueran sus hijas.

Escuché el grito que me dio cuando me vio pisar sus adoradas flores pero yo ya estaba entrando por la puerta, buscando a papá, que era ahora cuando más le necesitaba. Le vi bajar por las largas escaleras de madera antiguas con su rostro cansado pero eso no le impidió estrecharme entre sus brazos y mis lágrimas no se hicieron esperar, me sentía como una niña otra vez.

—¿Por qué lloras, ha sucedido algo cariño? —me preguntó acariciando suavemente mis cabellos que ahora estaban pegados en mis mejillas mojadas.

—¿Podemos hablar ? —pregunté temerosa.

—Tu padre está cansado Halle y no está dispuesto a escuchar tus niñerías.

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora