Mis dedos se movían con delicadeza y agilidad incorporada por las cortadas que mantenía Drew. Después de insistirme en que yo debía curarlas, accedí a simplemente verter el suficiente alcohol en una pequeña gasa que rozaba suavemente contra su piel magullada. Los gestos y muecas que realizaba me hacían soltar una sonrisilla divertida.
—Lo siento—dije cuando le escuché soltar un quejido al rozar con cierta brusquedad su ceja izquierda.
—Definitivamente nunca te contrataría como enfermera—se burló torciendo sus labios en una mueca.
—¡Oye! Yo accedí solo porque me lo pediste—dejé que mi mano cayera sobre su hombro.
Se rió estrechando mi cuerpo contra el suyo y ese movimiento provocó que terminara botando el pequeño algodón en el suelo, mi espalda impacto con suavidad en el acolchado de mantas y almohadas, me miró con detenimiento y podía percibir la serenidad que me transmitían sus ojos azules.
—Lo sé—susurró con suavidad dándome de golpe con su cálido aliento.
—Drew—el sonido de mi voz era tan bajo que por un momento pensé que no me escucharía, pero enfocó toda su atención en mi.
—¿Si?
—Me estas aplastando—le dije ocultando una sonrisa.
Me miró por un par de segundos y estalló en carcajadas, sintiendo como su caja torácica se contraía y relajaba. Le vi levantarse de la cama y rebuscar en su armario hasta que volteó a mirarme para lanzarme una camiseta negra.
—Puedes cambiarte en el baño si quieres.
Me sonrió mientras se preocupaba de deslizar su camiseta por sus brazos tatuados hasta quitarla por su cabeza y lanzarla a un pequeño sillón que se encontraba en una esquina. Le miré por un momento y me encaminé hasta el baño para quitar el vestido que me cubría en conjunto con mis botas, tomé la camiseta que Drew me había prestado y la encaje en mi cuerpo, ahora era cuando agradecía no medir mas de un metro sesenta y cinco porque si fuera lo contrario, esto no me alcanzaría a cubrir ni la mitad de mi trasero.
Cuando salí hasta la habitación, enfoque mi vista en la silueta alta y delgada que se encontraba sentada en la cama, mirando fijamente la pantalla iluminada de su móvil, moví mis piernas hasta situarme a su lado y él no notó mi presencia hasta que yo hablé.
—¿Estás bien?—pregunté al ver su ceño fruncido y con cierta concentración de su parte.
—Esta todo bien—me respondió dejando su móvil en la mesa de noche y me miró recorriendo mi pequeña altura. —definitivamente te queda mejor a ti que a mi. Podrías usarla más seguido, es solo una sugerencia pero me gustaría.
Comprendí que se refería a su camiseta y despreocupadamente quitó sus pantalones dejando únicamente sus bóxer cubriendo su cuerpo, lanzo los pantalones al suelo y se deslizó entre el revoltijo de mantas y almohadas, dejando su cuerpo exhausto caer en el suave colchón.
Un suspiro nervioso e inútil salió de mis labios provocando que me mirara con burla como siempre lo hacía. ¿Se podía sentir amor y odio al mismo tiempo?
—¿Te quedaras ahí?—podía saborear la burla en sus palabras y rodé los ojos cansada por hacer caso omiso a mi anterior suplica de no dormir con él.
—Supongo que después de todo terminaremos durmiendo juntos—le dije caminando hasta el otro lado de la cama y metiendo mi entumecido cuerpo entre las sábanas. No entendía como podía dormir casi desnudo.
—Y eso te molesta—afirmó observándome lo suficientemente alejada de él.
—No, es incómodo, Drew. Recién hoy voy comprendiendo que me consideras tu novia.
ESTÁS LEYENDO
Hit Me © | Terminada |
Novela JuvenilBorde, controlador, impulsivo, arrogante y burlesco, aquel era Drew Hopkins, ese tipo de persona de la cual no quisieras enamorarte pero ¿Por qué?, porque es un grandísimo idiota, sin embargo, Halle vio algo mucho más allá de esa personalidad frívol...