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Miré estupefacta a la persona que se encontraba frente a mi, creyendo que seguía sumida en un sueño, que aún no había despertado de la pesadilla que había vivido anoche, pero quizás el día de hoy no comenzaba nada mal, quizás debía ser paciente y creer que todo se solucionaría.

El cabello azabache caía revuelto por sus ojos azules que me contemplaban con una expresión divertida, sabia que quería reírse de mi pero aun seguía sorprendida de verle en mi casa, mis manos temblaban de pura emoción y aunque intentaba estar relajada, lo que menos tenía ahora era calma en mi cuerpo.

—¿Qué haces aquí?—abrí desmesuradamente mis ojos verdosos, quitando cualquier rastro de somnolencia que podría tener matutinamente.

—Creí que me extrañarías—agitó su cabello para peinarlo con sus dedos, estaba sentando en mi cama y vestía simplemente de negro, como siempre lo hacía.

—Y lo hago, por supuesto que lo hago—reaccione al darme cuenta de lo que había dicho y me vi impulsada en abrazarle, supongo que mi euforia fue demasiada ya que casi caímos de la cama, sino hubiese sido por Drew que se aferró a las mantas entonces ambos estaríamos en el suelo. Sentía que en cualquier momento comenzaría a llorar de felicidad pero sentía que anoche había derramado tanta lágrima que ya no podría llorar ahora aunque quisiera.

—Esta recibida si me gusta mucho más, cariño.

—¿Cómo supiste donde vivía? ¿Quién te dejó entrar?—pregunté interesada  pero a él le hizo gracia tantas preguntas que yo hacía.

—Tranquila, supongo que te seguí anoche, me quedé en un motel de mala muerte pero que importa si ahora estoy aquí—sentí las yemas de sus dedos acariciar la piel de mi cintura recorriendo traviesamente por debajo de mi camiseta y me sonrió divertido—. Y en cuanto a cómo entre aquí, bueno tu padre me dejó entrar. Creo que tu madre no esta.

Ahora todo tenía sentido porque si Mary le hubiese visto aquí ni en un estado delirante le hubiera dejado entrar, sobre su propio cadáver Drew podría entrar a casa.

—Quiero que volvamos a Nueva York, Halle. Por eso he venido—me sentó en su regazo dejando que su mano recorriera libremente mi cabello que me llegaba un poco más abajo de los hombros.

—Si lo que te preocupa es que no vaya a irme a casa, entonces puedes estar tranquilo porque pensaba irme hoy  y creo que será mucho más fácil ahora que Mary no esta. Aunque vale, no es como si no lo hubiese hecho de todos modos.

—Esa es mi chica—sonrió deleitándome con su perfecta hilera de dientes blancos, me levantó entre sus brazos caminando conmigo hasta el baño que conectaba con mi pequeña habitación.

Me dejó en el suelo cuando ya estaba en el baño pero empuje su cuerpo entre risas hasta mi cuarto ya que necesitaba darme un buen baño e intentar asimilar lo que estaba ocurriendo. Cuando me vi sola me despoje de mi ropa y me metí en la lluvia artificial para quitar cualquier rastro de pereza.

Ya vestida bajé las escaleras de madera vieja que con cada paso que daba rechinaba aún mas. Drew estaba esperándome en el sofá con mi padre que charlaban animadamente como si se conocieran de toda la vida.

—¿Y ustedes ya son amigos?—dije divertida cuando entré al salón y voltearon a mirarme cuando me escucharon hablar.

—Drew me estaba contando algunas cosas del boxeo, ya sabes que me encanta verlo por televisión. Me ha invitado a una de sus peleas ¿Por qué no me dijiste que estabas saliendo con él?

Veía como mi padre me hablaba entretenido sobre el trabajo de mi novio, yo sabía que mi padre podía estar horas pegado en la televisión viendo alguna pelea, para él resultaba fascinante pero mi madre siempre estaba criticándole.

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora